Los casos eran complejos. Requirieron horas de trabajo policial.

Los expedientes están colocados sobre el escritorio de la sargento Karen González Massa, supervisora de la División de Delitos Sexuales de Carolina.

En su interior, hay datos relacionados con cuatro violadores en serie que operaron en la zona policiaca de Carolina, entre otros pueblos de la Isla. Tres de ellos fueron arrestados y cumplen sentencias de cárcel, pero aún se desconoce la identidad del cuarto.

¿Cuál es el perfil del violador? Es una pregunta que se repite a saciedad en historias sobre ofensores sexuales. Pero lo que González Massa sí puede contestar es que cualquiera puede ser un agresor sexual, que no hay un estereotipo.

Los actos, más que todo, abren un resquicio a la agresividad y el sadismo de los criminales.

Los casos en Carolina presentan a tres hombres casados, algunos con hijos, que violaban en serie. Todavía se intenta identificar a otro sujeto que violaba a turistas en la playa de Isla Verde y en la capital.

“No pensaba, cuando llegué aquí, que estos crímenes podrían estar ocurriendo en Puerto Rico” , indicó la sargento.

“El personal aquí está comprometido. A veces, trabajamos largas horas, pero siempre con el fin de poder esclarecer y poder hacerles justicia a las víctimas”, añadió.

Pruebas ADN lo delataron


Las autoridades visitaron obras de construcción para poder identificar a un violador que agredía a mujeres comerciantes entre el 2005, 2006 y 2007. 

En las escenas criminales siempre se encontró algún rastro de terreno. Se creía que el sujeto podía ser un obrero de construcción. Por eso, se intentó determinar la procedencia del fango que se recuperaba en la escena criminal, pero una prueba de ADN que se le tomó durante su ingreso a prisión por un robo finalmente lo delató. 

Alexander Cruz Berríos trabajaba en landscaping y acechaba a mujeres comerciantes que trabajaban solas en sus negocios. Mediante un acuerdo de cooperación, fue sentenciado a 40 años de cárcel en julio de 2011 y tenía otros casos pendientes en otras jurisdicciones de la Isla,  específicamente en la zona policiaca de Humacao.

Proviene de una familia “normal”, tenía esposa e hijos, y se desconoce qué lo pudo haber motivado a robar y cometer las agresiones sexuales. 

Sí se pudo determinar que el individuo había sido un usuario de sustancias controladas y que comenzó su carrera criminal asaltando negocios.

El sujeto, en ocasiones, manoseaba a sus víctimas, pero en otras cometía las violaciones.

Agresor que prefería a las rubias


Félix Hernández Doble tenía un taller de hojalatería. Frecuentaba el gimnasio. De hecho, no era inusual que amistades le alabaran su condición física.  

Parecía tener mucho más que la mayoría de la población puertorriqueña, que tiene que hacer sacrificios diarios para echar adelante, ya que sus ingresos podían sufragar una lancha con varias habitaciones, entre otros lujos, como un auto Mercedes Benz. 

Casado, pero sin hijos, Hernández Doble no necesariamente encajaba con el perfil de un individuo que merodeara en una Mitsubishi Montero, secuestrando y violando a sus víctimas, mujeres jóvenes y rubias, entre los 23 y 29 años de edad. 

Pero así lo hacía, hasta que fue arrestado en Guaynabo, en julio de 2003.

“Era detallista.  Siempre estaba pendiente del ejercicio”, indicó la sargento, al subrayar que solo por su primer caso en Carolina fue sentenciado a cumplir 160 años de cárcel.

El hombre cometió tres violaciones en la zona policiaca de Carolina en el 2003, pero también se le sometieron casos en otras jurisdicciones.  Como muchos otros violadores en serie, sorprendía a sus víctimas en la carretera, armado con una pistola.

Aterrorizó complejos de “walk-ups”

Limpiaba piscinas y hacía otros chivitos, pero sus crímenes alcanzaron un alto grado de notoriedad que por semanas acapararon los titulares de los medios de comunicación. 

Efraín “Chewi” González González invadió un hogar en un complejo de walk-ups de Trujillo Alto en el 2008 y el acto sirvió de antesala para una serie de crímenes que se extendieron por  Toa Alta, Trujillo Alto, Gurabo, Carolina y la capital. Se distribuyó un boceto y rápidamente llegó a ser conocido como “el Violador  de los walk-ups”. 

El sujeto solía entrar a los apartamentos más altos de los complejos. Neutralizaba a sus víctimas al amarrar sus extremidades mientras robaba ropa y artículos electrónicos, entre otra propiedad.

A raíz del caso de Chewi, miles de puertorriqueños redoblaron las medidas de seguridad mediante la compra de alarmas y portones. Tras una búsqueda intensa por parte de las autoridades, se pudo esclarecer su identidad y arrestarlo el 22 de febrero de 2011 en una finca del  barrio Celada de Gurabo. 

El sujeto, que cumple cerca de 158 años en prisión, se declaró culpable por una serie de delitos, como agresión sexual, restricción a la libertad y violaciones a la Ley de Armas.

Violaba a turistas en las  playas

No saben cómo se ve. 

De hecho, desconocen si es puertorriqueño o si habla con un acento extranjero.

El sujeto atacó a turistas en las playas de Isla Verde y San Juan entre el 2006 y 2007. 

Una de las víctimas, sin embargo, era una puertorriqueña que, por su físico, aparentaba ser extranjera. 

Según se desprende de la investigación de las autoridades,  el violador sorprendía a sus víctimas por detrás y después cometía la violación. Les  preguntaba: “¿Tú quieres vivir o tú quieres morir?”, en un acento neutral. 

Ninguna de las cuatro mujeres que atacó en las playas pudieron ver su rostro. 

Quizás, uno de los asuntos más insólitos es que las agresiones se cometieron entre  las 5:30 y 6:00 de la tarde en las playas públicas.

Por otro lado, las autoridades están atentas a otros crímenes parecidos que se perpetraron  en las playas de Vieques en el 2011 y 2012, pero, por lo menos en uno de estos incidentes, una de las víctimas pudo ver el cuerpo del victimario, que no tenía camisa, pero sí vestía con un pantalón turquesa y zapatos.

El sujeto, aparentemente, también sorprendía a sus víctimas por detrás.