Un panel de más de 20 destacados científicos cubanos concluyó que no hay pruebas para considerar producto de un ataque o un atentado un conjunto de síntomas descritos por diplomáticos estadounidenses y que dieron lugar a un punto máximo de tensión entre Washington y La Habana a partir de 2017.

En todo caso hay un “relato” sin validación, una “narrativa” que “ha sobrevivido” gracias a que los medios de comunicación y los políticos lo amplificaron, indicó un informe de más de 40 páginas en el cual se analizaron desde la perspectiva de las diversas disciplinas científicas las explicaciones atribuidas al incidente incluyendo radiofrecuencias o microondas y hasta el uso de toxinas.

The Associated Press tuvo acceso al documento completo que estuvo avalado por la Academia de Ciencias de Cuba (ACC). Inicialmente el incidente fue calificado por funcionarios estadounidenses como un “ataque sónico”.

El panel de la ACC estuvo compuesto por expertos de casi todas las áreas -desde neurólogos, físicos y especialistas en telecomunicaciones, hasta psiquiatras, psicólogos y otorrinolaringólogos-, según se los citó en el texto.

“Después de cuatro años no ha aparecido ninguna prueba de atentados. Es hora de reiniciar la narrativa”, expresó el informe, por el cual el supuesto “síndrome misterioso” está basado en explicaciones “endebles” y “una práctica científica defectuosa”.

Ni sus colegas estadounidenses -incluidas las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos (NASEM, por sus siglas en inglés)- o de prestigiosas universidades; ni los canadienses -un grupo de cuyos diplomáticos también reportaron síntomas del supuesto síndrome meses después-, ni los especialistas europeos lograron dar una explicación razonable, concluyó el extenso documento.

El informe de los científicos tampoco sugirió una nueva hipótesis de lo que les pasó a los empleados diplomáticos, pero señaló que la única cosa que “no es posible descartar” por ahora son “las explicaciones psicogénicas” o sea que algunos individuos creyeron que estaban siendo atacados y se creó “un entorno” alimentado por el sensacionalismo que se concentró en síntomas diversos de trastornos neurológicos mal tratados.

Además, en estos cuatro años surgieron denuncias de empleados de embajadas o funcionarios estadounidenses con sintomatologías similares en lugares como Austria, China, Alemania e incluso en Estados Unidos, dijeron los científicos. No se informó ningún caso más en la isla.

En febrero de 2017 el gobierno de Estados Unidos denunció ante la cancillería de Cuba que cuatro diplomáticos y un familiar habían sufrido un “ataque sónico”. Para 2018 había al menos 24 personas, a las que se agregaron más de una docena de representantes canadienses que también dijeron haber sentido náuseas, mareos, problemas de equilibrio y auditivos y trastornos en el sueño, entre otros.

La mayoría indicó que había escuchado sonidos agudos y hasta se ofreció una grabación de lo que resultó ser la amplificación de supuestos cantos de un tipo de grillo endémico de la nación caribeña. Cuba negó cualquier ataque.

La situación, en el marco de un incremento de la tensión entre Cuba y Estados Unidos bajo la administración del expresidente Donald Trump -quien había iniciado un giro radical al acercamiento promovido por su predecesor Barak Obama-, ocasionó el retiro de casi todo el personal en la embajada de Washington en la isla.

A la fecha la actividad consular y diplomática en la sede norteamericana se encuentra paralizada y los nexos son mínimos. Trump impulsó un fuerte hostigamiento al gobierno cubano y a la economía de la isla como la fórmula para presionar un cambio en el modelo político.