“Estoy muy contento. Han sido 13 años de agonía. Creo que se ha hecho justicia”. 

“Finalmente, se ha hecho justicia luego de 13 años”, afirmó Abraham. “Nunca dudé que había sido ella (Áurea). Nunca”.

Adam, un joven empresario canadiense, fue asesinado en la noche del 22 de septiembre de 2005 en el Viejo San Juan. 

Su asesino confeso, Alex Pabón Colón, dijo que había cometido el crimen por encargo de Áurea, e indicó que los coacusados Marcia y Ferrer Sosa también habían participado de la organización del crimen. Tiempo después, Áurea fue acusada de conspirar para que se cometiera un asesinato por encargo, y de utilizar una facilidad del comercio interestatal, en este caso teléfono y dos vehículos, al conspirar para que se cometiera un asesinato por encargo. Marcia y Ferrer Sosa fueron ambos acusados también de ese segundo cargo. 

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Desde aquel fatídico día en que perdió a su hijo, Abraham había buscado justicia sin cesar, así que tuvo que esforzarse para controlar sus emociones cuando poco antes de las 3:00 p.m. se leyó el veredicto  en la sala presidida por el juez federal Daniel Domínguez. Cuatro veces se pronunció la palabra “culpable”, dos contra Áurea, y una contra Marcia y Ferrer Sosa, respectivamente, abriendo la puerta a la posibilidad de que pasen el resto de sus días tras las rejas. 

Tras conocerse el veredicto unánime -como estipula el proceso federal- que emitió el jurado de cinco mujeres y siete hombres, la mayoría bastante jóvenes, Abraham intercambió saludos y abrazos con familiares, amigos y fiscales. 

Del otro lado, Áurea permaneció inmóvil, prácticamente sin expresión en su rostro. Ferrer Sosa también parecía paralizado por el veredicto, mientras que Marcia estalló en llanto y hasta tuvo dificultades para poder ponerse de pie. 

A pesar de que los abogados de defensa de Marcia y Ferrer Sosa pidieron que les permitieran a sus representados permanecer en libertad condicionada hasta que se dicte la sentencia, pautada para el próximo 29 de enero, el juez Domínguez negó la solicitud aseverando que se trataba de un delito muy grave como para concederles tal privilegio.

“Sentí un gran alivio de que finalmente no tenemos a estos asesinos sueltos por las calles de San Juan, que podrían cometer otros crímenes”, afirmó Abraham. “Estamos todos aliviados. Hemos esperado este día por 13 años”. 

“Mi hijo tendría hoy 45 años y habría sido una de las personas que podría haber estado ayudando a levantar la economía de Puerto Rico. Y esa es la gran tragedia de todo esto”, dijo el padre de Adam, quien además agradeció la labor de la prensa por ayudar a mantener la atención sobre el caso. 

“También siento pena por la familia (Vázquez Rijos), porque, por el amor de Dios, con esos mismos esfuerzos pudieron haber hecho algo productivo”, agregó Abraham. 

“Todo lo que puedo decir a partir de ahora es que, gracias a Dios, al menos para Puerto Rico, no se podrá decir que alguien se puede salir con la suya cometiendo un primer asesinato”, insistió Abraham, visiblemente emocionado. “Nadie se puede salir con la suya cometiendo un asesinato”.

La jefa de la fiscalía federal en Puerto Rico, Rosa Emilia Rodríguez Vélez, afirmó que con el veredicto se lograba cerrar “el círculo que empezamos tantos años atrás”. 

“Estamos logrando que vayan a la cárcel los verdaderos responsables. No nos quitamos nunca”, afirmó Rodríguez Vélez, recordando que el caso enfrentó muchísimas dificultades incluyendo las negociaciones para lograr la deportación de Áurea desde España. 

Los abogados de la defensa, Lydia Lizarríbar (Áurea), Ovidio Zayas ( Ferrer Zayas), y Fernando Zambrano y Artemio Rivera (Marcia), dejaron saber que apelarían la decisión. 

En particular Zayas, Zambrano y Rivera insistieron en que “no se ha probado el caso más allá de duda razonable”. También hablaron de una posible moción para pedir la celebración de un nuevo juicio. 

Anticiparon que, de considerarlo pertinente, acudirían incluso al Primer Circuito de Apelaciones de Boston para llevar sus reclamos. 

Tras el veredicto, los tres condenados serían llevados al Centro Metropolitano de Detención de Guaynabo. En el caso de Marcia, se estableció que luego sería trasladada a una institución penal siquiátrica, en Carolina del Norte, para que pueda recibir tratamiento. Áurea, de 38 años; Marcia, de 41; y Ferrer Sosa, de 44, se exponen todos a ser condenados a cadena perpetua.