Policías se rebelan en Ecuador y el Presidente permanece "secuestrado"
El presidente Rafael Correa denunció "un intento de golpe de Estado".

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Quito.- El presidente Rafael Correa denunció un intento de golpe de estado el jueves y se declaró "prácticamente secuestrado" dentro de un hospital donde se reunió con una delegación de policías sublevados en la habitación en que fue recluido tras ser agredido por agentes y se informó de un muerto y heridos en incidentes.
En rueda de prensa el ministro de Seguridad Interna y Externa, Miguel Carvajal, dijo que "la sublevación ha dejado un muerto y varios heridos" como consecuencia de la agresión de los policías a la población civil en los alrededores del hospital, donde está el mandatario. No dio otros detalles.
El general de policía, Euclides Mantilla, que intenta mediar en la situación, dijo a periodistas que "no quiero que haya descontrol, que la gente vaya a haber gente que arriesgue demasiado ".
Decenas de agentes rodearon el Hospital de la Policía, justamente al que fue conducido el mandatario al mediodía, y donde permanecía virtualmente bloqueado horas después de su ingreso.
En declaraciones a EcuadorTv, canal estatal, Correa expresó que "yo salgo de aquí (del hospital) como presidente o como cadáver, pero no voy a perder mi dignidad. Todo es manipulación todo es desinformación".
Aseguró que la nueva ley "está quitando bonos y condecoraciones a todo el sector público ... para evitar abusos con plata del estado y sabemos que el pueblo ecuatoriano nos apoya en todo eso".
Los policías se rebelaron contra una nueva ley que considera les quita beneficios económicos. La norma aún no es promulgada.
El gobierno decretó el estado de excepción, y el ministro de Seguridad Interna y Externa, Miguel Carvajal, informó que "este tema de la insubordinación de la policía es de algunos sectores".
"Tienen prácticamente secuestrado al presidente", dijo Correa a la prensa en el hospital y denunció que agentes rebeldes rodearon el recinto al que fue conducido tras resultar intoxicado en la mañana por una bomba de gas lacrimógeno lanzada por los sublevados.
Afirmó que algunos policías intentaron ingresar por la fuerza a su habitación.
Correa consideró la revuelta policial como "un intento de golpe de Estado", y denunció que grupos rebeldes y opositores venían preparando la "conspiración" desde "hace mucho tiempo".
"Me quitaron la máscara para que me asfixie... Entonces me trajeron (a la clínica). En verdad que no podía respirar", aseguró el mandatario. "Me tuvieron que ingresar al hospital... ¡Es impresionante nuestra fuerza pública: atacaron al Presidente!", añadió.
Correa inició su mandato el 2007 y tras elecciones adelantadas extendió su mandato hasta el 2013.
El jefe del Comando Conjunto de las fuerzas armadas, general Ernesto González, dijo ella son "una institución organizada, jerarquizada, subordinada al interés nacional, y también subordinada a la autoridad legal, legítimamente constituida ...".
"El motivo que origina esta crisis ... es la probable promulgación de la Ley Orgánica de servicio público, para la cual solicitamos sea revisada o dejada sin efecto para que el personal de servidores públicos, militares y policías no se vean afectados en sus derechos", afirmó en rueda de prensa.
La mayor parte de los comercios cerraron o atendieron parcialmente en Quito, escenario de dos manifestaciones callejeras, de unas 3,000 personas cada una, a favor de Correa, frente al Palacio de Gobierno, y otra frente al hospital de la policía, donde se encuentra el mandatario.
El alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, líder opositor, señaló que "el Presidente debe entender que el país le exige otro tipo de política. Al ciudadano, sea quien sea y piense como piense, hay que oírlo y entenderlo y servirlo, no afectarlo ni atacarlo", expresó.
La vicepresidenta del Congreso, Irina Cabezas, dijo que la legislatura "está abierta a ese diálogo con todos los actores sociales para buscar a solución a los problemas nacionales".
Ante la ausencia de policías en algunas ciudades, se reportaron saqueos de comercios.
Los policías rebelados rechazan la nueva Ley de Servicios Públicos que les extiende de 5 a 7 años el tiempo para ser ascendidos y les quita algunos beneficios económicos.
Antes ingresar al hospital, Correa calificó a los rebelados de "unos ingratos, bandidos, nadie ha apoyado tanto a la policía como este gobierno".
"Si quieren matar al presidente, mátenme... pero este presidente seguirá haciendo lo que tiene que hacer", gritó exhibiendo su pecho a los manifestantes.
Los sublevados se tomaron cuarteles policiales en Quito, Guayaquil y otras ciudades, quemaron llantas, lanzaron gases lacrimógenos y cerraron las carreteras de acceso a la capital, según reportes de las radios y canales de televisión, que mostraron imágenes de los incidentes.
Unos 800 policías protagonizaron la protesta en la capital, unos 150 militares de la fuerza aérea bloquearon el aeropuerto de Quito y otros tantos el de Guayaquil, así como decenas de integrantes civiles y militares que laboraban en el ministerio de Defensa. En Ecuador hay cerca de 40,000 policías.
Marlon Santi, presidente de la poderosa Confederación de Nacionalidades Indígenas (CONAIE), expresó "su rechazo a la política económica y social del gobierno, y con la misma energía rechazamos también las acciones de la derecha que encubierta forma parte de un intento de golpe de estado".