“16 años son demasiados en esta angustia, queremos cerrar este capítulo horrible en nuestras vidas”.

Daisy Berríos Torres, en su noveno mes de embarazo, fue asesinada con saña a golpes y su cadáver fue lanzado por un risco en un vertedero clandestino del sector Murciélago en el barrio Almirante Sur en Vega Baja.

 El fatídico 26 de junio del 2000, la asistente dental con  31 años y quien se encontraba lista para parir  al día siguiente, le pidió a su hermana Carmen L. Berríos que se quedara con su hija de 8  años mientras se encontraba con el padre de su hijo por nacer en una tienda por departamentos para comprarle unas cosas al nuevo bebé.

“Se veía como molesta, pero era reservada y no contaba sus cosas”, rememoró Carmen, quien cree que dejó a la menor cuidando para protegerla.

Durante la larga espera por el esclarecimiento del crimen, su madre, doña Rafaela Torres, falleció en agosto pasado por problemas cardiacos sin ver que se hiciera justicia a su hija.

“Mi mamá nunca superó la muerte de mi hermana, ella la lloró todo el tiempo. Le tenía hasta un altar en casa y todos los días le prendía su velón y le cortaba flores. No pasó un solo día que no la recordara”, expresó  Carmen a Primera Hora.

Como parte de la pesquisa, el padre del bebé que esperaba Daisy, el entonces policía Orlando Serpa García, asignado a la Unidad de Grúas del área  de   Arecibo y quien era casado, fue acusado y exonerado en el 2004, por cargos de falsificación y apropiación de fondos públicos ante la teoría de que el día de los hechos como coartada anotó horas no laboradas en el libro de entrada y salida cuando en realidad fue al cuartel a las 10:00 p.m. para pedirle a un compañero de trabajo que lo cubriera y certificara que estuvo en su turno desde las 4:00 p.m.

Serpa García, cuando llegó a la unidad a las 10:00 p.m. le notificó al otro agente del turno que lo habían llamado para que acudiera al barrio Pámpanos en Vega Alta, para remolcar un automóvil quemado.

“Él es quien llama a mi papá y le dijo que por casualidad  pasaba por un área y vio el auto de mi hermana y le preguntó que si sabía dónde estaba mi hermana. Cuando llegamos al cuartel, no sabíamos lo que había pasado y él estaba aruñado en el cuello y nos dijo que fue con las matas cuando estaba sacando el carro. Llegó bañado, como si no estuviese trabajando”,  dijo Carmen.

Luego, llegaron al cuartel unas mujeres que les preguntaron si eran familia de la desaparecida, aun cuando no se sabía siquiera si Daisy estaba desaparecida y luego dijeron que buscaban al gruero apodado Landy para saludarlo.

Tres meses después del crimen, su hermana se enteró que una semana antes del asesinato presuntamente esas mujeres habían preguntado por ella en el vecindario; las dos fueron entrevistadas.

Otro testigo, quien declaró ante las autoridades, dijo que observó a una mujer y dos hombres en una guagua con compuerta trasera por el área del vertedero clandestino donde encontraron el cadáver de Berríos Torres, posteriormente identificó a la misma en una rueda de confrontación que resultó ser la esposa del entonces policía.

Las autoridades federales entrevistaron a las personas de interés, a quienes sometieron a pruebas de polígrafo y a los testigos.

El director del Cuerpo de Investigación Criminal (CIC) de Bayamón, comandante Wilson Lebrón, indicó que la fiscal de distrito, Sonia Otero, inició gestiones para reasignar la pesquisa a la Unidad Especializada de Violencia Doméstica.