La investigación de la masacre en la que perecieron tres menores y dos adultos en dos escenas separadas en Piñones y Carolina va dirigida a establecer mediante el análisis del contenido de los teléfonos celulares de las víctimas, y el publicado en sus redes sociales, si había un plan, desde qué hora estuvieron juntos, los lugares recorridos por el grupo, si fueron acompañados por otras personas y en qué momento sus trayectorias se separaron.

De esas gestiones que son indispensables, entre otras, se encarga el Negociado Federal de Investigaciones (FBI, en inglés), que utiliza tecnología para confirmar esa conexión que, junto con vídeos de cámaras de seguridad ya ocupados y otras imágenes por obtener, lograrán confirmar la dirección tomada la fatídica madrugada del pasado martes, 25 de julio.

El coronel Roberto Rivera Miranda, comisionado auxiliar de Investigaciones Criminales, confirmó que poseen información que establece que ya para la 1:30 de la madrugada las menores estaban en el vehículo en su trayectoria hacia la zona metropolitana, según fue captado en uno de los vídeos de cámaras de seguridad ocupados.

Sobre las confidencias que manejan, según indicó el inspector Ricardo Haddock, comisionado auxiliar de Investigaciones Criminales, se reafirmó en que no han sido muchas, y las recibidas no han sido de valor, por lo que hizo un nuevo llamado a la ciudadanía para que colabore a través de la línea confidencial del Negociado de la Policía, (787) 343-2020.

“Estamos esperando más confidencias, porque las que tenemos no han ayudado mucho”, expresó.

Al presente, no se descarta ninguna teoría ni se ha pronunciado el motivo de los crímenes.

Los tres jóvenes ejecutados durante la madrugada del martes, en el Camino Campeche del barrio Martín González, debajo del puente de la Ruta 66, en Carolina, fueron identificados como Iván Alfonso Morales Rivera, de 15 años; Dartaneon Pablo Figueroa Navarro, de 18 años, ambos de Guayama; y Erik Johan Batista Trinidad, de 27 años, quien vivió hasta hace unos cuatro a cinco meses en Río Grande y estaba residiendo en Arroyo.

Morales Rivera figuraba como persona de interés en la segunda masacre del año reportada el pasado 10 de abril frente a un negocio en el sector López Nieves del barrio Guamaní, en Guayama, la cual fue motivada por el narcotráfico y la venganza de parte de la organización del fugitivo federal Nelson Torres Delgado, apodado “El Burro”.

Mientras que, Batista Trinidad había sido fichado en noviembre de 2016 por violación a la Ley de Sustancias Controladas y Ley de Armas de Fuego, entre otros delitos.

El pasado martes, a eso de las 4:47 a.m., patrulleros localizaron una guagua en el estacionamiento de un negocio en el kilómetro 1.4, en Piñones, los cadáveres de las adolescentes Nahia Paola Ramos López, de 13 años, de Arroyo, en el asiento delantero, y el de Tanaisha Michelle De Jesús Curet, de 15 años, en la parte posterior.

La camioneta marca Toyota Tacoma, color anaranjado y del 2018, fue hurtada a un comerciante mediante la modalidad de “carjacking” el domingo pasado en la urbanización Jardines del Caribe, en Ponce. Presuntamente, en este caso el sospechoso estaba encapuchado.

Mientras, las 6:20 a.m. del martes se encontró la segunda escena. No obstante, la pesquisa se inclina a que fue el triple asesinato el que ocurrió antes que los crímenes de las adolescentes, que las menores fueron recogidas por el trío en la comunidad Las 500, del barrio Pitahaya en Arroyo, con rumbo a Carolina, los ejecutaron y luego continuaron en ruta a Piñones, donde ultimaron a las menores. Se indaga si pudo ser un negocio fallido con el vehículo hurtado, lo que desató la matanza.

El FBI se une a la pesquisa por el asesinato de las niñas en Piñones.
El FBI se une a la pesquisa por el asesinato de las niñas en Piñones. (Twitter)

En la guagua, que es analizada en el Instituto de Ciencias Forenses (ICF) para determinar la trayectoria de los disparos, y si hubo fuego tanto del interior como desde el exterior, no se ocuparon armas de fuego.

El Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC) de Ponce se encuentra cubriendo el ángulo sobre una pandilla dedicada a cometer “carjackings” en la zona sur, para identificar si alguna de las víctimas era parte de sus integrantes, analizando los casos de un comerciante, el de un gruero que fue detenido por una mujer utilizada como señuelo para ser asaltado el 15 de julio, en la carretera PR-10 en el barrio Santa Rosa de Ponce; y el de otra conductora que fue víctima de ese delito en Peñuelas.

El vínculo entre ambas escenas –la de Carolina y Loíza– ya se había establecido, porque el día de los hechos la madre de Tanaisha, Maribel Curet, al despertar y no encontrar a su hija, ni a Nahia Paola, quien pernoctaba en su hogar, le dijo a su hijo lo ocurrido y comenzó a llamarlas a sus teléfonos celulares. Uno de los móviles fue respondido por un hombre que les dijo que lo había encontrado debajo de un puente, mientras recogía latas en el barrio Martín González, en Carolina, donde estaba la escena del triple asesinato.