Santiago Del Valle y Ana Gloria Reyes, quienes fallecieron trágicamente a consecuencia de un regateo entre varios jóvenes en Río Grande, fueron despedidos hoy por sus familiares y amigos durante una ceremonia militar celebrada en el Cementerio Nacional en Bayamón.

Una comitiva fúnebre escoltó los ataúdes de Del Valle, de 78 años, y Reyes, de 68, hasta el gazebo donde se honra a los veteranos del Ejército de los Estados Unidos. Allí, tres militares de la Guardia Nacional colocaron la bandera estadounidense sobre el ataúd de Del Valle  y se procedió al toque de queda que se suele tocar a los veteranos, así como a los soldados caídos. Luego procedieron a doblar la bandera y a entregarla a Amary Del Valle, hija del fallecido. 

“En nombre del presidente de Estados Unidos, de las Fuerzas Armadas y de una nación agradecida, por favor acepte esta bandera como expresión de aprecio”, expresó el sargento Luis Álvarez.

En tanto, Edgardo Santiago Feliciano, hermano de la fallecida, dijo que lo que ha sucedido representa un dolor bien grande para la familia, para sus hermanos, hermanas, yernos y nietos. “Esta mañana cuando me levanté no sabía cómo salir de la casa. Le eché agua a las matas que había sembrado mi hermana, de tomates, ajíes dulces, yautías, plátanos y recao, y alimenté los gallos de mi cuñado”, expresó apesadumbrado.

“Ellos estaban preparándose para cuando llegaran los tiempos difíciles”, indicó con referencia a la siembra.

Según el informe preliminar de la Policía, el pasado 27 de abril, las dos víctimas fatales salían en un vehículo Mazda desde la carretera PR-967 y, al intentar cruzar la PR-3 con la luz a su favor, fueron impactados por un auto Toyota Echo, color azul, que era conducido por Alfredo Rodríguez Reyes, de 22 años y residente en Luquillo. Rodríguez Reyes transitaba en dirección de Río Grande a Luquillo por la PR-3 y, según el reporte policial, testigos en el área señalaron que iba regateando con un automóvil Toyota Matrix, conducido por Eduardo Nieves Cajigas, también vecino de Luquillo.