Yangon. La junta militar golpista de Myanmar (Birmania) continuó este sábado con su matanza de civiles en una nueva jornada trágica en que la represión de las fuerzas de seguridad contra los manifestantes en protestas en varias ciudades dejó al menos cinco muertos.

Según el portal Myanmar Now, cuatro personas murieron en Mandalay, la segunda ciudad del país, después de que las fuerzas de seguridad disolvieran una manifestación utilizando munición real, mientras que testigos confirmaron a Efe la muerte de un manifestante en un hospital de la ciudad de Pyay.

Además, en Mandalay las fuerzas de seguridad hirieron a al menos 15 personas, incluidos monjes budistas que participaron en la manifestación.

“Estamos perdiendo más vidas hoy. Ataques sin sentido y desalmados de los militares que tratan de disminuir el poder del pueblo. El mundo está asistiendo al ataque ilegítimo del gobierno de la junta contra sus propios ciudadanos. Debe haber una acción internacional”, reclamó en Twitter la Red para la Documentación de los Derechos Humanos en Myanmar tras la violencia del sábado.

Las cinco muertes se producen en una nueva jornada de protestas masivas por todo el país contra el golpe de Estado militar del pasado 1 de febrero y tras una noche trágica en Yangon, la ciudad más poblada, con al menos tres fallecidos en dos manifestaciones.

Según el portal DVB News, dos personas murieron cuando la Policía abrió fuego contra la muchedumbre que se había congregado frente a una comisaría del distrito de Tharketa, en la antigua capital, para pedir la liberación de tres jóvenes detenidos.

En otra manifestación en el distrito Hlaing de Yangon, un estudiante de 18 años falleció de un disparo en la cabeza en una confrontación con la Policía, según confirmó el padre de la víctima al portal Myanmar Now.

Tras los altercados nocturnos, el movimiento de desobediencia civil contra la junta militar había hecho este sábado un llamamiento en las redes sociales para replicar las protestas multitudinarias en las principales ciudades del país.

La jornada tiene un valor simbólico para el movimiento al coincidir con el aniversario de la muerte de un estudiante en 1988 a manos de los militares, lo que provocó una oleada de protestas que fueron reprimidas a sangre y fuego por los militares, con más de 3,000 muertos.

Acoso a periodistas

La junta militar, que han causado más de 70 muertos en las manifestaciones pacíficas debido principalmente a los disparos de la policía y los soldados, también ha acosado a los periodistas y medios que cubren las manifestaciones.

La Embajada alemana en Yangon solicitó este sábado a las autoridades birmanas noticias del fotógrafo polaco Robert Bociaga, que fue detenido y golpeado el jueves en la ciudad de Taunggyi, en el estado Shan, mientras cubría una protesta.

La cancillería, que representa a los ciudadanos polacos en Myanmar en coordinación con la legación polaca en Bangkok, pidió a las autoridades locales “una respuesta rápida y un trato humano justo”, y que informen sobre el paradero exacto del ciudadano polaco detenido, que se otorgue al consulado acceso inmediato y que expongan por escrito las razones de su arresto y los cargos en su contra.

Según la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos (AAPP) en Myanmar, cerca de unos 40 periodistas han sido detenidos desde el golpe de Estado del pasado 1 de febrero entre un total de 2,045 arrestados, de los que 1,726 continúan bajo custodia.

El acoso a la prensa quedó patente este viernes, cuando un tribunal birmano acusó a seis periodistas de violar el orden público y extendió su prisión preventiva a la espera de la próxima vista, que tendrá lugar el día 24 de este mes.

Hasta el momento, la junta militar liderada por Min Aung Hlaing ha hecho oídos sordos a las condenas de la violencia de la comunidad internacional, incluido el Consejo de Seguridad de la ONU, y las sanciones que han aprobado algunos países como Estados Unidos, Canadá, Reino Unido o Corea del Sur, que esta semana anunció que suspenderá sus exportaciones de armas a Myanmar.

Los uniformados justifican el golpe por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre, en los que arrasó el partido de la depuesta líder Aung San Suu Kyi y que fueron calificados de legítimos por los observadores internacionales.