Deborah Martorell revivió hoy, miércoles, parte de la pesadilla familiar que vivió al descubrir que su exesposo Hilton Cordero Rosario tenía imágenes sexualmente explícitas de una vecina menor de edad en la computadora de la casa donde el matrimonio vivía con sus dos hijas.

La meteoróloga tuvo que comparecer como parte de una vista evidenciaria ordenada por el Primer Circuito de Apelaciones de Boston, después que se determinó que la evidencia de imágenes de pornografía infantil encontrada en la citada computadora podría estar “contaminada” por los allanamientos que hizo la Policía de Puerto Rico.

Martorell se divorció de Cordero Rosario después de las graves acusaciones criminales que culminaron con la convicción del entonces comisionado de la Policía Municipal de San Juan. La comunicadora testificó sobre la difícil experiencia que enfrentó a partir del Día de Acción de Gracias de 2010, cuando su hija mayor le dijo que su padre le había tocado sus partes íntimas.

La defensa de Cordero Rosario argumenta que las imágenes digitales obtenidas en la computadora y utilizadas por las autoridades contra su cliente es prueba que no debió ser admitida, por lo que reclamó una vista para determinar qué evidencia pudo estar “contaminada” y debería quedar “suprimida”.

En ocasiones llorosa y ante la mirada de su exesposo, ahora convicto por posesión de pornografía infantil, Martorell relató que en noviembre de 2010 fue a casa de sus padres con sus hijas, pero Cordero Rosario no fue porque estaba convaleciendo de una cirugía. Explicó que mientras hablaban de la celebración del quinceañero de su hija mayor y sobre un viaje en crucero para festejar, la adolescente le dijo que no quería que su padre acudiera. Testificó que cuando preguntó por qué “mi hija comenzó a llorar y dijo que su papá la había tocado”.

“Le pregunto qué fue lo que te hizo. Estaba casi en shock. Ella dijo que mientras estaba durmiendo, él entró a su habitación y se despertó sintiendo que alguien le estaba tocando en sus partes. Cuando abrió los ojos reconoce que era su papá, salió corriendo y se escondió detrás de la puerta, (dijo) que estaba segura que era su papá porque abrió los ojos y lo veía por el espejo. Le pregunté si estaba segura, si no era un sueño. Ella dice que se sentía segura porque al otro día por la mañana, trardó de salir del cuarto y cuando sale, su papá constantemente le preguntaba si estaba bien”, relató Martorell en la sala judicial en la que se encontraba también su hija mayor.

Agregó que lloraron y preguntó a su hija si quería presentar una querella o buscar ayuda profesional. Explicó que ella le respondió que quería buscar ayuda sicológica. Destacó que “fueron días muy difíciles” y que tenían temor porque no sabían cómo confrontarlo. Sin embargo, dijo que en enero de 2011, Cordero Rosario se fue de viaje a España. Entonces, explicó que un día la llamó, sin querer, y lo escuchó a él con dos mujeres.

“Le dije que la relación no podía continuar, que se tenía que ir tan pronto llegara del viaje. Después de la llamada, mi hija viene y me ve nerviosa, temblando y le cuento. Me dijo, ‘¿ves, mami?, tienes que salir de él. Él es malo, es malo’”, recordó Martorell a preguntas del fiscal federal Marshal D. Morgan.

Cuando llegó del viaje, Martorell sostuvo que Cordero Rosario “no quería irse y actuaba como si nada hubiese pasado”. Relató que cuando su hija mayor contó lo sucedido a una maestra y al trabajador social de la escuela, se inició un proceso de investigación de las autoridades estatales y el Departamento de la Familia, el 3 de febrero de 2011.

La periodista indicó que ella y sus dos hijas se fueron del apartamento donde vivían en Carolina, pero un día regresó para buscar pertenencias y encontró la casa regada, luego de la intervención de la Policía. Explicó que se habían llevado la computadora que usaba toda la familia, que estaba debajo de las escaleras en el primer piso.

Desconfiaba del proceso estatal

A partir de ese momento, apuntó que detalló varios incidentes que le hicieron desconfiar del proceso de investigación a nivel estatal, porque entrevistaron a su hija en más de 12 ocasiones. Declaró que un día que su hija estaba en un cuartel, la Policía llamó a los medios de comunicación para que supieran dónde estaba y por dónde iba a salir.

Llorosa relató, además, que un día, a eso de las 6:00 a.m., tocaron a su puerta dando golpes y eran policías con armas largas y chalecos antibalas, “como si fuese un operativo”. El fin era entregarle la orden de protección a Cordero Rosario, aunque la misma decía que no podía acercarse a dicha residencia. Dijo que insistieron en dejarle la orden allí, pero ella no aceptó porque él tenía prohibido estar en dicho lugar.

