Guerra sin límites entre los loiceños

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 16 años.
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Loíza. Se siente como una prisionera. Teme salir de su casa y caminar hasta la esquina. La guerra que se desarrolla entre miembros de pandillas en Loíza que se dedican a la empresa criminal tiene un daño colateral que trasciende lazos de amistad y el parentesco familiar.
Lo que comenzó como un conflicto entre pandilleros se ha convertido en una rivalidad regional. Los niños de la escuela intermedia se pelean en las escuelas por el odio que destilan sus padres. Se ha visto a pequeños de tan sólo cinco y seis años golpeándose por la misma razón. Y los blancos de los sicarios no necesariamente tienen que estar vinculados al tráfico y la venta de drogas.
“No sé por qué comenzó esta guerra. Pero nosotros volvimos a ser esclavos. Primero fueron los españoles y ahora no podemos recoger los regalos que entrega el Alcalde porque tememos que nos caigan a tiros”, sostuvo Magda (nombre ficticio), cuya hermana fue ejecutada en las inmediaciones de una panadería el pasado septiembre por una pandilla que mantiene una guerra sin cuartel contra los residentes del sector La Carrera.
Ante constantes reportajes periodísticos de esta guerra, ayer varios legisladores decidieron verlo de primera mano.
Bajo fuertes medidas de protección, los senadores Héctor Martínez, Lornna Soto y Alejandro García Padilla visitaron algunos de los sectores de mayor incidencia criminal del municipio. Coincidieron los legisladores en que el municipio requiere de una intervención interagencial que se centre en los problemas sociales. Algunos residentes, sin embargo, consideran que la violencia no tiene límites. “A los 13 años ya están armados” , dijo Elgidio Lind Fuentes, de 73 años de edad.