La conciencia que se ha creado desde hace varios años sobre los métodos adecuados para disciplinar a los niños y las niñas debería haber eliminado los golpes como método para lograr el objetivo, pero la realidad ha demostrado que aún queda camino por recorrer.

Según la psicóloga Coral M. Román Rosado, se ha tratado de crear conciencia y sí, “quizás ha disminuido un poco en comparación con 40 años atrás, pero aun así está muy presente… Ha disminuido no pegarle con objetos, pero todavía existe el cantazo por la cabeza o el darle con la chancleta”.

Una acción, una respuesta

Ese cantazo o chancletazo casi siempre es la respuesta a una instrucción no obedecida que provoca que el cuidador exprese: “Está imposible”. “Está bien malcriado”. “Me saca por el techo”. “Todo lo que uno dice no lo quiere hacer”. “Es un vago o una vaga”. “Está bien terrible”.

Relacionadas

“Se promueve mucho por ahí que para disciplinar, para que un niño siga instrucciones, hay que pegarle, y eso acarrea cosas emocionales. Culturalmente se cree que para disciplinar hay que pegarle sino, no va a aprender… Todo se resuelve de esa manera”, mencionó. Sin embargo, el problema no se soluciona con ese golpe, al contrario, crea otros en el menor de edad.

Román Rosado indicó  que la corrección mediante un golpe puede tener múltiples consecuencias, por ejemplo, trae confusión si se le enseña a no ser agresivo pero se le corrige con una agresión.

Otras consecuencias pueden incluir la frustración, el coraje, la tristeza y la irritabilidad, así como promover que el menor sea temeroso o retraído. En casos más extremos, según el nivel y la frecuencia de los golpes, podría desarrollar trastorno postraumático.

No hay que pegar para disciplinar

¿Qué hacer entonces? La doctora destacó que para lograr una dinámica saludable en el hogar, se puede seguir los siguientes consejos:

- Estar consciente del modelaje que le da al menor. Sin un modelaje adecuado, todo lo demás pierde su valor, dijo. “El niño tiene una conducta que es reflejo muchas veces de los cuidadores, porque es la conducta que le modelan, pero no las quieren en sus niños”, señaló.     

- Ser asertivo, consistente y firme.

- Disciplinar o castigar sin que ello implique pegarle.  

- Manejar adecuadamente los refuerzos que le da al menor.  Un refuerzo positivo hace que una conducta aumente.  Por ejemplo,  un niño está en una tienda y se le dice que no se puede comprar lo que quiere y le da una rabieta, si mamá le compra un dulce (un refuerzo positivo) ya él sabe que cuando grite le van a dar algo. “Le dieron un premio por una conducta que no debía realizar; el refuerzo  se usa cuando hace una conducta deseada”, expuso.  

- Darle tiempo de calidad con actividades que sean de su interés, no necesariamente para el adulto.

- Darle estructura al menor.  Por ejemplo, el menor debe sabe que cuando llegue de la escuela habrá una hora para comer, estudiar, etc. “Es tener un orden en el hogar… porque de lo contrario no sabe qué va a pasar en la casa… y están perdidos, no sabe  qué le toca hacer”, dijo. 

- Prepararse, esforzarse y tener introspección de su conducta como cuidador. Por ejemplo, hay adultos que experimentan depresión o ansiedad, por lo que al estar cargados emocionalmente a veces reaccionan de manera impulsiva. “Me he dado cuenta que a veces a los padres se les hace difícil autoevaluarse, reconocer que quizás ellos tienen problemas de control de impulso, de ansiedad o emocionales que no quieren trabajar, ese esfuerzo no lo quieren pasar. Es más fácil salir y  pegarle”, dijo.

Ante esta realidad, Román Rosado aconsejó a los cuidadores que busquen ayuda si entienden que no pueden o no saben manejar la conducta del menor sin recurrir a pegarle.

“No tengan miedo a autoevaluarse. A  veces lo ven como debilidad autoevaluarse y es positivo porque nos ayuda a crecer como seres humanos. Si se dan cuenta de una debilidad emocional o mental que los lleva a una conducta y quieren trabajar o mejorar, no tengan miedo para buscar ayuda. Eso no los hace peores padres, al contrario, deja mucho que decir del buen padre o cuidador que desean ser”, sostuvo.  

“Todos tenemos fortalezas y debilidades, lo importante es saber cuáles son esas debilidades y trabajar con ellas, si no puede por sí mismo, buscar ayuda y ser el mejor padre que pueda ser”, añadió.