Durante el tercer día de la vista preliminar contra Luis Gustavo Rivera Seijo, también conocido como El Manco, su abogado, Mario L. Moczó, le cuestionó a Cacho por qué le había negado al Negociado Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés) que la noche de los hechos estuvo compartiendo íntimamente con William Marrero y que consumió bebidas embriagantes.

“Yo nunca lo negué, solo omití el detalle”, expresó como parte del proceso que se realiza en la sala del juez Carlos G. Salgado Schwarz, en el Centro Judicial de Bayamón.

Asimismo, dijo que tampoco negó el dato al agente Nicolás Maldonado, adscrito a la División de Homicidios de Bayamón, porque él solo le hizo tres preguntas el día del asesinato, el 9 de marzo de 2010, en el Centro de Diagnóstico y Tratamiento (CDT) de Dorado.

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Moczó también resaltó una supuesta inconsistencia entre las explicaciones que ofreció Cacho sobre el golpe que sufrió Lorenzo mientras era transportado al hospital.

Según subrayó el abogado, Cacho dijo a la fiscalía estatal que había sido con la puerta de la marquesina cuando lo cargaba en brazos y contó al FBI que ocurrió con la puerta del vehículo mientras lo montaba.

Más adelante, la defensa repasó el asunto de la contratación de los detectives Milton Rodríguez y Jorge Aponte para, según la testigo, “ayudar a la Policía con la investigación de la muerte de mi hijo”.

A Rodríguez le entregó las dos botellas de cerveza que abrieron Marrero y ella antes de subir a su habitación, las cuales no fueron ocupadas por los investigadores como evidencia. También le hizo entrega de un objeto que se les quedó en un baño a los técnicos del Instituto de Ciencias Forenses (ICF), trascendió.

“Yo siempre dije la verdad”, se defendió la madre de Lorenzo sobre las presuntas diferencias en lo que declaró durante varias entrevistas.

El abogado trajo a relucir expresiones de Cacho en el CDT hechas al FBI en el sentido de que al colocar a su hijo en la camilla pensó: “¿qué monstruo le hizo esto a mi niño?”, mientras que a la fiscalía estatal le manifestó que su pensamiento fue “¡Dios mío! ¿Con qué se dio?”

Moczó también señaló que Cacho verbalizó en un momento que al encontrar a Lorenzo herido escuchó un suspiro, pero que al FBI le dijo que el niño hizo un ruido “como de burbujas”.

La testigo confirmó que se dispuso del colchón de la cama y de la ropa ensangrentada que llevaba puesta.

También aceptó que no recuerda si le indicó al FBI que cuando llegó del CDT, la hamaca del patio no estaba, mientras que las fotos del ICF demuestran que estaba puesta los días 9 y 10. Debajo de la hamaca fue que se encontraron los documentos de excarcelación de El Manco.

El abogado también trató de establecer que Cacho González se enteró de que su hijo había sido asesinado antes de tomar la decisión de cremarlo. 

“La cremación siempre fue la única opción”, reveló. 

Al preguntarle si le robaron algún artículo de valor, la testigo afirmó que no le faltaba nada. El Departamento de Justicia había indicado que supuestamente Rivera Seijo escaló la residencia para cometer el delito de apropiación ilegal. 

Le cuestiona su vida íntima

Moczó indagó sobre aspectos íntimos de la relación de Cacho con el padre del niño, Ahmed Alí González Sánchez, de quien estaba separada hacía ya un año y medio, y contra quien había solicitado órdenes de protección en tres ocasiones porque supuestamente le temía.

La mujer le explicó al abogado que colocaba cadenas en las dos puertas que daban acceso al patio por temor a que González Sánchez entrara, pero aclaró que la noche de los sucesos no las puso ni tampoco aseguró el portón trasero, solo se cercioró de que estaban cerradas con llave.

“Las ponía (las cadenas) porque el señor Ahmed se metía en la casa, como lo había hecho otras ocasiones anteriores”, concedió en voz baja.

También le preguntó si quien era su pareja para ese momento, Jesús Genaro Camacho, conocía que también compartía con el agente del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) William Marrero, y si a la misma vez mantenía algún tipo de relación con Arnaldo Colón, amigo de los otros dos hombres.

El fiscal Mario Rivera Geigel intervino para cuestionar la pertinencia de divulgar la vida sexual de la mujer, pero el juez permitió las preguntas del abogado.

Cacho González explicó que había comenzado una relación con Camacho en octubre de 2009.

La testigo había declarado a preguntas de la fiscal María del Carmen Rodríguez que la noche del crimen, Marrero estuvo compartiendo con ella en su hogar mientras sus niños dormían y que abandonó su casa cerca de la 1:00 a.m.

Admite que fumaba marihuana

Otra pregunta que hizo el licenciado Moczó fue si Marrero la había llamado para llevarle unas pastillas para adelgazar o si le llevó sustancias controladas.

“Nunca”, respondió la testigo al referirse a que no ha consumido sustancias controladas con Marrero.

Aceptó que tenía en su mesa de noche dos pipas, una de cristal y una de madera, y que las había utilizado para consumir marihuana. Sin embargo, no estableció con qué frecuencia.

“¿Usted las usaba (las pipas) para fumar marihuana?”, le cuestionó Moczó.

“En algún momento sí”, respondió Cacho.

“¿Qué tan seguido usted usaba esas pipas?”, continuó el abogado defensor.

“No le podría decir… de vez en cuando”, sostuvo la testigo.

Cacho González culminó esta tarde su testimonio. 

El juez Carlos G. Salgado Schwarz recesó hasta este lunes a la 1:30 p.m. luego de que la fiscal Rodríguez interrogara a William Marrero Rivera, un agente del Servicio de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés).