La vista adjudicativa del caso de la niña Alma Yarida Cruz Cruz -involucrada en un conflicto de acoso que inició con una disputa entre compañeras en un plantel y culminó con la radicación de cinco faltas contra la menor- quedó pospuesta para el 15 de agosto, luego de que el ministerio público tuviera reparos en que la audiencia estuviera abierta al público y a la prensa.

La procuradora de menores, Mariana Pérez, indicó que las otras jóvenes involucradas y supuestas víctimas del caso (de 10 y 11 años) estaban nerviosas ante la decisión de la jueza Delmarie Vega Lugo, de la sala de menores del Tribunal de Carolina. Esta decisión -para la que el Ministerio Público solicitará intervención del Tribunal Apelativo- sería un hecho que crea precedente, pues es la primera vez que un caso de menores tiene acceso a los medios de información luego de una petición que realizó El Nuevo Día.

La jueza tomo la decisión luego de que Alma Yarida, a través de su abogado, Leonardo Aldridge, renunciara a la confidencialidad y permitiera que el caso se viera en corte abierta. 

“El Departamento de Justicia va a seguir gastando dinero en el procesamiento de una menor de 11 años y va a llegar, supongo yo, a la fase apelativa por una disputa que hubo, supuestamente, en una escuela”, dijo Aldridge al salir de sala.

Por su parte, Pérez -acompañada del también procurador Carlos Alonso-, dijo que su oposición a que las víctimas testifiquen en sala es, precisamente, porque se trata de menores que, insistió, pasaron por momentos “tráumaticos”. Lamentó, además, que a las dos niñas se les haya tratado “como villanas”. “Pido sensibilidad hacia ellas.. queremos el descubrimiento de la verdad, pero que no se haga el proceso más traumático”, manifestó Pérez.

Más temprano en el día, la acusada lloró al ver las muestras de solidaridad que un grupo le brindó a su llegada al tribunal.

Alma Yarida -estudiante de educación especial- llegó al tribunal con su mamá, Yomaira Cruz. Estaban agarradas de la mano. Enseguida una de las manifestantes le entregó a la nena una muñeca de trapo con un llamativo estampado color amarillo. Alma la cogió y la acurrucó en su pecho, mientras escuchaba los estribillos de una plena en la que ella era la protagonista.

“Oye mi Alma, sigue resistiendo. Que a to’s esos racistas los vamos venciendo”, cantaba un grupo de mujeres del Colectivo Feminista.

La niña escuchaba y atendía a algunas de las presentes que se le acercaban. Fue entonces que comenzó a llorar de emoción.

El caso de Alma llamó la atención pública luego que el periódico El Nuevo Día diera a conocer su historia, una que comenzó en la escuela Dr. Modesto Rivera Rivera, de Carolina, plantel en el que la niña estuvo matriculada hasta diciembre de 2016 cuando fue expulsada.

La acción surge tras un supuesto altercado entre Alma y otra niña que, se alega, la hostigaba racialmente.

El principal llamó a la Policía y, en la intervención inicial, Alma fue arrestada. Posteriormente, se le radicaron cinco faltas: una por agresión simple, dos por amenaza y otros dos por alteración a la paz.