SEÚL — Después de dos meses y medio de relativa paz, Corea del Norte lanzó su arma más poderosa hasta ahora el miércoles en la madrugada, un nuevo tipo de misil balístico intercontinental que algunos observadores creen que podría llegar hasta Washington y a toda la costa atlántica estadounidense.

En un anuncio televisado especial horas después del disparo, Pyongyang dijo que había lanzado exitosamente lo que llamó el Hwasong-15, un nuevo misil balístico intercontinental con capacidad nuclear y que es “significativamente más” poderoso que las armas de largo alcance que ha probado anteriormente. Gobiernos extranjeros y analistas respaldaron la afirmación de Corea del Norte de que ha logrado un gran avance en su capacidad de lanzamiento de misiles.

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Se esperaba que Pyongyang reanudara su ágil ritmo de pruebas en busca de su meta de un arsenal viable de misiles con ojivas nucleares que puedan llegar a Estados Unidos, pero de todas formas el aparente poder y lo repentino de la nueva prueba sacudieron la península coreana y a Washington. El lanzamiento a las 3:17 de la madrugada hora local y mediodía en la capital estadounidense indica un esfuerzo para perfeccionar el elemento sorpresa y obtener la máxima atención en Estados Unidos.

En un mensaje gubernamental difundido en los medios de comunicación estatales, Corea del Norte indicó que el Hwasong-15, el “mejor misil balístico intercontinental”, podría ser armado con una “ojiva nuclear pesada súper grande” y llegar a “todo el territorio continental” de Estados Unidos. El gobierno norcoreano dijo que el misil, que fue lanzado cerca de la capital Pyongyang, alcanzó una altura máxima de 4.475 kilómetros (2.780 millas) y se desplazó 950 kilómetros (590 millas) antes de caer con precisión sobre un blanco en el mar, datos similares a la información de vuelo dada a conocer por las fuerzas armadas surcoreanas.

Corea del Norte indicó que el misil, que fue disparado en el ángulo de lanzamiento “más elevado”, no representa una amenaza a la seguridad de sus vecinos. Indicó que el líder Kim Jong Un, tras la exitosa prueba, “declaró con orgullo” que el país ha alcanzado su meta de convertirse en “una potencia de cohetes”.

“El desarrollo y el avance del arma estratégica de la República Popular Democrática de Corea son para defender la soberanía y la integridad territorial del país de la política imperialista estadounidense de chantaje nuclear y amenaza nuclear, y para asegurar la vida pacífica del pueblo, y por lo tanto no representarían ninguna amenaza para ningún país ni región siempre y cuando no se infrinjan los intereses de la República Popular Democrática de Corea”, se afirma en el comunicado, refiriéndose al nombre oficial de Corea del Norte.

El disparo es un claro mensaje de desafío dirigido al gobierno de Donald Trump, que acaba de volver a colocar a Corea del Norte en una lista de países que patrocinan el terrorismo. También echa por tierra los nacientes esfuerzos diplomáticos para acercar a ambos países, eleva los temores de que haya una guerra o un ataque estadounidense preventivo y arroja una sombra más profunda en torno a la seguridad de los Juegos Olímpicos de Invierno el año próximo en Corea del Sur.

Un Seúl desconcertado respondió casi de inmediato con el lanzamiento de tres de sus misiles en una demostración de fuerza. El presidente surcoreano Moon Jae-in expresó su preocupación de que la creciente amenaza de misiles de Corea del Norte pudiera obligar a Estados Unidos a atacar al régimen de Pyongyang antes de que logre desarrollar completamente un misil de largo alcance con ojiva nuclear, algo que según los expertos podría ser inminente.

“Si Corea del Norte completa un misil balístico que pudiera ir de un continente a otro, la situación puede salirse fuera de control”, afirmó Moon en una reunión de emergencia en Seúl, según su oficina. “Debemos detener una situación en la que Corea del Norte cometa un error de cálculo y nos amenace con armas nucleares, o en la que Estados Unidos sopese efectuar un ataque preventivo”.

Previamente, Pyongyang lanzó otro misil el martes desde Sain Ni, el cual viajó alrededor de 1.000 kilómetros (unas 620 millas) antes de caer en el Mar de Japón, a unos 370 kilómetros náuticos (200 millas náuticas) de la costa japonesa, dijo el coronel Rob Manning, portavoz del Pentágono. El Ministerio de Defensa de Japón señaló que el cohete se mantuvo en el aire durante 53 minutos.