Vega Baja. Ángel Vázquez, un vendedor ambulante, se las juega fría en la intersección de la carretera PR-6671 y la PR-2.

En medio del pesado tráfico que caracteriza a esta principal vía de rodaje, el hombre se pasea entre los carros vendiendo botellas de agua sin conocer, tal vez, que lo hace en uno de los tramos más peligrosos en la Isla.

En años recientes, se han registrado cuatro accidentes de carácter fatal entre los kilómetros 37 y 40 de esa zona. Otros 11 incidentes de carácter grave han ocurrido allí.

Con una amplia zona residencial y una concurrida zona comercial, el flujo vehicular mantiene esa área de la PR-2 rebosada. Esto, junto a un gran número de transeúntes cruzando de un lado de la carretera al otro, aumenta exponencialmente las probabilidades de que ocurra un accidente.

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“Lógicamente, al haber tanto flujo de vehículos hay más probabilidades de que ocurran accidentes. Yo, gracias a Dios, no me he visto envuelto en un accidente”, comentó Vázquez, quien se estableció en el mencionado punto tras perder su trabajo hace algunos meses.

El año pasado, y muy cerca de ese lugar, poco antes del Hospital Wilma Vázquez, el ciclista Josué Ramos Ortiz fue atropellado mortalmente por un conductor que luego se fue a la fuga. En el lugar donde ocurrió el fatídico incidente, su familia colocó una bicicleta blanca en memoria del joven, que tenía 32 años.

Tres semáforos más adelante, hacia el este, está la escuela superior Lino Padrón Rivera. El día de nuestra visita doña Inés González Ortiz se encontraba esperando en una isleta un carro público que la llevara a su hogar en el barrio Puerto Nuevo.

“Yo vengo una vez en semana a hacer diligencias pero yo siempre cruzo con cuidado. Hay muchos (conductores) que no se paran pero también hay otros que respetan y le dan paso a uno”, dijo la octogenaria.

“Si veo que hay muchos carros espero un rato a que baje el tráfico”, agregó.

Al otro lado de la carretera, Tomás Hernández Colón esperaba una oportunidad para poder cruzar, luego de haber salido de una cita médica.

A solo unos pasos de donde se encontraba hay un puente peatonal.

“Yo siempre uso el puente pero como lo están arreglando me tuve que tirar por la carretera como tal”, argumentó el vecino del sector La Trocha.

“Lo que pasa es que uno como peatón debe tomar en cuenta que esto es la carretera número dos, y que pasan muchos carros. Por eso uno tiene que tener mucho cuidado cuando va a cruzar. Yo espero que la carretera esté ‘limpia’ (despejada) para poder cruzar. Hay que mirar a la izquierda y a la derecha”, dijo.

Durante el recorrido realizado por este medio, pudimos notar que ninguno de los semáforos peatonales está funcionando. Asimismo, la carretera posee varios tramos irregulares para paradas de emergencias. De igual forma, las guaguas y carros públicos no tan solo hacen sus paradas en las áreas designadas sino que también recogen pasajeros en las concurridas intersecciones donde no se provee espacio para aparcamiento.