“Todas las cosas llegaron a su sitio. Pude demostrar, con mi frente en alto, que yo soy inocente”.

Esas fueron las palabras de Aida de los Santos Pineda, nueve horas después de que un jurado la absolviera de los dos cargos que pesaban en su contra, cuando se pudo quitar los zapatos, sentarse tranquila y disfrutar de su libertad.

El bullicio y las felicitaciones no paraban. La felicidad de estar fuera de las rejas que la mantuvieron cautiva 10 meses era un sentimiento muy grande para ella.

En un lugar resguardado y con seguridad por órdenes federales, Aida, no paraba de reír. Y no era para menos: hacía 10 meses que la mujer había llegado a Puerto Rico con una orden de arresto en su contra y se había sometido al sistema judicial.

Relacionadas

Desde entonces estuvo encarcelada, esperando a que se cumpliera el proceso. Ayer, finalmente, un jurado compuesto por nueve mujeres y tres hombres decidió de manera unánime, en apenas cerca de tres horas, que no era culpable de matar a su jefa Georgina Ortiz Ortiz, como le imputó el Ministerio Público.

De hecho, a su salida de sala, la fiscal Elba Acevedo se limitó a decir: “El jurado habló y respetamos la decisión”. No quiso contestar ninguna pregunta de los periodistas y se fue escoltada por un alguacil, mientras la comunidad dominicana se apoderaba del pasillo entre gritos y lágrimas de alegría.

Con toda la pesadilla atrás, una de las primeras cosas que hizo Aida fue hablar por teléfono con sus familiares.

También ofreció unas breves palabras cuando salió del Servicio federal de Inmigración y Aduanas (ICE) agradeciendo el apoyo de las comunidades puertorriqueñas y dominicanas y mandando un mensaje a los familiares de Georgina.

“Me duele lo que pasó, pero yo no podía hacer nada porque no estaba en mis manos”, dijo entonces, rodeada por sus abogados, el cónsul Franklin Grullón y personas que siempre creyeron en su inocencia.

Más adelante, pudo saborear su primera comida en la libre comunidad: camarones con tostones.

“Nunca me escondí; vine de Santo Domingo, di la cara y aguanté todo, todo, lo que ellos me quisieron dar. Ahora me toca a mí, porque yo soy inocente, y siempre lo dije: el que nada debe, nada teme”, enfatizó.

Tomando las palabras que uno de sus abogados, Aarón Fernández, utilizó en su turno de cierre, Aida expresó que la quisieron vincular al crimen sin tener las pruebas.

“Al rompecabezas... siempre le faltó una pieza. Ellos quisieron completarla conmigo pero no fue así. La pieza mía no encajaba en el rompecabeza de ellos”, declaró.

“Ahora les toca a ellos hacer una investigación y buscar al culpable porque yo conocí a Doña Ginny y sé que era una buena persona que no se merecía una muerte como la que le dieron. Y yo estoy de acuerdo en que ellos hagan unas nuevas averiguaciones y cojan al asesino pa’ que pague por lo que hizo y por los 10 meses que yo duré ahí encarcelada siendo inocente”, manifestó.

De todo lo que se dijo en el juicio, ¿qué fue lo que más te molestó?

Pues lo más que me molestó era cuando me llamaban asesina, eso yo sentía que me clavaban un puñal en el corazón, porque no lo soy. Mis manos están limpias y nunca se han manchado de sangre. Y con la sangre de Doña Ginny menos, porque nunca me dio motivos para que yo hiciera algo tan feo así.

¿Tienes fe en que van a encontrar a las personas que hicieron esto?

Yo tengo fe y pienso que ellos deben de hacer hasta lo imposible por encontrarlos, porque ella se merece que arresten al que le hizo ese daño tan grande a ella y a su familia.

¿Tú crees que en algún momento te pueden usar como testigo?

No lo sé.

¿Y si te llamaran para eso?

Si me llamaran como testigo, pudiera, lo hiciera porque yo no tengo nada que esconder.

Día largo y en paz

“Yo me acosté a las 3:00 de la mañana porque me hinqué y oré, una hora y 45 minutos orando. Y cuando me paré de allí ya yo sabía que todo iba a estar bien . En la mañana, cuando llegué al tribunal yo dije: ‘hoy es mi victoria’, pero me lo callé. Cuando desde anoche que dijeron los jurados que quería dar el veredicto y la jueza dijo que no... algo anda raro, raro para ellos, pero lo bueno va a ser para mí.

¿Estabas así de segura?

Así de segura. Cuando me senté al lado de la licenciada (Lucille Borges) estaba nerviosa, llorando, y le agarro la mano

¿Usted a ella?

Sí, yo a ella. Y le dije ‘fuerza, tranquila’. Porque yo siempre creo en Dios y en que Él es el que da y el que quita, y cada cosa tiene caer en su lugar. Todo esto, con todo lo que pasó mi familia se destruyó. Cada quien está por un sitio distinto. Le hicieron daño a la persona que yo más amo en el mundo, a Katherine Romero, mi nieta. La llevaron allí a testificar en mi contra, que yo sé que ellos pusieron palabras en su boca.

Precisamente, la nieta estaba en Puerto Rico encaminada a terminar su escuela para después seguir algún curso universitario, pero ante la situación y que era menor de edad y no tenía un custodio, se tuvo que regresar a la República Dominicana.

Sobre su otro nieto, Francisco Romero Encarnación, también sufrió durante el proceso en su contra, ya que lo cuestionaron y lo investigaron aunque ni siquiera se encontraba en Puerto Rico cuando sucedieron los hechos.

“Yo no iba a permitir que a ellos (mis nietos) los fueran a acusar y maltratar (por algo) que ellos no hicieron. Y yo no lo hice, pero sí tenía que dar la cara y responder porque... yo trabajaba allí”, recordó.

Sobre el momento emotivo que se suscitó en sala justo cuando su nieta se levantó del banquillo de los acusados y Aida le gritó “ te amo” y la abrazó, provocando que la jueza Eloína Torres Cancel la reprendiera, Aida contó que a pesar de todo, fue el momento más feliz del juicio.

¿Cómo fue ese momento?

Fíjate, para mí ni siquiera sentí el regaño, ni fue nada, porque aquel día allí fueron unos momentos de los más felices... tenía dos años de no ver a mi nieta y de que no le daba un abrazo. Pasó por mi lado, me le fui encima y la abracé, porque mis sentimientos nadie los puede controlar.

¿En algún momento te dio miedo que no te creyeran?

No, no me dio miedo. Es que siempre lo dije, yo estoy aquí y vine para que sea lo que Dios quiera; cuando yo vine para acá yo no pensé jamás que a mi alrededor iba a haber tanta persona que me apoyara y que me iba a encontrar a cuatro abogados que iban a dar su vida allí por mí.

¿Tú sabes que alguna gente puede tener duda de tu versión?

Sí, lo puede haber.

¿Y qué tu le dices a esa gente?

Que Dios los bendiga y muchas bendiciones para ellos.

¿Tú estás segura de que tú no lo hiciste?

Yo no lo hice.