
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
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Teherán.- Mahmud Ahmadinejad juramentó el miércoles su segundo mandato presidencial casi dos meses después que las polémicas elecciones ocasionaran protestas callejeras masivas, dividieran el liderazgo teocrático iraní y dieran pie a encolerizados ataques de su propio bando conservador por denuncias de malos tratos a los activistas de la oposición detenidos.
En las calles cerca del parlamento, las fuerzas de seguridad armadas de bastones dispersaron a centenares de manifestantes que coreaban "!Muera el dictador!", según varios testigos. Algunos llevaban camisetas negras en señal de luto y otros lucían el color verde — el color del movimiento opositor.
Una mujer de mediana edad portaba un cartel en el que advertía al liderazgo iraní que si no atiende las demandas populares, correrá la misma suerte que el sha Mohamed Reza Palevi, derrocado en 1979 por la Revolución Islámica.
Los líderes clave de la oposición y los tres adversarios de Ahmadinejad por la presidencia boicotearon la ceremonia de juramentación. La televisora estatal Press TV dijo que más de 5,000 agentes de seguridad fueron emplazados en torno al parlamento y policías con perros especialmente entrenados patrullaron el área después que la oposición convocó manifestaciones coincidiendo con la ceremonia.
Ahmadinejad moderó su retórica beligerante en la toma de posesión y resaltó sus planes para mejorar la maltrecha economía. Exigió que Irán hable en pie de igualdad con las potencias mundiales y denunció la interferencia extranjera. Su gobierno acusó a Estados Unidos y a Occidente de respaldar las protestas callejeras.
"Debemos desempeñar un cometido clave en la gerencia del mundo", dijo Ahmadinejad. "No nos callaremos. No toleraremos la falta de respeto, la interferencia y los insultos", agregó. "No escatimaré esfuerzo alguno para salvaguardar las fronteras de Irán".
Empero, el mandatario no mencionó la oferta del presidente estadounidense Barack Obama de dialogar con Irán sobre su polémico programa nuclear, que Estados Unidos sospecha tiene fines bélicos.
Con todo, insistió que "Irán es una nación de lógica, diálogo e interacción constructiva. La bases de nuestra política exterior son los contactos amplios y constructivos con todas las naciones y gobiernos independientes basados en la justicia, respeto y amistad".