Todos los martes, a las 10 de la noche en punto, es el junte de los fiebrús de carreras clandestinas de motoras y vehículos todoterreno en la PR-165, entre Cataño y Toa Baja.

Sin importar que es una zona residencial, y mucho menos el peligro que representa este tipo de actividad, decenas de motociclistas se aglomeran en el lugar hasta altas horas de la madrugada para ver qué vehículo tiene más pepa.

“Es algo insoportable. Le están alterando la paz de la comunidad”, exclamó Raúl Sepúlveda, presidente de la Asociación de Residentes de la urbanización Marina Bahía en Cataño.

Sepúlveda, quien estima que en el lugar se dan cita hasta 300 personas cada martes, dijo que lleva alrededor de un mes solicitando la intervención de las autoridades sin recibir respuesta alguna. Incluso, aseguró que se ha comunicado con el Municipio de Cataño y ha llamado a los cuarteles municipales y estatales, donde les expresan su impotencia porque en ocasiones solo tienen un policía en el retén o tan poco personal que no pueden lidiar con cientos de personas.

“Ellos empiezan en Bayamón y terminan en Cataño… ya ellos tienen esto de punto y nosotros llevamos ya un mes en esta situación. Este martes (pasado) se quedaron hasta las dos de la mañana. La situación es preocupante, que las autoridades tanto estatal y municipal no tomen acción. La seguridad del país está en peligro de extinción o sea no hay un plan, esa es la realidad y es lamentable, la gente sobrevive como puede”, puntualizó Sepúlveda.

Primera Hora ha recibido numerosas querellas e imágenes captadas por los residentes de varias urbanizaciones localizadas en esa zona. El modus operandi es el siguiente: se dividen en dos grupos para detener el tránsito en ambos extremos de la carretera para comenzar las carreras, mientras decenas de personas se aglomeran a ambos lados de la vía para gritarle a su favorito.

 “Nadie puede ir allí porque son muchos”, manifestó Sepúlveda. 

Incluso hay residentes que observaron la semana pasada cuando una patrulla municipal que pasó por el lugar fue seguida y casi escoltada del área de carreras por los motociclistas en actitud de burla quienes continuaron con su escándalo. “Las motocicletas lo siguen y no les importa”, dijo uno de los residentes que prefirió no ser identificado. 

“Siendo un martes, regateando hasta la una o las dos de la madrugada, al otro día hay clases y trabajamos y el ruido es ensordecedor. Lo que se vive es ruido y ruido y música bien alta y como es continuo, porque dura unas cuatro horas, hay que cerrar las ventanas y como quiera se oye”, comentó otro vecino.

Admite limitaciones

El comandante de zona de Guaynabo, que supervisa también los cuarteles de Juan Domingo, Cataño y Levittown, capitán Alexis Navarro, detalló que la situación se ha convertido “en un dolor de cabeza todos los domingos y los martes. Implantamos planes preventivos para evitar que corran y los muchachos son muy atrevidos”.

Por tal razón, se ven obligados a hacer cambios constantes a los planes de trabajo para allegar más recursos ante la cantidad exhorbitante de fiebrús.

Navarro reconoció que también están limitados en la manera en la que pueden intervenir con los motociclistas ya que existe una orden general que establece que un patrullero le puede tocar la sirena de advertencia a un motociclista, pero a pesar de que tenga motivos fundados para tratar de detenerlos, no los pueden perseguir porque si su conductor tiene un accidente, el Negociado de la Policía queda como responsable de lo que le ocurra.

La situación para los agentes se agrava, explicó Navarro, porque una parte del grupo se aglomera en el estacionamiento de una gasolinera aledaña a un restaurante de comida rápida y, por ser propiedad privada, no pueden entrar a intervenir con los revoltosos ya que son consumidores de la tienda de conveniencia y están protegidos por los comerciantes.

A esos fines, explicó que van a integrar al personal de la División de Vehículos Hurtados para que les brinden apoyo y verifiquen las tablillas para determinar si están en violación de alguna ley.

“Esta es la tercera semana que está en vigor el plan. Comienzan en el conocido puente de las banderas, lo que divide a Levittown y Cataño, y todos los martes tenemos policías de la División de Patrullas de Carreteras de Bayamón y de los distritos de Cataño y Levittown y el grupo preventivo de la zona de Guaynabo. Luego se van moviendo, salen de la Bacardí, pasan frente a (la urbanización) Marina Bahía y también se reúnen en un pequeño mall (centro comercial cerca de un concesionario)”, puntualizó el capitán Navarro.

Para completar el panorama, el Capitán señaló que, cuando una zona es intervenida por la Policía, los fiebrús se mueven a otra jurisdicción; entre ellas, la PR-177; luego al barrio Hato Tejas en Bayamón desde la zona industrial hacia la PR-2 y también transitan hacia Dorado, Vega Alta y Morovis.