El agente Guarionex Candelario Rivera, sospechoso de matar este lunes a tres compañeros policías en la Comandancia de Ponce, estuvo desarmado por presuntos problemas de conducta, pero la jefatura policiaca rehusó brindar detalles del proceso que se siguió para que este año volviera a tener su arma de reglamento ni confirmó si enfrentaba un proceso disciplinario.

El superintendente asociado de la Policía, coronel Juan Rodríguez y el comandante de área de Ponce, coronel Héctor Agosto, tampoco confirmaron si Candelario Rivera se encontraba en una licencia por enfermedad o si estaba asignado a trabajar en horas de la mañana, cuando llegó a la comandancia para solicitar una reunión con sus supervisores, y luego, presuntamente, surgió la agresión a tiros, a eso de las 9:30 a.m.

El móvil de la matanza no se ha divulgado. De inmediato, tampoco se precisó si Candelario Rivera usó su arma de reglamento para ultimar al comandante Frank Román Rodríguez, quien fungía como jefe operacional; así como a la teniente Luz M. Soto, oficial administrativa de la comandancia; y a la agente Rosario Hernández de Hoyo, adscrita a la oficina de transportación.

Una fuente de este medio señaló que al momento del arresto se le  ocuparon dos armas de fuego y una cuchilla.

¿Qué pasó?, se le preguntó al coronel Agosto durante una improvisada conferencia de prensa.

“La investigación apenas comienza y eso es parte del proceso investigativo. Le corresponde a la División de Homicidios entrar en el proceso de detalles de cómo fue que sucedieron los hechos. Nosotros tenemos que limitarnos a simplemente explicarle al pueblo y reconocer la situación que sucedió, y eventualmente serán públicos aquellos hallazgos investigativos y conclusiones que vengan de esta investigación”, respondió Agosto.

Este medio supo que Candelario Rivera, residente de Peñuelas, llegó al sexto piso de la estructura y encañonó con un arma de fuego al comandante Román Rodríguez, a quien ordenó moverse a la oficina de la teniente Soto. Mientras restringía la libertad de Román y de Soto, supuestamente llegó a la oficina la agente Hernández de Hoyo, a quien también ordenó quedarse en el lugar. 

El sospechoso ordenó a Soto llamar a una oficial de prensa del área policiaca de Ponce para que le consiguiera un medio de comunicación, ya que tenía que hacer una denuncia. Luego de que se cortara la comunicación y Soto volviera a llamar por teléfono, se escucharon los disparos, supo este medio.

Silencio en torno al arma

Sobre el proceso que culminó en rearmar a Candelario Rivera, Agosto dijo que “el que él haya estado desarmado y que hoy esté armado es parte de un proceso administrativo para el cual el agente tiene un protocolo y que se siguió igual que con todas las demás personas”. 

En otro momento afirmó: “Estuvo desarmado y hoy (lunes) está armado”, sin especificar fechas. 

Al cuestionarle si el presunto victimario era investigado administrativamente, indicó “no tengo esa información”.

¿Había un conflicto laboral?, se le preguntó.

“Va a recaer el que nosotros conozcamos detalles de esa naturaleza en la Unidad de Homicidios cuando entren en la investigación de campo. En este momento es irresponsable de mi parte afirmar o no afirmar”, sostuvo Agosto, quien estaba en la comandancia al momento del ataque y trató de socorrer a las víctimas, por lo que su camisa blanca quedó manchada de sangre.

Lo único que el superintendente asociado de la Policía divulgó sobre el sospechoso, adscrito al Centro de Mando, fue que hace un año y medio se le hizo un examen sicológico.

“A la pregunta de si estaba desarmado, él pasó el proceso de una evaluación médica y, como dice el coronel, en su momento se sabrán los detalles. Hay unas garantías médicas que hay que proteger, pero sí, él pasó por un proceso que apenas hace un año y medio tuvo una prueba psicológica”, manifestó Rodríguez en rueda de prensa.

Candelario Rivera, de 50 años y con 19 de servicio, resultó herido, pero no se indicó si fue con arma blanca o de fuego. En horas de la noche una fuente indicó que está en condición estable, pero en declaraciones escritas el superintendente de la Policía, José Caldero, indicó que estaba en condición “de cuidado”. Caldero se encuentra fuera del país y sus declaraciones escritas se divulgaron a eso de las 5:00 p.m.

Sobre la condición del sospechoso habló de forma escueta el gobernador Alejandro García Padilla, quien se movilizó a la Comandancia de Ponce poco después de los hechos.

