Harare, Zimbabue. Hage Geingob, presidente de Namibia, una de las democracias más estables de África, murió el domingo en un hospital local donde recibía tratamiento, según anunció su oficina.

El equipo médico de Geingob en el hospital Lady Pohamba hizo todo lo que pudo para ayudarle, pero el mandatario murió rodeado de su esposa, Monica Geingos, y sus hijos, según indicó la presidencia de Namibia en una publicación en la red social X, antes Twitter.

Angolo Mbumba, presidente en funciones del país, hizo una llamada a la calma y dijo en la misma publicación que “el gobierno se reunirá con efecto inmediato para hacer los arreglos necesarios del estado a este respecto”.

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Mbumba convocó una reunión urgente del gabinete, según medios locales.

El presidente recibía tratamiento por cáncer. Geingob, de 82 años, pasó por una colonoscopia y una gastroscopia el 8 de enero seguida de una biopsia, señaló su oficina este mes.

El 31 de enero regresó a casa desde Estados Unidos, donde había recibido un “novedoso tratamiento para células cancerosas” de dos días, según su oficina. En 2014 dijo que había sobrevivido a un cáncer de próstata.

Geingob, que presidía la nación del sur de África desde 2015, tenía previsto terminar este año su segundo y último mandato. Era el tercer presidente del país desde que se independizó en 1990, tras más de un siglo bajo control alemán y después bajo el régimen sudafricano del apartheid.

Tras pasar casi tres décadas en el exilio en la vecina Bostuana y Estados Unidos como activista contra el apartheid, Geingob regresó a Namibia y fue el primero en ejercer como primer ministro entre 1990 y 2002. También sirvió en ese cargo entre 2008 y 2012.

De trato amable pero firme en la defensa de los intereses de África y su participación en asuntos mundiales, Geingob mantuvo estrechas relaciones con Estados Unidos y otros países occidentales.

Como muchos líderes africanos, también forjó una relación cordial con China y rechazó las acusaciones de que la influencia económica de Beijing sobre países africanos supone una forma de colonialismo.

Namibia, que se encuentra en la costa suroccidental africana, disfruta de estabilidad política y económica en una región marcada por las disputas, las elecciones violentas y los golpes de Estado. Sin embargo, la oposición del país criticó duramente a Geingob el año pasado por respaldar el disputado resultado electoral en Zimbabue.

Varios líderes africanos expresaron sus condolencias el domingo.

El presidente de Zimbabue, Emmerson Mnanawa, escribió en X que el “liderazgo y resiliencia” de Geingob serían recordados.

Cyril Ramaphosa, presidente de la vecina Sudáfrica, uno de los mayores socios comerciales de Namibia, le describió como un “socio cercano en nuestro ejercicio democrático” y “un gran veterano de la liberación de Namibia del colonialismo y el apartheid”.

El primer ministro de Kenia, William Ruto, dijo que Geingob era un “líder distinguido que sirvió al pueblo de Namibia con énfasis y dedicación” y que “fomentó con firmeza la voz y visibilidad del continente en el escenario global”.

En un comunicado, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, dijo que “atesorará siempre” sus recuerdos sobre conocer a Geingob. “Es difícil sobreestimar su contribución personal al desarrollo de relaciones cordiales entre Namibia y Rusia”.

Namibia, un país de apenas 2,5 millones de habitantes, es rico en recursos como diamantes, oro y uranio. Pese a estar clasificado como un país de ingresos medio-altos, la desigualdad socioeconómica sigue siendo rampante, según el Banco Mundial.

El país tenía previsto elegir un nuevo líder en noviembre.