El veredicto de culpabilidad contra el corredor de seguros Pablo Casellas, por el asesinato de su esposa Carmen Paredes, generó una reacción de celebración entre muchos por entender que “esta vez” la justicia emergió de las profundidades de un sistema judicial cuestionado por la creencia de la doble vara.

La muestra más evidente de ese sentimiento de júbilo parece haber quedado retratada la noche del miércoles durante el partido de pelota entre los Indios de Mayagüez y los Criollos de Caguas, en el estadio Yldefonso Solá Morales, cuando al anunciarse la decisión del jurado los asistentes celebraron el veredicto.

Según comentó a Primera Hora el dirigente de los Indios, Carlos Baerga, la “reacción del público fue algo increíble. Fue como si hubieran dado un cuadrangular. Nuestro Puerto Rico estaba esperando que eso (el veredicto de culpabilidad) sucediera, que la justicia hiciera su trabajo... La felicidad se dejó notar por todo el estadio”.

¿Por qué esa expresión colectiva de celebración?

Para el sicólogo social comunitario Nelson Reyes, el pueblo cree que el sistema de justicia puertorriqueño funciona con una vara para las personas con recursos económicos y con otra para los que están en situación de pobreza.

“Estoy convencido de que el país, en términos generales, cree que nuestro sistema de justicia tiene dos varas, pero esta vez pues se celebra que funcionó el sistema como debiera funcionar. Pero, la gente sabe que no siempre funciona así”, dijo Reyes.

Explicó que, a juicio suyo, el pueblo entiende que la balanza de la Dama de la Justicia se inclina hacia los que tienen recursos económicos para defenderse, contrario al pobre que no los tiene.

“Este era un caso esperado para confirmar eso (lo de las dos varas) o no”, señaló.

Si hubiese salido absuelto, entiende, el pueblo habría confirmado su creencia de que los “pobres están fritos, que el que no tiene buena representación, para la cárcel va”.

Reyes opinó que hay un mensaje detrás de ese “ay qué bueno” que se hizo justicia.

“Tenemos que revisar la forma en que se lleva la justicia en el país. Ese es el mensaje de ese júbilo, de ese qué bueno que funciona esta vez; que la justicia siempre funcione no importa quién esté en la silla del acusado, sean pobres o ricos”, mencionó.

La doctora Lina Torres Rivera, penóloga y socióloga, también reaccionó a la respuesta general del pueblo al decir que puede deberse a que al principio del sonado proceso criminal surgió la percepción de que los recursos económicos de la familia Casellas influirían en el desenlace del caso judicial.

Explicó que como ciudadana aspira a que “en mi país se haga justicia y que se haga fuera de toda duda razonable, y que la justicia venga para todos por igual independientemente del estatus social de cada persona, y a eso aspira el pueblo”.

“Pero, en cierto sentido, desde un principio eso no fue lo que se vio. Aparentemente lo que se vio, la visión que se estaba proyectando, era que era una persona con una familia con ciertos recursos económicos, que los estaban usando para sacar a un familiar de un problema bien serio, y mucha gente no ve esa posibilidad en sus familias. Se ve que hay cierta desconfianza en que la justicia se pueda aplicar de manera equitativa por razón de clase social”, añadió.

Aclaró, sin embargo, que aunque la reacción colectiva es comprensible, no necesariamente está de acuerdo porque “no me alegro por lo que pasan ambas familias, hay víctimas por todos lados”.

Karla Pacheco colaboró en esta historia.

El corredor de seguros Pablo Casellas Toro dormirá hoy en la cárcel, luego que un jurado lo encontró culpable por el asesinato de su esposa Carmen Paredes.