A Jordan Ayala Cruz no se le desdibuja la sonrisa del rostro.

No es para menos, si ha conocido en carne propia el infierno de la cárcel; si enfrentó la dura realidad de que el futuro lo que puede depararle es la pena de muerte y, finalmente, logra que lo excarcelen.

“Tienen que mejorar el sistema. Tienen que corroborar y hacer bien su trabajo para que no sigan cogiendo gente inocente”, dijo Ayala Cruz, rodeado de su familia que aún ayer no dejaba de celebrar una felicidad compartida.

El muchacho –Jordan tiene 21 años, pero luce como un adolescente– siempre estuvo confiado en que saldría de prisión porque él no había participado en el asesinato de Stefano Steenbakkers Betancourt. Tenía la evidencia para probarlo: las fotos y vídeos de la fiesta en la que estuvo cuando ocurrieron los hechos. También había 20 testigos disponibles para declarar su verdad.

El jovencito pensó que estaría, “por lo menos, un año preso”, por lo que lo sorprendió que lo liberaran “tan pronto”.

Sabía de su inocencia, pero aun así lloró en prisión.

Vivió en confinamiento en solitario dos semanas, que le “parecieron cuatro meses”, y estuvo en el “hoyo” de la Cárcel Federal, donde sintió el dedo acusador de los oficiales de custodia, que si bien no pronunciaban palabra, él sentía que lo observaban como se mira a un asesino.

Lo miraban como si fuera el “Menor” que le había quitado la vida a otro joven como él.

“Que hayan arrestado a otro supuesto autor de los hechos corrobora que mi hijo es inocente”, dijo en horas de la tarde de ayer la mamá de Jordan, María Cruz.

Cruz también contó su historia de dolor; un dolor por partida de doble: el de saber que a su hijo le imputaban ser el autor de un crimen terrible y el de verlo expuesto a un castigo cruel como el de la pena de muerte.

“Viví las dos semanas más terribles de mi vida. Era como estar muerta en vida. Casi no comía, no podía dormir... Esto es bien duro”, dijo la vendedora de prendas quien, al igual que su hijo, siempre albergó la convicción de que se haría justicia.

“Yo tenía una cosita por dentro que me decía que algo bueno iba a suceder”, señala la mamá, quien lamenta que hayan manchado la imagen de su hijo mayor.

¿Van a demandar?

No sé todavía. Mañana voy a ver a la abogada, (pero) para mí, lo más importante es que él esté con nosotros.

La madre de Jordan también objetó que los federales arrestaran a su hijo cuando ella lo llevó a oficina de la primera abogada que tuvo para lo que suponía que fuera una entrevista. Dice que ese día no les entregaron ni orden de arresto ni nada.

La abuela de Jordan no había visto a su nieto desde que salió de prisión. Ayer se confundió en un fuerte abrazo con él y dijo que ella pasó todas las noches de su encierro en vilo y que sí temió que le pasara lo peor.

Sobre el derecho a la fianza que está en juego en Puerto Rico, Jordan expresó que aquí se juzga mucho a las personas sin tener prueba razonable. “De mí, no tenían ninguna, y me llevaron así porque sí”, dijo.