Mañana se cumplen tres años de la muerte del niño Lorenzo González Cacho y todavía las autoridades no han resuelto el crimen que tanta consternación causó a su familia, pero también al país que se mantiene atento a que este capítulo tenga un final en el que se fijen penalidades al o los responsables.

La madre de Lorenzo, Ana Cacho, envió en el día de hoy una declaración escrita a este rotativo en las que describe brevemente cómo han sido estos pasados 36 meses ante la ausencia no sólo de Lorenzo, sino también de sus otras dos hijas, de 15 y 7 años, que permanecen bajo el cuidado de su padre Ahmed Alí González y las cuales no ha podido ver por los pasados años.  

El correo electrónico estuvo acompañado de dos imágenes del niño. En una de ella Lorenzo aparece sonriente y en la otra se ve de espaldas con su uniforme de soccer, el cual llevaba el número 8.

A continuación  reproducimos las expresiones que hiciera llegar Cacho a Primera Hora:

"A tres años de la partida de mi príncipe Lorenzo, me siento igual que como ese horrible 9 de marzo con un vacío inmenso. Solo una madre que ha perdido un hijo conoce este vacío y este dolor que jamás se irá. Imagínense cuan más grande es el vacío ahora mismo cuando te han quitado a las hijas que tengo vivas y tanto me necesitan. 

Me fortalece todos los "mami te quiero" que me decían todos los días y los innumerables buenos recuerdos y momentos que mis tres hijos y yo vivimos, eso me durará toda la vida y nadie me lo podrá quitar.

Espero que pronto se aclare el asesinato de mi Lorenzo y el verdadero culpable sea acusado. La justicia para Lorenzo llegará y jamás me quitaré.

A mis hijas, a las que amo y adoro con todo mi corazón, que a pesar de no haberlas abrazado ni visto en estos últimos tres largos años sé que ya está muy cerca el día en que nos volveremos a reunir. Las quiero !!!!

Le doy las gracias a mi familia, amistades y el equipo por su amor y apoyo incondicional, y a desconocidos que de alguna u otra manera han pedido Justicia para Lorenzo (qepd)."

Lorenzo tenía sólo ocho años cuando fue asesinado. La madrugada del 10 de marzo de 2010 el niño fue llevado por su madre al CDT de Dorado por una presunta caída. Sin embargo, la autopsia reveló que tenía tres heridas con un arma filosa, que pudieran ser compatibles con un cuchillo: en la sien, en la ceja y en el tabique de la nariz. El niño tenía, además, un trauma craneal en el lóbulo temporal izquierdo de su cabeza.