“El sospechoso está herido. No tenemos la información de cómo fue herido, pero sí sabemos que está en el hospital”, señaló el gobernador García Padilla, quien acudió a presentar sus condolencias a los policías y familiares de las víctimas.

Cuando se indagó sobre la condición del sospechoso, el director de prensa de la Policía, el sargento Axel Valencia, alegó que no podía dar esa información.

Este medio solicitó a la Policía detalles del expediente disciplinario del sospechoso, pero la información no fue provista.

El sospechoso es un agente conocido sobre todo en su natal Peñuelas, donde creció con su hermano, quien laboró como guardia de seguridad.

Doble investigación de Justicia

Por su parte, el secretario de Justicia, César Miranda, comunicó que ordenó una investigación administrativa sobre los hechos.

“Nos comunicamos con el área de Derechos Civiles del Departamento de Justicia para iniciar la investigación correspondiente tratándose de un incidente ocasionado por un policía. Seguimos trabajando y oportunamente notificaremos al pueblo de Puerto Rico el hallazgo de lo acontecido en el día de hoy (lunes)”, expresó Miranda. 

En términos de la radicación de cargos, la portavoz de Justicia, Gingger Correa, sostuvo que “el sospechoso está hospitalizado y se encuentra bajo custodia policiaca. Aun se trabaja en la escena y no se prevé que el proceso de radicación de cargos se realice en el día de hoy (lunes)”.

El fiscal del Distrito de Ponce, Richard Rosado, y agentes del Negociado de Investigaciones Especiales (NIE) de Justicia, conducen la pesquisa junto a agentes de la División de Homicidios de la Policía.

Personal del Instituto de Ciencias Forenses (ICF), que no suele atender escenas fueran del área metropolitana de San Juan, estuvo recopilando evidencia en la Comandancia de Ponce hasta el anochecer. 

Incredulidad por la matanza

La matanza dejó asombrados a los empleados de la Comandancia de Ponce, quienes fueron desalojados del edificio ubicado en la urbanización Los Caobos, pero se mantuvieron en la entrada apoyándose en medio de la consternación del trágico momento.

Las caras de incredulidad y dolor dominaban el ambiente. Al lugar también llegaron policías que no estaban de turno para expresar solidaridad a sus colegas.

En el grupo figuraba personal que estuvo bajo la supervisión de la teniente Soto cuando fue jefa del Centro de Mando.

Su pesar se profundizó cuando comenzaron a llegar los familiares de las víctimas, que fueron recibidos en la División de Drogas.

Allí se observó entrar a los esposos de las mujeres policías, a jóvenes que se presumían eran hijos de los fallecidos y a varias mujeres mayores, todos ahogados en llanto.

En un momento, todos los empleados fueron sacados a la calle para que agentes de la División de Explosivos y de la Unidad Canina revisaran un supuesto explosivo que el sospechoso dijo haber dejado en la Comandancia, pero que resultó ser falso. 

El inspector Rafael Romero, jefe de Explosivos, informó que se verificaron todos los pisos y el vehículo del agente Candelario Rivera, en cuyo baúl se encontró “un compresor de aire y unos cables de ‘jumpear’”.

¿Quiénes eran las víctimas?

El comandante Frank Román Rodríguez tenía 49 años. Fue galardonado en el 2014 como el comandante del año por su trabajo en la zona de Ponce. Se desempeñaba como oficial de operaciones en Ponce y era el tercero al mando en el área policiaca. Llevaba 28 de servicio en la Policía.

La teniente Luz M. Soto, de 49 años y con 23 de servicio en la Uniformada, recién había aprobado el examen para ascender a capitán. 

Sobre la agente Rosario Hernández de Hoyo, de 42 años y 15 en la agencia, se dijo que hacía trabajo administrativo y actualmente laboraba en la oficina de transportación.

La agente Juanita Alfonso, que conoció a los tres, solo tuvo palabras de elogio para sus compañeros fallecidos. 

“(Román) Era una persona excelente, nunca decía un no, ni una mala crianza, ni hablar malo. Siempre con sonrisas, siempre amable. Era mi amigo. El miércoles fue el último abrazo y me dijo que me portara bien, porque él sabía que estaba enferma. Era un hombre cortés”, expresó Alfonso, llorosa y pensativa.

Sobre la teniente Soto, manifestó que “ella era mi supervisora recientemente y era una persona seria, hacía su trabajo y uno podía ir a donde ella y pedirle un favor y ella estaba ahí para ayudar y aconsejar”. 

De la agente Hernández dijo que trabajaron juntas en el cuartel de La Rambla, también en Ponce, y que era “muy buena compañera”. 

Los detalles sobre las exequias se ofrecerán próximamente.