Joyland, la película paquistaní que cuenta la historia de amor de un joven de una familia tradicional islámica y una bailarina trans producida por la premio nobel de Malala Yousafzai, se estrena este viernes en las salas de cine del país en medio de la ira de quienes consideran la cinta “repugnante”.

El film elegido para representar a Pakistán en los Oscar se proyectará en todo el país, excepto a la provincia oriental de Punjab, que alberga a la mitad de los 220 millones de habitantes de la nación islámica, debido al rechazo de los conservadores.

Además, el Islami Jamiat-e-Talaba, ala estudiantil del partido político islamista Jamaat-e-Islami (JI), ha anunciado una protesta en la ciudad occidental de Karachi esta noche para rechazar la proyección.

La película, que tiene a Yousafzai como productor ejecutivo, cuenta la historia de un joven casado de una familia de clase media en la ciudad de Lahore que se une a un exótico teatro de danza y se enamora de Biba, una bailarina transgénero.

“Enamorarse significa la muerte”, le dice Haider, el protagonista, a Biba en un diálogo.

Joyland se alzó con el premio del Jurado de la sección Una Cierta Mirada del festival de Cannes y el Queer Palm que otorga el certamen, y su aclamación internacional hizo que el Comité de Selección de los Oscar de Pakistán seleccionara la producción como su candidata oficial para los Oscar 2023.

EL VETO

Pero su éxito internacional ha estado acompañado de una fuerte polémica, que tras semanas de convulsión desencadenó en un veto retirado luego por las autoridades, en esta conservadora nación donde enamorarse del mismo género se considera “haram”, o prohibido para el islam.

“Se recibieron quejas por escrito de que la película contiene material altamente ofensivo que no se ajusta a los valores sociales y estándares morales de nuestra sociedad, y es claramente repugnante a las normas de decencia y moralidad”, indicó el Gobierno hace una semana en una notificación oficial, cuando prohibió la proyección del film.

La actriz Sarwat Gilani, que interpreta uno de los principales roles en la película, lamentó que el trabajo de más de 200 paquistaníes durante 6 años de trabajo fuera obstaculizado en su propio país.

“No le quiten este momento de orgullo y alegría a nuestro pueblo”, pidió entonces Gilani.

Yousafzai que considera la película una carta de amor a Pakistán, a su cultura, comida, moda y, sobre todo, a su gente, también se pronunció en contra de la prohibición.

“La película refleja la realidad de millones de paquistaníes comunes, personas que anhelan la libertad y la realización, personas que crean momentos de alegría todos los días para sus seres queridos”, escribió esta semana la premio Nobel en un artículo para la revista americana Variety.

Si la película ha desatado las quejas de los más conservadores, su prohibición también suscitó la indignación entre los paquistaníes deseosos de verla. Ante la presión pública, el veto se levantó el pasado miércoles después de que un comité constituido por orden del primer ministro paquistaní, Shehbaz Sharif, diera luz verde a esta historia de amor.

El director de la película, Saim Sadiq, celebró la decisión, aunque al mismo tiempo lamentó que “la provincia de Punjab, que tiene la mayor audiencia, la ha prohibido”, dijo hoy a EFE antes del estreno de la película.

LOS CONSERVADORES

Algunos segmentos religiosos de la sociedad han expresado un fuerte disgusto. El legislador del partido JI Mushtaq Ahmad Khan criticó en Twitter el levantamiento de la prohibición con la que, a su juicio, “el Gobierno se rindió a la presión de los extranjeros”.

Khan además elogió al gobierno de Punjab por no ceder ante la presión. “Esto es terrorismo cultural contra nosotros y es un ataque directo a nuestras creencias”, dijo a EFE el senador.

Aunque los usuarios de las redes sociales en general recibieron con alegría el fin de la prohibición, algunos recurrieron a sus cuentas para denunciar la película.

“La desnudez es un pecado mayor. Pero déjenme decir, el lanzamiento de una película que promueve LGBTQ desde el nivel gubernamental de este país… Temo el Azaab (castigo) de Alá en Pakistán”, dijo en Twitter Ali Ehtisham, un bloguero y YouTuber.