Justicia de la calle cobra vida de Ema

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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En la escena del asesinato de “Ema” hubo llanto y dolor de madre. Pero también rondaba en el aire un cierto olor a venganza.
Emanuel Vélez Andino era uno de los acusados de la Masacre del barrio Pájaros de Toa Baja, ocurrida el 5 de mayo de 2009. Se encontraba en libertad a la espera de juicio. Salió libre con grillete electrónica tras prevalecer con un recurso de hábeas corpus y vivía en la casa de sus padres, donde ayer lo mataron.
Estaba pendiente de juicio por los asesinatos de Alexis Olivo Marrero, su hija Adrieliz, de dos años, y Ángel Vargas Soto, de 16, así como las tentativas de asesinato contra la esposa de Olivo Marrero, Claribel Ortiz, y su hijo Adriel, de tres años.
Traicionado por uno de los suyos, que presuntamente avisó que se encontraba frente a su casa, ubicada en una calle sin salida de las parcelas nuevas de la barriada San José de Toa Baja, Vélez Andino fue perseguido desde la calle por varios sicarios. Eran las 10 de la mañana. Lo mataron de tiros en la nuca, la cabeza y la espalda, y su cuerpo sin vida cayó al lado derecho del patio de la casa. Su madre fue testigo del crimen.
La noticia del asesinato de Ema, de 29 años, frente a su madre, corrió como pólvora.
Su progenitora lloraba desconsolada en brazos de otro de sus hijos, mientras vecinos, conocidos y curiosos inundaban la calle.
Ema no tuvo tiempo de huir, ya que los sicarios presuntamente llegaron en una guagua blanca con tablilla de Gobierno, similar a la utilizada por los oficiales correccionales que lo visitan rutinariamente.
Disfrazados con uniformes de personal del Departamento de Corrección para no despertar sospechas, los gatilleros se desmontaron de la guagua y abrieron fuego contra Vélez Andino con rifles AR-15, AK-47 y armas de calibre .40 y de 9 milímetros.
Los asesinos a sueldo tardaron 10 minutos en salir, no podían transitar a velocidad exagerada porque las calles no tienen rectas largas y hay reductores. Luego se descubrió que quemaron la guagua en la que llegaron a la escena, y la lanzaron por un risco en el barrio Río Lajas de Toa Alta. Allí se ocuparon también casquillos de rifle AR-15.
Tras recibirse confidencias en la escena, agentes de la División de Operaciones Tácticas de Bayamón ocuparon una gallera clandestina ubicada al final de la calle. Utilizando un marrón y una pata de cabra abrieron el local y ocuparon un arma calibre 9 milímetros para investigación.
El padre del occiso, Rafael Vélez, quien lucía resignado tras lo sucedido, se mostró colaborador con las autoridades y removió los perros pitbull de la escena. Sin embargo, no quiso hacer expresiones en torno a lo sucedido ni sobre su preocupación por su hijo mayor, Rafael Vélez Andino, quien fue absuelto de las mismas acusaciones en el primer juicio sobre la masacre.
La comunidad de San José es uno de los sectores de mayor preocupación del alcalde Aníbal Vega Borges por su alta criminalidad, seguida por el pueblo y Sabana Seca.
“Mi preocupación es que esto pueda generar más muertes en el área”, dijo Vega Borges.
Al cierre de esta edición, las autoridades investigaban el origen de un incendio en una vivienda y un taller que pertenecían al ex convicto federal Iván Bravo. Bomberos se trasladaron hasta el sector Valle Seco de la barriada San José, en Toa Baja, donde también quemaron varios vehículos.
Una de las teorías bajo pesquisa, de la muerte de Ema, es el vínculo con la muerte de Bravo.
Foto por: Israel González/Para Primera Hora