Cuando la orden de protección expiró a los 30 días, fue renovada y volvieron a hacer el mismo procedimiento para tratar de entregársela, recordó.

El día que bajó la acusación contra Cordero Rosario por hechos relacionados a una vecina amiga de su hija, Martorell estaba en el hospital.

“Ya me habían dicho de la posibilidad de que hubiesen fotos en la computadora, pero no imaginaba que se tratara de mi vecina, de una menor de edad. Cuando lo leí, empecé a gritar (dijo llorosa). Fue horrible. Allí estaba el sicólogo y el siquiatra que me ayudaron”, manifestó Martorell, quien luego se reunió con las fiscales estatales.

Señaló que llegó a su casa “desesperada” y que comenzó a rebuscar entre las cosas de él porque “sentía una frustración tan grande de que todo esto estaba sucediendo allí y yo no me diera cuenta”. Dijo que encontró teléfonos celulares viejos de él y un collar con un corazón con el nombre de otra persona.

En abril de 2011, la llamaron agentes de la Oficina de Seguridad Interna del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE-HSI) para entrevistarla.

“Yo quería la investigación federal por la transparencia, que buscaran más. Quería saber si había fotos de mi hija, de otras víctimas. Yo confiaba en la investigación federal, y más con todo lo que pasaba a nivel estatal, quería que los federales llegaran al fondo de todo esto”, destacó Martorell.

Fue entonces que agentes federales fueron a su casa y ella les entregó los teléfonos viejos y encontraron un disco duro externo. La agente le mostró una cámara que les dio la perjudicada, y Martorell se sorprendió porque la había dado por perdida. Trascendió que Cordero Rosario le dio la cámara a la vecina para que se tomara fotos, y luego ella se la daba a su hija mayor para que se la diera a su padre, pero le advertía que no viera las fotos. Las imágenes fueron descargadas a la computadora que fue incautada.

Cuando Martorell fue a reunirse con los agentes del ICE-HSI, reconoció a la supervisora de la unidad de crímenes cibernéticos porque su entonces esposo se la había presentado en una ocasión y porque alegó que estaba en un “strike force” para ayudar a la agencia federal en casos de pornografía infantil. Martorell le preguntó directamente si eso era cierto, pero no era así.

“Son tantas las preguntas que tengo, que tenía y que aún tengo, y no me querían contestar o no tenían respuesta”, declaró Martorell.

De hecho, también testificó la madre de la vecina, Idalia Hormedo, quien relató que cuando la fiscal estatal Melissa Vázquez entrevistó a su hija, le dijo que su jefe (el entonces fiscal general Obdulio Meléndez) no quería que pasaran el caso a las autoridades federales.

“Yo decido ir a su oficina a preguntarle si eso era así. Le dije que fuera buena empleada, pero que yo iba a acudir a los federales porque sentí que no querían que se descubriera nada. No me sentí segura de que querían ayudar”, testificó Hormedo, quien agregó que Meléndez la citó en una ocasión, pero que no fue porque había periodistas en el lugar y optó por ir al ICE-HSI.

“Empecé a dudar de la justicia estatal. No me sentía segura por la persona a la que se estaba acusando. La sentía con poder y como madre, lo único que quería era que se hiciera justicia”, añadió Hormedo.

También declaró la agente del caso del ICE-HSI y la entonces supervisora de la unidad, quienes aclararon que Martorell siempre estuvo dispuesta a ayudarlos y dio el consentimiento para la evidencia ocupada en este caso.

En la vista, Cordero Rosario estuvo representado por los abogados José Nieto Mingo y Melanie Carrasquillo, quienes escucharon el extenso testimonio de Martorell y tomaron notas.

La magistrada federal Silvia Carreño Coll escuchó la evidencia y procederá a emitir un informe con una recomendación ante el juez federal Gustavo A. Gelpí, quien preside el caso.

Con la vista, el fiscal presentó otra evidencia aparte a la encontrada en la computadora, que era la disputa de los abogados. Adelantó anteriormente que encontraron 89 imágenes sexualmente explícitas de una menor en el disco duro externo que Martorell entregó voluntariamente a la agente federal y que no fue ocupado como parte de los allanamientos que hiciera la Policía.

El 1 de febrero de 2013, Cordero Rosario, de 55 años, hizo alegación de culpabilidad por posesión de pornografía infantil que contenía en un disco duro que era parte de la computadora de la familia, que fue confiscada por la Policía de Puerto Rico el 4 de febrero de 2011. Fue sentenciado por el juez Gelpí el 18 de noviembre de 2013 a 10 años de cárcel y 15 años de libertad supervisada, y a restituir $48,675 a la perjudicada. El convicto, quien pidió perdón por su conducta durante la vista de lectura de sentencia, tiene pautado salir de prisión el 22 de agosto de 2020.