A la finca de Antonio Umpierre Moncloa se ha metido tanto pillo a robarle las vacas que ya el ganado tiene otra personalidad.

Las vacas, originalmente mansas, ahora se alteran con facilidad.

“Me ven a mí y es como si vieran al diablo”, lamentó el hombre que ha hecho su vida en la finca de Coamo, que ha sido el sustento de más de una generación.

Hace casi dos décadas, en la finca se proyectaba mucho crecimiento, pero la construcción de una calle para unir los barrios Palmarejo y Río Jueyes le partió el terreno en dos y facilitó el acceso a las 1,000 cuerdas. Parece que los pillos vieron el cielo abierto, y en un año le tumbaron más de 1,000 cabros y ovejas.

“Lo primero que empezaron a robarme fueron los cabros. Cada dos semanas me llevaban dos, cinco, de 10 en 10; increíble pero cierto.

¿Cuánto ha perdido en estos años?

Podría ser como $300,000. Me han llevado todo. Me roban de día, me roban de noche, por la madrugá...

Hace varias semanas llegó a la finca y se encontró con una estampa que ya había visto: le destriparon una vaca allí mismo. Al animal le habían cortado los cuatro perniles y el resto se lo dejaron allí tirado.

Por los múltiples robos, nadie ha estado preso y, absurdas como son algunas cosas, en una ocasión le llevaron dos toros y la Policía se los dejó al pillo porque el ganado no tenía un sello que lo identificara como dueño.

“Se los entregaron a él y se los llevó”, afirmó.

¿Y cómo el pillo demostró que eran suyos?

Dijo que eran de él.

El policía no tomó en cuenta que era la una de la mañana y a esa hora no se carga ganado.

Los pillos con poca experiencia en ganado le han mutilado animales que no se han podido llevar. Sin conocer cuánto se necesita para “tumbar” una vaca, han dejado cojas a unas y sin ojos a otras.

“La semana pasada vendí unas vacas tuertas”, contó.

¿Cuánto ganado le queda?

Creo que me quedan como 300, vamos a ponerlo así.

Con las investigaciones que hacen de los robos, Umpierre Moncloa no ha quedado satisfecho. Para empezar, cree que debería ser un personal que conozca de fincas y ganado. “Que sepan de campo. No me manden aquí a alguien con corbata”, expresó.