Cayey. “Eso fue un abuso a esas muchachas, bendito… Yo no sé qué paso. Ella no se metía con nadie. Era una muchacha buena”.

Oficiales destacados en la escena indicaron que las féminas de 37 y 35 años, respectivamente, fueron golpeadas con un objeto contundente en la parte posterior de la cabeza. Con ellas se encontraba un amigo identificado como Christian Montes, de 21 años, quien también fue atacado y posteriormente falleció cuando fue llevado en condición crítica al Centro Médico de Río Piedras.

Esta sería la tercera masacre del año.

Se presume que el trio fue atacado con un tubo.

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Al momento se desconoce el móvil de los hechos y la investigación se encuentra en manos de la fiscal Maribel Mujica, del área de Caguas, y el Cuerpo de Investigaciones de Guayama.

La mujeres, oriundas de Aibonito, deambulaban por las calles de Cayey hace unos años, y estuvieron bajo tratamiento de metadona. Sin embargo, hacía dos meses que se habían mudado a la estructura donde ocurrió el horrendo crimen y que les rentaron a William Rodríguez por $10 semanales.

El hombre, quien está a cargo de la propiedad, alertó a las autoridades a través de una llamada al Sistema de Emergencias 9-1-1. 

Según explicó, las mujeres vivieron con él en la parte superior de la residencia y el lunes se encontraban limpiando para mudarse a la parte de abajo que les había alquilado. 

El casero relató que a eso de las 3:00 de la madrugada de hoy lo despertó una aparente discusión entre ellas, pero que no se alarmó, porque era normal escucharlas. Sin embargo, le estuvo extraño encontrar el portón de la residencia cerrado y la puerta del apartamento semiabierta, por lo que decidió acercarse. Al mirar hacia el interior de la residencia se percata de la dantesca escena de los cuerpos tirados y ensangrentados en la sala. Luego decidió regresar a su casa temeroso de que el autor de los hechos aun se encontrara en el lugar y procedió a alertar a las autoridades.

“Honestamente, que investiguen porque fue salvaje”, dijo Rodríguez.

 “Parece que la persona que vino no las quiere mucho, porque honestamente fue demasiado agresivo”, relató Rodríguez.

Según Dalis Ortiz, manejadora de Casos del Programa de Ayuda al Deambulante o personas sin hogar del municipio, hasta la pasada semana Jazmín estuvo en una institución de salud mental bajo la Ley 408 para seguir el tratamiento, pero a su juicio le dieron de alta muy rápido.

“Todos son usuarios de marihuana sintética (popurrí) y se la compartían”, dijo.

En cuanto a Montes, quien compartía con ellas al momento de los hechos, indicó que era “conocido de ellas”. El joven residía en la barriada Polvorín en Cayey.

“Jangueaban, como decimos”, indicó.

 A Yuiza, según oficiales, se le conocía en la zona como “El Colorao” y a Jazmín como “La Beba”. Llevaban años deambulando en el pueblo, específicamente en el terminal de carros público. Allí dormían. Fueron intervenidas en varias ocasiones para ofecerle ayuda y rehabilitación por varias agencias gubernamentales, pero alegadamente “El Colorao” era quien se resistía.

Sin embargo, la mamá de Jazmín sostuvo que la occisa se convirtió en usuaria de drogas luego que le removieran del hogar a su hija, la que procreó con el hermano de Yuiza, quien también fuera su pareja.

“Ella vivía con el hermano de ella (de Yuiza), con Mario, eran  pareja, tuvieron una nena y allá se la quitaron y desde que le quitaron la nena, pues, ella se puso así. Después de eso nunca se la enseñaban y ella se puso así”, sostuvo.

“No sé cuántos años tiene (la nena) porque ni yo la he visto, ni a mí me la enseñan. Que la nena ni lo debe saber (que la mama falleció)”, indicó.

La pareja comenzó a deambular cuando falleció la mamá de Yuiza, con quien todos vivían en el residencial Luis Muñoz Morales en Cayey. Desde entonces se quedaron en la calle, relató -por su parte- la hermana de Jazmín, Mayra Rodríguez, con quien se comunicaba constantemente. 

A juicio de Irma fue en la estadía en la calle que las mujeres comenzaron a ser amenazadas y golpeadas.

“Ella (Jazmín) nos llamaba y decía que siempre la estaban amenazando para darle, que abusaban con ella y le daban a las dos. Los mismos que se pasaban con ella. Todo lo que tenían se lo quitaban”, relató.

Mayra, por su parte, indicó que la mujeres siempre buscaron ayuda y descartó que tuvieran problema con alguien porque asegura que eran tranquilas.

“Me la mataron a golpes. Eso era una muchacha que no se metía con nadie”, dijo.

“Ellas eran inseparables”, añadió.

“Yo entiendo que si murieron de esa manera, fue un abuso lo que hicieron ahí. Ellas no eran personas problemáticas. Es mi hermana y yo la conocía, porque estaba así no quiere decir que era una persona mala ,ni nada de eso. ¿Que necesitaba ayuda? claro que sí”, esbozó. 

“A lo mejor se resistían (al tratamiento), pero ella me decía a mí que quería ayuda. Pero hay que estar en los zapatos de la persona para saber qué estaba pasando por la cabeza de ella en ese momento”, dijo.