Las groserías y faltas de respeto en el lugar de trabajo no solamente son desagradables, sino contagiosas, lo que hace que una persona tratada con descortesía ofrezca el mismo trato.

Enfrentarse al comportamiento grosero hace que las personas sean más propensas a percibir esa conducta en interacciones posteriores y, del alguna manera, la copian. La insolencia, entonces, se convierte en un virus.

“Cuando sufres groserías, se hace más notable”, aseguró Trevor Foulk, autor de la investigación, según reseñado en el portal EurekAlert. “Vas a ver más rudeza, incluso si no está presente”.

Los resultados del estudio, publicado en el Journal of Applied Psychology, proporciona la primera evidencia de que la descortesía cotidiana en el lugar de trabajo se propaga.

“Parte del problema es que generalmente somos tolerantes con estos comportamientos, pero realmente son bien dañinos. La falta de educación tiene un tiene un poder negativo increíble en el trabajo”, indicó Foulk.

El estudio le siguió el rastro a 90 estudiantes de posgrado que practicaban la negociación con sus compañeros de clase. Los que calificaron a su compañero inicial como rudo eran más propensos a ser clasificados como groseros por el siguiente compañero, lo que mostraba que copiaban el estilo. El efecto continuó incluso cuando había pasado una semana entre la primera y la segunda negociación.

La grosería dirigida a otros también activa el cerebro para detectar la descortesía, algo que fue comprobado en una prueba con 47 universitarios a los que se les pidió que identificaran cuáles palabras de una lista eran reales y cuáles no tenían sentido.

Antes de comenzar el ejercicio, los participantes observaron una interacción entre uno de los estudiantes que llegó tarde y el líder del grupo, quien trató con descortesía al recién llegado. Los participantes identificaron las palabras rudas más rápido que los que presenciaron una interacción neutral, sin malos tratos.

El impacto de la mala educación de segunda mano no quedó ahí. Al igual que quienes experimentaron la grosería, las personas que son testigos de ella tienen más probabilidades de ser groseros con los demás.

“Usted puede vivir toda una carrera laboral sin experimentar abuso o agresión en el lugar de trabajo, pero la rudeza tiene un efecto negativo en el rendimiento”, reiteró Foulk. “No es algo a lo que se le puede dar la espalda”.