viernes 11 de marzo

Lo que experimenté  el pasado viernes 11 de marzo, cuando el terremoto de 8.8 sorprendió a Japón, no fue tan intenso como lo que vivieron las personas en el hipocentro (en el noroeste del país), pero tuve mucho miedo.
La mayoría de las personas, excepto los que vivieron  el terremoto de Great Hanshin (de 1995 y magnitud de 6.8), decían que éste era el mayor terremoto jamás experimentado.

Yo estaba trabajando en la oficina cuando el terremoto ocurrió. Soy vendedora de acciones. Anteriormente hemos tenido terremotos de poca intensidad, así que, al principio, pensamos que éste era como los otros temblores pequeños, pero  se volvía más  y más grande.

Todos nos sentamos en las sillas; pensaba que si me mantenía de pie, no podría permanecer así por mucho tiempo. Las puertas de los pasillos y los anaqueles se deslizaban y el edificio temblaba bastante.

Como hemos tenido terremotos periódicamente, usamos las escaleras de emergencia para evacuar el edificio, que es de 37 pisos. Se podían ver las  paredes crujir y las  grietas en éstas.  

Tratamos de llamar a nuestros familiares y amigos, pero la mayoría de las líneas estaban ocupadas o no servían.
Luego del  terremoto, regresamos a las oficinas y miramos las noticias. Al principio, no parecía haber ocurrido lo peor, pero cuando el tsunami arropó la orilla del mar, parecía el fin del mundo. Todos exclamábamos gritando y decíamos: ¡Oh, mi  Dios...!

Los trenes se detuvieron, así que teníamos que permanecer en las oficinas; sin embargo, muchas personas trataban de regresar a sus casas caminando. Las calles se abarrotaron.    

Se veían largas filas de gente en los supermercados y otras tiendas tratando de comprar comida y agua.

Tiempo después, tarde en la noche, el tren comenzó a funcionar, así que muchos de nosotros pudimos regresar a casa.

Desde anoche hasta ahora (viernes 11 a las 10:43 p.m. de Puerto Rico), hemos seguido sintiendo terremotos. Con las preocupaciones no pude dormir mucho, pero estoy agradecida porque estoy bien.
Sólo espero que nunca volvamos a tener un terremoto como éste.

Sinceramente,

Ai Uehara