Fueron muchas las veces que Alexander Capó Carrillo, conocido como “Alex Trujillo”, estuvo en el umbral de la muerte.

Pero uno de los momentos que más lo marcó previo a su arresto en el 2006 fue cuando un grupo de sus enemigos lo golpeó en una disco y, mientras lo guiaba a las afueras del lugar para asesinarlo, Capó Carrillo dedicó una oración en silencio, pidiendo “Señor, no permitas que me muera hoy”. Y, efectivamente, vive para contarlo.

Capó Carrillo fue uno de los criminales más buscados por las autoridades estatales y federales, previo a cumplir 15 años en prisión.

Hoy, domingo, fue la primera vez que compartió su testimonio de vida desde el púlpito de una iglesia. Fue ante la congregación de la Casa de Adoración y Restauración Con Cuerdas de Amor en San Juan que relató los sucesos de su vida, que desde la temprana edad de 14 años se convirtió en un temido gánster que controlaba varios puntos de drogas del área metropolitana.

“Ahora entiendo el por qué Dios me liberó tantas veces de la muerte, ahora entiendo por qué Él me llamó”, dijo Capó Carrillo a Primera Hora. “Viendo que tanta misericordia que Dios ha tenido conmigo, yo siendo (no) merecedor de ella, he podido disfrutar de Él y ver que me está utilizando para esos propósitos, pues uno se llena de gozo y a la misma vez te asombras”, recalcó.

Capó Carrillo fue uno de los criminales más buscados por las autoridades estatales y federales, previo a cumplir 15 años en prisión. Además de ser sentenciado en el foro federal a 20 años de cárcel por cargos de conspiración, distribuir sustancias controladas como parte de una organización de narcotraficantes, por el uso de un arma de fuego y por portar un arma de fuego cerca de un plantel escolar, fue condenado a 35 años por un cargo de asesinato a nivel estatal.

“Mi vida era un desastre. Mi vida era una escoria”, repitió al reseñar los crímenes que le fueron imputados.

El juez federal Gustavo Gelpí le concedió a Alex una reducción de 240 meses a 200 meses de cárcel, según se desprende del expediente electrónico del tribunal federal. En febrero de este año, llegó a Puerto Rico para cumplir la condena estatal y, de inmediato, fue llevado a la cárcel de Bayamón, de donde salió bajo la Junta de Libertad Bajo Palabra a principios de mes.

Mientras compartía su testimonio, recordó una niñez hermosa y contó de las bondades de su madre, quien falleció mientras estuvo en la cárcel, y de su padre, quien describió como diligente empresario.

Pero, fueron las influencias de líderes criminales de un residencial cercano quienes implantaron influencias negativas en Capó Carrillo, guiándolo a una vida de crimen que llevó a la muerte de su hermano mayor, Polanski, día que lo llenó “de rencor” y “de maldad”.

“Ese día que mataron a mi hermano fue el enlace para construir al hombre que todo el mundo conoce: a Alex Trujillo”, aseguró.

Vengar la muerte de Polanski lo llevó a una vida de crimen que ni él reconocía, aseguró. Con los años, Capó Carrillo hizo crecer el negocio de venta de drogas a través de múltiples residenciales entre San Juan y Carolina. También se le atribuye participación en varios asesinatos. Huyendo de sus enemigos, llegó al residencial Nemesio R. Canales, donde estableció control total del área.

Cuando las autoridades federales empezaron a buscarlo, operó en el clandesinaje durante seis años, periodo que sufrió la humillación de ver cómo arrestaron a su padre y lo condenaron a cuatro años de cárcel por crímenes que realmente había cometido él. Fue durante ese tiempo que describió una vida de continua tribulación mental, en la cual se le hacía difícil conseguir el sueño.

“Yo mismo no me estaba reconociendo. No sentía sentimientos. Yo dije ‘wow, yo no soy la persona que mis papás criaron’. Me pellizqué, porque me sentía muerto”, manifestó.

Su fe vio la mayor prueba cuando como rehén tuvo que compartir una unidad con el asesino de Polanski en una cárcel en los Estados Unidos.

“Cuando iba a dormir, venían escenas del pecado. Nunca me había pasado eso en mi vida. Dije ‘ayúdame, Señor’”, detalló al indicar que, previo a convertirse al Evangelio comenzó a escuchar música cristiana en búsqueda de paz. “Ya mi vida se sentía tan agotada dentro de mí de querer hacer el bien. Cuando doy ese paso (al cristianismo), mi conciencia se silenció. Sentí la paz del Señor y comienzo a sentir gozo”, sostuvo.

En su testimonio, no faltó el agradecimiento a aquellos que le evangelizaron en sus peores momentos, especialmente al pastor Edgardo Aubray, quien se convirtió poco a poco en su guía religioso desde la prisión, ayudándolo a encontrar paz mediante la conversión al cristianismo y la lectura de la Biblia.

“No es el mismo de hoy, te puedo decir”, aseguró. “Comenzamos una relación, al principio difícil. Y no difícil porque fuera mala, sino era de ambas partes. Durante cuatro semanas, estuvimos como en un primer round (de boxeo). A partir de esas cuatro semanas, Alex dijo ‘sí, yo quiero recibir a Jesús’”, narró el pastor al recordar entre risas cuando le anticipó que la primera vez que fuera a una iglesia iba a ser en la que pastorea.

Este es solo el comienzo para Capó Carrillo. Adelantó a Primera Hora que tiene varias invitaciones de escuelas e iglesias para orientar a los jóvenes para que eviten tomar las decisiones que él tomó y opten por una vida óptima en el Evangelio. Asimismo, trabajará como voluntario en la organización sin fines de lucro Fundación Azriel, fundada por el pastor y exreguetonero Héctor Delgado Román, conocido como El Father, como parte de su compromiso en libertad supervisada.

“Si Dios lo hizo conmigo, lo puede hacer con muchas personas. Testificar eso para que Jesucristo, lo puedo hacer con cada ser humano”, pronosticó.