Sídney. Australia dejó atrás el enero más caluroso de su historia moderna, cuando se registraron temperaturas de hasta casi 50 grados (122 grados Fahrenheit), mientras otras partes del mundo sufrieron el embate del frío extremo o de las lluvias torrenciales.

"Enero fue un mes excepcionalmente caliente. Fue el enero mas caluroso que se ha registrado en Australia en términos medios de temperaturas máximas y mínimas", indicó en su último informe la oficina de meteorología australiana.

Port Augusta, en el estado de Australia del Sur, registró la máxima más elevada, con 49.5 grados (121.1 grados Fahrenheit), mientras que la localidad de Menindee, en el estado de Nueva Gales del Sur, a más de 900 kilómetros al oeste de Sídney, los termómetros sobrepasaron los 47 grados (116.6 grados Fahrenheit) cuatro días seguidos.

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La ola de calor en Menindee coincidió con una larga e intensa sequía que afecta esta región de interior situada en medio de la principal cuenca fluvial del país formada por los ríos Darling y Murray.

El resultado fue una catástrofe ambiental, con la muerte de más de un millón de peces atribuida a la proliferación de una alga tóxica que absorbe el oxígeno del agua, si bien desde varios sectores también se denunció la mala gestión de estos ríos.

El calor y la sequía también estuvieron detrás de la muerte de una cuarentena de caballos salvajes descubiertos en el cauce seco de un río en una remota región del interior, mientras que en la isla de Tasmania alimentan decenas de incendios que arden desde hace semanas.

Los meteorólogos prevén que durante los próximos tres meses las temperaturas sigan siendo más altas de lo habitual en gran parte de Australia, si bien la fase más severa de la ola de calor se da por superada.

Su preocupación se centra, en cambio, en las lluvias torrenciales descritas como "severas e históricas" que afectan el noroeste del país, en especial la localidad de Townsville, donde se teme que unas 20,000 viviendas queden inundadas por la crecida de los ríos.

El cambio climático influye en la tendencia que se ve en los últimos cien años del aumento de la temperatura que se traduce en calor extremo, que es más prolongado e intenso, según han alertado en repetidas ocasiones los expertos.

Esta semana, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) advirtió de que Australia "se quedará rezagada en el cumplimiento de sus objetivos de reducción de emisiones sin un esfuerzo mayor para trasladarse a un modelo de bajo uso de carbón".

El calor en Australia marcó un primer mes del año de extremos, según la Organización Mundial de Meteorología (OMM), que en su último informe lo contrapuso al intenso frío en América del Norte, las altas temperaturas y las lluvias en partes de Sudamérica y las fuertes nevadas en los Alpes y el Himalaya.

Partes de Canadá y el este de Estados Unidos padecen una ola de frío causada por el llamado Vórtice Polar, que desplomó los termómetros hasta los -53.9 grados (-65.02 grados Fahrenheit) en el sur de Minnesota el pasado 30 de enero, mientras Alaska y partes del Ártico tienen temperaturas más calurosas que la media.

En el otro extremo del continente, en Chile, Santiago registró una temperatura récord de 38.3 grados (100.94 grados Fahrenheit) el 26 de enero y en el centro del país se alcanzó los 40 (104 grados Fahrenheit), mientras que el norte de Argentina, en la zona fronteriza con Uruguay, Paraguay y Brasil, se vio afectado por inundaciones.

El clima extremo también afecta al este del Mediterráneo y Oriente Medio, afectados por tormentas invernales severas que agravan la situación de poblaciones vulnerables como los refugiados que viven en campamentos.