Ciudad de Panamá. América Latina y el Caribe tienen que destinar más recursos e incluir a los pueblos indígenas y afrodescencientes en el diseño e implementación de estrategias que permitan el desarrollo del mundo rural en el marco de una “acción climática inteligente”, una ventana que se ha abierto con la crisis derivada de la pandemia.

Hay una necesidad de “cambiar el modelo de desarrollo para buscar no solo de una recuperación económica, sino además una transformación hacia una forma de vida ecológicamente más sostenible, y aquí los pueblos indígenas y los afrodescendientes juegan un papel esencial”, dijo a Efe el Oficial en Políticas para Pueblo Indígenas e Inclusión Social de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Mauricio Mireles.

Los indígenas y afrodescendientes representan alrededor del “46% de la población rural” de América Latina y el Caribe, y controlan, usan y tienen acceso de manera ancestral a una basta riqueza biológica en sus territorios colectivos, explicó el funcionario.

Estos pueblos “controlan de manera colectiva entre 320 y 380 millones de hectáreas de bosque (...) científicamente está confirmado que las tasas de deforestación en esos territorios colectivos son muchos menores, y esto los hace a ellos los mejores guardianes de la naturaleza”, aseveró.

Es por esto que la FAO ve “una gran oportunidad para trabajar con ellos” y plantear “soluciones específicas”, que permitan “modificar y ampliar las políticas existentes en el mundo rural para que estas tengan mejor pertinencia cultural” y respeten los derechos colectivos territoriales.

Se trata ante todo, resaltó Mireles, de que se reconozcan las riquezas y aportaciones a los objetivos de desarrollo sostenible de los pueblos indígenas y afrodescendientes, “es decir, no más verlos desde la situación de pobreza, la exclusión y la vulnerabilidad” que históricamente han sufrido y que se han agravado con la pandemia.