Tokio. Un japonés de 77 años que fue esterilizado a la fuerza cuando era adolescente perdió hoy un juicio para exigir una indemnización, al considerar el tribunal que se había superado el plazo de veinte años desde que fue sometido a la operación.

Saburo Kita es una de las cerca de 20,000 personas que en Japón fueron esterilizadas entre 1948 y 1993, unas 16,500 de ellas sin consentimiento previo, en un programa del que el Gobierno nipón se llegó a disculpar públicamente y que en decenas de casos ha llegado hasta los tribunales.

Kita, un nombre que usa el afectado para mantener en reserva su identidad, fue esterilizado a la fuerza en 1957 cuando tenía 14 años, en el internado en el que vivía, sin que le explicaran la razón y jamás le informaran en qué consistía la operación.

Aunque llegó a tener sospechas porque se lo sugirió un compañero del internado, lo mantuvo en secreto durante mucho tiempo, y sólo lo compartió con su esposa pocos días antes de que ella falleciera, hace siete años.

Japón aprobó una ley para compensar a cada una de las víctimas de este programa de esterilización forzada con 3.2 millones de yenes (26,477 euros/29,700 dólares), pero no todos han tenido suerte en los recursos por no contar con registros de la operación.

Hay una veintena de casos como el de Saburo Kita que están siendo tratados en los tribunales, donde éste había acudido para reclamar una compensación por daños de 30 millones de yenes (248,238 euros/278,437 dólares).

Esa acción judicial se amparaba en la Constitución, que garantiza la búsqueda de la felicidad y la igualdad ante la ley, pero el tribunal del distrito de Tokio que llevó el caso lo rechazó al haber sido superado el plazo de veinte años para reclamar daños.

En una entrevista con Efe en octubre pasado, Saburo Kita, un antiguo obrero de demoliciones, aseguró que no era tanto la indemnización lo que buscaba, sino la compensación moral. "Quiero que me devuelvan parte de mi vida", afirmó.

Tras conocerse la decisión judicial, el equipo legal que defiende a la víctima de esterilización forzada anunció su intención de apelar, mientras que Kita lamentó la sentencia, aunque se mantuvo firme en su decisión de buscar justicia.

"Tengo 77 años y me queda poco de vida, pero no quiero echar a perder el resto de mis días y quiero ganar este juicio", dijo Kita en declaraciones a los periodistas.

El de Saburo Kita es el segundo caso de este tipo que ven los tribunales nipones. El primero, en Sendai, en el nordeste de Japón, en mayo del año pasado el tribunal dio la razón a dos mujeres que fueron esterilizadas bajo la ley de eugenesia que estuvo vigente casi medio siglo, hasta 1996.

Aunque en ese caso los jueces determinaron que esa operación era inconstitucional, desestimaron la indemnización que habían pedido las dos víctimas al considerar también que el plazo había prescrito, al igual que ha sucedido hoy con Saburo Kita.