La imagen de su don de gente y la felicidad que le sale por los poros cuando se ponía a bailar mientras impartía el tránsito, hacen del policía municipal de Caguas, Ángel Lebrón Rivera, recientemente retirado, una figura inolvidable para todos aquellos que lo conocieron o, simplemente, lo siguen desde sus redes sociales.

“El Policía Bailarín”, como quiere que se le recuerde, estuvo por los pasados 24 años de su carrera expresándole su amor al prójimo con la frase “I Love You”, repartiendo paletas a los niños los viernes y dando sus pasos de baile, no importa el género, al son que le tocaran.

Su carrera como servidor público comenzó en el año 1986, trabajando como oficinista I en el Centro de Diagnóstico y Tratamiento de Caguas, redactando facturas y los expedientes médicos. A los dos años le avisaron sobre un curso de emergencias médicas y estudió por el día mientras trabajaba de noche.

Nueve meses más tarde, cuando terminó los estudios, fue reclutado por el director médico para trabajar en la Sala de Emergencias, donde laboró 10 años, hasta que se comenzó a hablar sobre una privatización y aprovechó una convocatoria para la Policía Municipal de Caguas, recibiendo el traslado, hasta la semana pasada cuando se retiró a los 58 años de edad.

“Me llevo muchas experiencias bonitas, y me llevo mucho con los niños y personas de edad avanzada, yo las ayudaba a cruzar la calle. A veces me paraba a dar el tránsito frente a la Barriada Morales y aquí hay un edificio de personas de edad avanzada y ellas subían para allá y hasta ‘limbers’ me llevaban, me besaban, me abrazaban. También yo di charlas de motivación en las escuelas y hace un tiempo me escribió una niña, que ya está en la universidad, y todavía lo recuerda”, rememoró Lebrón Rivera, quien dice haber nacido “con la música por dentro”.

A pesar de que reconoce que todavía se siente con la fuerza y vocación para continuar trabajando, la necesidad de cuidar la salud de su progenitora de 83 años le hizo tomar ese paso.

“Me iba a quedar un poquito más de tiempo (trabajando), pero yo tengo a mi mamá viviendo conmigo y como ella tiene 83 años, que yo la cuido, pues tengo que estar bien pendiente, porque ella tiene varias condiciones -como diabetes e hipertensión- y ella es bien activa, así como yo… salí a ella”, narró Lebrón Rivera, quien a diario la lleva a un club de adultos mayores para que comparta con sus amistades para alejar la depresión.

En un viaje recordando sus inicios, indicó que a los dos años de comenzar en la Policía Municipal fue trasladado a la Unidad Motorizada y durante ese período comenzó a dar el tránsito por las mañanas, siendo asignado al semáforo de la carretera PR-183 frente a Oscar Cash & Carry. Un día pasó un vehículo con música en alto volumen y se puso a bailar… lo que no pudo detener por los siguientes 24 años.

“Introduje el baile, pero tuve muchos problemas con mi jefe, porque veían eso mal, porque yo era policía y no podía ser eso, yo no me quité, me regañaban, pero lo seguía haciendo hasta que el alcalde William Miranda, padre, me envió una carta felicitándome por cómo yo daba el tránsito”, según contó.

Explicó que una psicóloga que pasaba por su ruta a diario había escrito una reseña de su labor en un periódico regional y sus jefes dejaron de amonestarlo.

Sus redes sociales también son el vehículo para enviar por las mañanas sus mensajes de ánimo, de agradecimiento a Dios, combinado con comentarios jocosos para que las nuevas generaciones conozcan el significado que tiene la familia en su vida y el amor al prójimo, ya que tiene seguidores en España, Ecuador y de los boricuas que viven en Estados Unidos, entre otros países.

Mira a la Legislatura

Ahora que está retirado, confesó que le gustaría ocupar una posición como legislador para hacer labor de justicia social y defender a los policías municipales “que estamos pasando por muchas vicisitudes porque hacemos el mismo trabajo de la policía estatal ganando mucho menos”.

Me gustaría, para ver si arreglo a estas personas que trabajan más que para ellos. Si yo tuviera la oportunidad de ser un político, créame que yo le voy a entregar todo al pueblo, porque yo soy una persona que me gusta ayudar”, respondió.

No obstante, sus planes son comprar un taxi para tener la flexibilidad de llevar a su progenitora al club y a sus citas médicas mientras labora, ya que se jubiló con una pensión de un 30% de su salario que equivale a $660 mensuales. Aprovechará el dinero que acumuló, ya que nunca se ausentó para poder invertirlo.

Sobre las situaciones difíciles en el desempeño de su trabajo en la calle sobrellevó el peligro aferrado a su fe, porque considera que siempre “tenía un ángel detrás de mí, porque hubo persecuciones y todas esas cosas, pero nunca pasó nada que lamentar”.

“Estamos viviendo en una sociedad que las personas se odian”, reflexionó sobre la otra cara que se vive en nuestras calles e instó a los puertorriqueños a cuidar a su familia, porque de ella emana el verdadero amor, más que a su trabajo.

Lebrón Rivera, hijo de servidores públicos, dice que emuló el ejemplo y el respeto infundido por su madre, quien fue la encargada del comedor escolar de la escuela Diego Vázquez de la Barriada Morales por más de 30 años, y su padre trabajaba en el Departamento de Dietas del Hospital Regional de Caguas.

Al preguntarle a son de qué música se retiró, confesó que salió llorando conmovido por el homenaje que recibió de sus compañeros de trabajo, ya que era el más antiguo de la Unidad de Motoras, para luego agregar que su alegría la manifestó con pasos al ritmo de salsa y de la música de los años 80′s.