No importa en medio de qué estuviera, cuando el teléfono sonaba Israel Ayala dejaba lo que estaba haciendo y respondía la llamada.

Era Christoffer, su único hijo varón, llamando desde la Universidad Autónoma de Guadalajara, en México, donde cursaba estudios de medicina, la misma carrera de su padre.

De inmediato, interrumpía y decía: “Me tienen que dar la oportunidad porque está llamando el hombre a la distancia”. Acto seguido, su rostro se transformaba y le salía una sonrisa, una emoción.

Esa alegría se apoderaba de todo el que estuviera compartiendo en ese momento con él, recordó ayer Merary Rivera, gerente de Servicios Médicos y mano derecha del doctor Ayala en la Sala de Emergencias del Centro Médico de Río Piedras.

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“Todos nos transformábamos y suspendíamos todas las tareas para ver su sonrisa, su cara, su emoción cuando su hijo le contaba de sus éxitos, de sus notas, de sus vivencias”, relató Rivera.

Como médico le aconsejaba e intercambiaban notas de las clases que cursaba. “Era una experiencia muy linda”, sostuvo la mujer que lleva año y medio trabajando directamente con Ayala.

La noticia del fallecimiento de Christoffer no sólo impactó directamente a su familia sanguínea, sino también ha consternado a la familia del Centro Médico, donde Ayala ha trabajado por las pasadas dos décadas.

Christoffer, quien ayer hubiera cumplido 33 años, fue hallado sin vida el sábado por una empleada doméstica. Fue la mujer quien dio parte a las autoridades sobre lo ocurrido.

Según medios de prensa de Guadalajara, la noche del viernes el joven había tenido una fiesta en su apartamento que se extendió hasta las 6:00 de la mañana del sábado. Después hubo silencio.

Ayer, el panorama entre la clase médica y compañeros del doctor Ayala, director de Servicios Médicos de la Sala de Emergencias del Centro Médico, era uno de desasosiego pero a la vez de mucha solidaridad y esperanza.

Aunque muy pocos conocieron a Christoffer personalmente, fueron muchos los que le conocieron a través de su orgulloso padre.

“Todo nuestro grupo está consternado, muy triste y lo acompañamos en su dolor a él y a su familia. Cuando me despedí de él le dije que no se preocupara, que con todas las palabras y enseñanzas que nos ha dado vamos a estar fuertes y que lo esperábamos de regreso. Sabemos que va a pasar por todo un proceso muy doloroso, pero confiamos en Dios que se pueda recuperar”, expresó la doctora Sylvia Barceló, presidenta de la Facultad Médica.

La esperanza de estos funcionarios es uno de los regalos que le ha dado Ayala, dijeron, a quien también describieron como ese agente catalítico en una institución tan convulsa como el Centro Médico.

El doctor Irving Jiménez, director de la Administración de Servicios Médicos (Asem) -ente que administra la mencionada institución-, no pudo compartir con Ayala previo a su partida a México, pero conversó con él vía telefónica y percibió en él la fortaleza de la que el País ha sido testigo a través de las expresiones públicas que ha hecho la familia.

“Sí me habló de la fortaleza que el Espíritu Santo le estaba dando para sobrellevar esto y de la esperanza de un mejor futuro con el Señor, esas fueron las palabras del doctor”, recordó Jiménez.

Contó que el sábado -antes de conocer de la tragedia- llamó a Ayala para hablar de una situación de emergencia en el hospital. A pesar de que Ayala ya lidiaba con la muerte de su hijo, le respondió. “Él recibió mi llamada: esa es la clase de funcionario, de servidor, de hermano que es el doctor Ayala, que aún en medio de ese dolor atendió la llamada”, destacó Jiménez.

Tanto Ayala como su esposa, Lizzie Báez, profesan la fe cristiana. Ambos han expresado que descansan en la esperanza de un reencuentro con su hijo Christoffer en la patria celestial.

Báez escribió en su página de Facebook que su hijo “fue visitado por nuestro Dios y se fue a su presencia a unirse al coro celestial”.

“Lo presentamos al Señor en el altar al nacer, y se lo hemos devuelto a su presencia. Nos queda a nosotros como familia vivir para nuestro Dios para verle en la eternidad”, indicó.

Además, recordó que desde pequeño -cuando jugaba baloncesto- se ganó el apodo de “La pared”.

“Niño que chocara con Christoffer, niño que iba para el suelo y su equipito ganaba... ese era nuestro Chris”, dijo.