Israel está a punto de lanzar otra gran ofensiva, esta vez en la Ciudad de Gaza , asolada por la hambruna.

La comunidad internacional, junto con casi todos los palestinos y muchos israelíes, desea el fin de la guerra desde hace mucho tiempo, y un alto al fuego parecía posible incluso el mes pasado. Entonces, ¿por qué que el conflicto se encamina a volverse aún más sangriento, casi dos años después del ataque de Hamás del 7 de octubre?

Los críticos del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, lo acusan de prolongar la guerra por motivos políticos. El líder israelí culpa a Hamás, que aún mantiene a unos 20 rehenes vivos, y dice que los juicios sobre la conducta de Israel durante la guerra solo hacen que el grupo extremista sea cada vez más intransigente.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, manifiesta que quiere que la guerra termine y que los rehenes regresen a casa. Pero su enviado, Steve Witkoff, abandonó las conversaciones para una tregua el mes pasado tras culpar a Hamás, y el presidente no ha ejercido presión pública sobre Israel para que cambie de rumbo desde que puso fin a un alto al fuego en marzo que él ayudó a negociar. No se sabe si Estados Unidos sigue una estrategia diferente tras bambalinas.

Hamás dijo la semana pasada que aceptó una propuesta de tregua que los mediadores describieron como casi idéntica a la que Israel había aprobado. Estados Unidos e Israel aún no han respondido públicamente. No está claro si los aliados, que indicaron recientemente que buscan un acuerdo integral, trabajan en algo entre bastidores.

Este es un vistazo más detallado de por qué la guerra continúa sin un final a la vista.

Netanyahu no cederá

Los israelíes han organizado protestas masivas para exigir un alto al fuego que repatrie a los rehenes. Exponen que la guerra continúa porque Netanyahu intenta mantenerse en el poder.

La coalición gobernante del primer ministro depende de partidos de extrema derecha que desean continuar la guerra hasta que Hamás sea aniquilado, organizar la reubicación masiva de los palestinos de la franja de Gaza a otros países y reconstruir los asentamientos judíos que Israel desmanteló en 2005.

Han amenazado con retirarse si Netanyahu pone fin a la guerra antes de lograr una victoria total. Los partidos de la oposición dicen que intervendrán y preservarán su gobierno si llega a un acuerdo sobre los rehenes, pero eso de todos modos dejaría al político israelí gravemente debilitado de cara a las elecciones del próximo año.

Perder el cargo dejaría al primer ministro mucho más vulnerable ante las acusaciones de corrupción, presentadas desde hace mucho tiempo, e investigaciones públicas sobre los fracasos en torno al atentado del 7 de octubre de 2023.

Netanyahu niega todos esos motivos. Mantiene que la guerra debe continuar hasta que todos los rehenes sean devueltos y Hamás sea derrotado, y que cualquier acuerdo que deje al grupo extremista intacto y armado le permitiría reconstruirse y llevar a cabo otro atentado de gran envergadura.

Hamás no se rendirá

Netanyahu afirma que la guerra podría terminar mañana si Hamás libera a los rehenes y depone sus armas.

Pero también ha dicho que Israel mantendrá un control de seguridad ilimitado sobre Gaza y facilitará lo que él llama la emigración voluntaria de gran parte de la población gazatí.

Los palestinos y muchas otras personas afirman que eso equivaldría a una expulsión forzada, algo imposible de aceptar para Hamás.

El grupo ha expresado su disposición a liberar a los 50 rehenes restantes —menos de la mitad de los cuales Israel cree que siguen vivos— a cambio de prisioneros palestinos, un alto al fuego duradero y una retirada israelí. También dijo que entregaría el poder a otros palestinos.

Pero ha descartado deponer las armas o exiliarse.

Incluso si el grupo aceptara desarmarse, sería algo difícil de verificar. Otros grupos armados podrían reemplazar pronto a Hamás en la vanguardia de lo que muchos palestinos —incluidos opositores de Hamás— consideran una resistencia armada legítima a la ocupación militar. Eso fue lo que sucedió cuando la Organización para la Liberación de Palestina, el principal grupo extremista de su época, acordó exiliarse en Túnez tras la invasión israelí del Líbano en 1982. Hamás irrumpió en escena en Gaza al inicio de un levantamiento palestino cinco años después.

Desde la perspectiva de Hamás, entregar las armas dejaría a los palestinos indefensos ante el régimen militar israelí actual y la expansión de asentamientos en tierras que ellos quieren para un futuro Estado. A su juicio, esto prácticamente condenaría al fracaso esa aspiración nacional.

No hay indicios de que Trump presione a Israel

En junio, Trump selló una tregua entre Israel e Irán tras ordenar a Netanyahu —por teléfono y en redes sociales— que suspendiera su oleada de ataques aéreos. La impactante intervención en una operación militar israelí en curso fue una poderosa demostración de la influencia de Estados Unidos sobre su aliado cercano.

No ha habido señales de ello con la guerra en Gaza.

Trump ha exigido que Hamás libere a los rehenes sin ejercer ninguna presión pública sobre Israel para que detenga o incluso reduzca sus operaciones, como intentó hacerlo el expresidente estadounidense Joe Biden, logrando un éxito limitado.

Más allá de proporcionar miles de millones de dólares en armas a Israel, Estados Unidos lo ha protegido de los llamados de la ONU a un alto al fuego, ha impuesto sanciones a jueces internacionales que persiguen judicialmente a funcionarios israelíes, ha reprimido las protestas en campus universitarios estadounidenses e incluso ha amenazado a Canadá con imponerle aranceles más altos por su postura en el conflicto de Oriente Medio.

La influencia de otros países sobre Israel, incluidas las más de 30 naciones alineadas con Occidente que han pedido el fin de la guerra, palidece en comparación.

Cualquier retirada del apoyo estadounidense alarmaría a los israelíes y podría obligar a Netanyahu a hacer concesiones que conduzcan a una tregua, pero no hay indicios de ello. Y no está claro qué presión adicional se podría ejercer sobre Hamás en Gaza después de que la mayoría de sus altos líderes y miles de combatientes han muerto en uno de los ataques militares más mortíferos y destructivos desde la Segunda Guerra Mundial.

El lunes, Trump declaró a la prensa que podría haber un “final definitivo” en Gaza en las próximas dos o tres semanas, sin dar más detalles.

“Creo que estamos haciendo un muy buen trabajo”, dijo. “Pero tiene que terminar”.