Si difícil ha sido tener que acostumbrarse a que ya no estará más con su adorada hija Jorelys –la niña boricua que fue brutalmente violada y asesinada en Canton, Georgia–, peor fue escuchar de boca del homicida de su pequeña la forma atroz en que cometió el crimen.

En primera fila, acompañada de familiares y sin poder contener el llanto, Joseline Rivera escuchó atentamente la espeluznante confesión que un sosegado Ryan Brunn hizo ante la corte superior del condado de Cherokee, donde ayer se declaró culpable de los 13 cargos criminales que se le imputaban y fue condenado a cumplir cárcel de por vida.

“Fue un día bien difícil para mí... no tienes idea de todo lo que le hizo a mi hija. Es un monstruo”, dijo vía telefónica Joseline a Primera Hora desde su residencia en Georgia.

Entonces, un suspiro lanzó a la progenitora de Jorelys a compartir la historia de terror que vivió su chiquilla aquella tarde del 2 de diciembre de 2011, cuando fue secuestrada por Brunn, un empleado de mantenimiento de 20 años que laboraba en el mismo complejo de vivienda de la familia.

“Él empezó diciendo que había visto a Jorelys correr patines y que aprovechó que ella los había dejado afuera para robarle uno... entonces ese día la llamó, le enseñó una foto del skate y le dijo que si lo quería tenía que seguirlo hasta un apartamento donde él lo tenía”, expresó Joseline sobre lo que contó el asesino en cuanto su forma de persuadir a la nena que, inocentemente, asintió al pedido.

Una vez llegaron al apartamento –el cual estaba deshabilitado–, Brunn acostó a la niña en un sofá y la obligó a bajarse los pantalones.

“Él dice que la nena en ese momento se asustó y empezó a llamarme, y le dijo a él que me iba a decir lo que le estaba haciendo”, cuenta Joseline, al explicar que Brunn dijo que en ese momento sintió mucho temor de que Jorelys lo acusara, por lo que decidió llevarla al baño para hacerle daño.

“Allí, le tapó la boquita a la nena, la amarró, la metió en una bañera y empezó a apuñalarla. Él pensó que la nena estaba muerta, pero Jorelys parece que trató de salvar su vida y así, ensangrentada, se sentó en el toilet. Él se impresionó al verla, por los nervios, y con el mismo patín que le había robado le empezó a dar en su carita y la cabeza hasta que me la mató... ahí fue que mi nena dejó de respirar”, manifestó llorosa Joseline, quien no pudo mirar a los ojos a Brunn en ningún momento.

“Cuando escuché esa parte, cuando la asesinó, lo único que pensaba era por qué a mi hija, por qué a Jorelys, por qué a mi angelito. Trataba de mirarlo, pero no podía... lo único que hice en la corte fue llorar. Yo trato de cogerlo con calma, pero todo esto es horrible”, dijo desconsolada la madre que, justo ayer, comprendió por qué, cuando se mudó hace unas semanas, encontró entre los juguetes de Jorelys sólo uno de sus patines.

A preguntas del fiscal Garry Moss, Brunn declaró que se sintió motivado a acosar a Jorelys, pues veía pornografía infantil. Sin embargo, trascendió que no es la primera vez que se le vincula a un par de casos de acoso infantil en el condado de Lumpkin y otro en Virginia.

“La policía me había mencionado que él tenía otros casos de abuso infantil, pero que tenían que corroborar”, dijo Joseline a este diario sobre la conducta criminal de Brunn, quien entre otras cosas también confesó en sala que, agobiado por la búsqueda que realizaban las autoridades, luego de haber sido notificado el secuestro, decidió dejar una nota escrita en un recibo de McDonald’s que leía: “Ella está en la basura”.

Al final de su confesión, Brunn quiso dirigir unas palabras a Joseline y a los demás familiares en sala.

“Me gustaría pedir disculpas por todo lo que hice. Lo siento”, dijo Brunn, pronunciando sus últimas palabras en español.

Por el momento, ese perdón no cabe en el corazón de Joseline. “No puedo, no lo puedo perdonar. Quiero que lo pongan en la silla eléctrica, que pague con muerte y sufrimiento lo que le hizo a mi hija”, puntualizó.