LONDRES. La salida británica de la Unión Europea podría no ser el único divorcio que fomente el primer ministro británico Boris Johnson. Su aplastante victoria electoral podría permitirle cumplir su promesa de campaña de “consumar el Brexit”, pero también podría poner en peligro el futuro de todo el Reino Unido como nación, lo que incluye a Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte.

Escocia e Irlanda del Norte no votaron a favor del Brexit ni fueron parte del alud electoral conservador, y posiblemente estén en proceso de alejarse para siempre de sus vecinos.

En un discurso tras su victoria, Johnson dijo el viernes que el resultado electoral demuestra “la irrefutable, irresistible, indiscutible decisión del pueblo británico” de salir de la UE. O tal vez no. En todo caso fue la decisión de los ingleses, que constituyen 56 de los 66 millones de ciudadanos del Reino Unido.

En el referendo de 2016, Inglaterra y la pequeña Gales votaron por salir de la UE, no así Escocia e Irlanda del Norte. En la elección del jueves, Inglaterra eligió 345 parlamentarios conservadores, todas menos 20 de las 365 bancas obtenidas por el partido de Johnson en todo el Reino Unido.

En Escocia, 48 de las 59 bancas fueron para el Partido Nacional Escocés (SNP por sus siglas en inglés), que se opone al Brexit y promueve la independencia.

La dirigente del SNP, Nicola Sturgeon, dijo que la "enfática" victoria de su partido revela que "la clase de futuro deseado por la mayoría en Escocia es distinta de la que eligió el resto del Reino Unido".

El SNP hace campaña desde hace décadas por la independencia de Escocia y estuvo cerca de obtenerla en 2014, cuando se realizó un referendo por la secesión. La "permanencia" ganó por 55% a 45%.

En ese momento se dijo que el tema quedaba resuelto hasta la siguiente generación, pero el SNP sostiene que el Brexit ha cambiado todo porque Escocia puede ser sacada de la UE a la rastra y contra su voluntad.

Sturgeon dijo el viernes que Johnson "no tiene en absoluto un mandato para sacar a Escocia de la UE y por lo tanto se le debe permitir resolver su futuro en un nuevo referendo por la independencia".

Johnson insiste en que no aprobará un referendo durante el período en curso del Parlamento, que debe finalizar en 2024. Según su oficina, el primer ministro dijo a la líder escocesa el viernes que "el resultado del referendo de 2014 fue decisivo y se debe respetar".

El diario The Scotsman resumió el enfrentamiento el sábado en primera plana con fotos de Sturgeon y Johnson, junto con el titular "Dos aludes. Un rumbo de colisión".

"Esto se parece bastante a una tormenta perfecta", dijo el historiador Tom Devine, de la Universidad de Edimburgo. El Reino Unido enfrenta una "crisis constitucional sin precedentes" en la medida que la intransigencia de Johnson da impulso al movimiento por la independencia escocesa, añadió.

Desde el punto de vista político y legal es un impasse. Un referendo no sancionado por el gobierno del Reino Unido no sería vinculante. Londres podría limitarse a desdeñar el resultado, tal como hizo Madrid cuando Cataluña realizó un referendo por la independencia no autorizado en 2017.

Según el analista político Mark Diffley, Sturgeon "ha dicho que no quiere un referendo al estilo de Cataluña. Quiere hacer las cosas en forma debida".

Mientras, Irlanda del Norte tiene sus propios partidos y estructuras, divididos en términos generales entre británicos unionistas e irlandeses nacionalistas. También allí la gente se siente a la deriva debido al Brexit y se registra un desplazamiento de las placas tectónicas políticas.

Esta semana, por primera vez, Irlanda del Norte eligió más legisladores partidarios de la unión con Irlanda que a favor de permanecer en el Reino Unido.

La isla de Irlanda, donde se encuentra la única frontera terrestre del Reino Unido con la UE, ha resultado ser el obstáculo más arduo en las negociaciones del Brexit. Cualquier barrera aduanera o de otro tipo en la frontera actualmente invisible entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda, que es miembro de la UE, perjudicaría tanto la economía local como el proceso de paz norirlandés.

Con el fin de evitar una frontera dura, el divorcio pactado entre Johnson y la UE mantiene a Irlanda del Norte estrechamente alineada con las normas europeas, lo cual significa que habrá nuevos controles para el transporte de mercaderías entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido.

"Una vez que se instala una frontera entre Irlanda del Norte y el resto del Reino Unido, para todos los fines económicos Irlanda del Norte será parte de una Irlanda unida", dijo a la BBC Jonathan Powell, uno de los negociadores del acuerdo de paz norirlandés de 1998. "Eso también aumentará la tendencia hacia una Irlanda unida por razones políticas".

"Me parece que existen buenas probabilidades de llegar a una Irlanda unida en los próximos 10 años", acotó.

En Escocia, Devine también cree que el Reino Unido tiene los días contados.

"Puede suceder cualquier cosa", dijo. "Pero creo que lo más probable es que se termine el Reino Unido en los próximos 20 a 30 años".