Luquillo.- Han sido más de tres décadas de angustia en las que la esperanza la llevó a pensar que aquellos dos niños que le arrebataron en medio de un secuestro atravesarían la puerta de su hogar diciéndole” “Aquí estamos, mamá”.

Pero 38 años de sufrimiento, impotencia y humillación –luego que la investigación del caso se volcara en su contra al surgir información por parte de la Interpol de que los menores no eran hijos biológicos de su esposo–, son motivos suficientes para que Noemí Aponte deje escapar sus anhelos y declare muertos a sus retoños John y Giannina María Colonna, dos de los niños desaparecidos más buscados en la Isla. Los nenes tenían 12 y 11 años, respectivamente, cuando desaparecieron el 5 de mayo de 1974 mientras salían a dar una vuelta con un amigo de la familia.

Después de todo, Noemí, quien tiene 73 años, es consciente de que el tiempo se le agota, por lo que prefiere sentir vivos a sus hijos en cada latir de su corazón, ese lugar de donde nunca se han ido.

“Los esperé mucho tiempo..., pero ya yo voy para abajo, soy paciente de cáncer y quiero declararlos muertos, cosa de que el día que me entierren a mí quiero que los entierren conmigo porque hasta ese día ellos van a estar vivos aquí (señala su corazón)”, dijo llorosa la mujer, quien conserva fotos de sus muchachos en varios rincones de su hogar en la urbanización Costa Azul, en Luquillo.

Y es que Noemí le prometió en el lecho de muerte a su esposo, John Colonna, que todos estarían juntos cuando falleciera.

“Le prometí que íbamos a estar los cuatro allí (en el cementerio) y que en la lápida va a decir: ‘Aquí descansan John Colonna, Noemí Aponte y John y Giannina Colonna’”, recordó sobre aquel momento en 1982 cuando su esposo murió tras un derrame cerebral a consecuencia de un cáncer terminal.

Pero hay otra razón poderosa para procurar el acta de defunción de sus niños: se presume que John y Giannina fueron raptados por una recompensa de $72,000, en complicidad con un comerciante de nombre Tomás Rodríguez, vecino de los Colonna. Rodríguez se suicidó en Miami ocho meses después del suceso y dejó una carta en la que explicó parte del complot. Sin embargo, las autoridades nunca resolvieron el caso.

“Estos años de angustia, en lugar de búsqueda, se revirtieron en mi contra, y eso me ha dolido más. Me destrozó el corazón porque ya Dios me estaba dando fortaleza para aceptar las cosas cuando pasó lo otro”, expresó.

“Lo otro”, a lo que hace referencia Noemí, son datos revelados en 2005, año en el que se dijo públicamente que la Interpol tenía pruebas genéticas de que John Colonna no era el padre de los niños. De hecho, la investigación reactivada por la agencia trató de implicarla en la pesquisa como sospechosa y hasta la sometieron a pruebas de polígrafo, durante las cuales, en ves de hablar sobre las circunstancias de la desaparición, se le inquirió sobre su vida sexual.

“Yo me casé a los 19 años, señorita... John, mi marido, fue el amor de mi vida, fue mi primer amor, mi primer hombre, y cómo ellos me vienen a decir que los niños no son de él. Querían resolver el caso a costa mía, de mi dolor, y eso es una cochinada. Mis hijos no son bastardos, y que ellos dijeran eso me ha dolido, me ha cogido el corazón y me lo ha destrozado”, expresó ahogada en un llanto que trató de controlar, pero no pudo.

Noemí siente que los agentes investigadores que reabrieron el caso –luego que el FBI lo cerrara– “mancillaron” su reputación. Que defraudaron su confianza cuando aparecieron en su hogar a mediados de 2002 diciéndole que tenían “buenas” pistas que podrían resolver el caso.

“Ellos vinieron aquí y me dijeron que en Mayagüez había una muchacha que alegaba estar buscando a su mamá... parece que un familiar, cuando estaba muriendo, le reveló que su verdadera madre era puertorriqueña. Entonces, ellos supuestamente pensaron que era Giannina”, explicó Noemí al recordar que uno de las personas a cargo de la “nueva pesquisa” se llamaba Pedro Fuentes. Primera Hora trató de comunicarse con el actual director de la Interpol, Albert Grajales, para confirmar toda la información provista, pero, al cierre de esta edición, fue imposible.

Fue supuestamente a través de esa alegación de la hija que buscaba a su madre en Mayagüez que los agentes se escudaron para solicitarle a Noemí artículos que pudieran ser utilizados para pruebas genéticas de ADN. La mujer les entregó unos dientitos de leche de los nenes, que tenía guardados en un cofre, y hasta accedió a realizarse análisis de sangre.

“También me pidieron permiso para exhumar el cuerpo de John y les dije que sí. Cooperé 100% para que después vinieran a torturarme de esta forma y a decirme que sus pruebas habían dicho que no eran hijos de él... algo se hizo mal en esas pruebas porque mis hijos son de John Colonna. Y, si no, y como les dije a ellos en aquella ocasión, que me hagan las pruebas de ADN nuevamente y que esté presente el obispo de San Juan. Si me prueban que no son hijos de John, son un milagro de Dios, porque yo no conocí otro varón cuando quedé encinta”, dijo la mujer, quien se casó a los 19 años con el hombre, que era de nacionalidad francesa y que le llevaba 36 años de edad.

Precisamente, para “respetar la memoria” de quien fuera su esposo durante 25 años, Noemí quiere cerrar tan amargo capítulo de su vida. Un capítulo del que su marido también fue víctima, pues prácticamente “acabó con él”.

“John, el padre de mis hijos, su papá (insiste enfática), sufrió mucho. Cuando desaparecieron los nenes, fue devastador para él. Par de veces quiso suicidarse. Me decía: ‘Vamos a suicidarnos los dos, vámonos con los nenes’. Yo le contestaba: ‘John, no sabemos nada, si tú te suicidas, si nos morimos y los nenes vuelven, quedarán con un trauma grande. Tenemos que estar aquí y estar fuertes para ayudarlos cuando lleguen’”, dijo la mujer que, a diario, se apostaba en la ventana de su casa a mirar los carros pasar, ante la espera de alguna noticia.

“Pensaba que llegaría alguien a entregármelos. Pero así han pasado todos estos años. Espera, espera... llorando y llorando”, dijo.

¿Todavía conserva esa esperanza?

Ya no, creo que ya no. Están aquí en mi corazón, donde estarán siempre, donde están 24/7. Yo los tengo en mi pensamiento todo el tiempo. Puedo estar cantando, bailando, pero ellos están ahí todo el tiempo. Esto es una herida que no se sana y de la que lloro todos los días.

Al recordarlos y repasar cómo ha sido su vida durante los últimos años, Noemí quiso imaginar cómo sería si actualmente John y Giannina estuvieran con ella durante este periodo en el que le están haciendo “mucha falta”.

“Sabiendo cómo eran ellos, y que estoy recién operada de cáncer de seno, sé que estarían al lado mío”, expresó.

¿Y cómo eran ellos?

Cariñosos, bien cariñosos. El nene, en especial, no me podía ver triste. Me decía: “Mami, prométeme que no te vas a poner triste, prométeme que no vas a llorar” y me daba un beso.