Su verdugo lo alcanzó.

Un ex estudiante de enfermería fue ejecutado ayer tras ser acorralado por un gatillero, a quien no le importó entrar a las oficinas de Manejo de Seguridad y Empleo del Departamento del Trabajo de Caguas, para matarlo a quemarropa. El verdugo lo hizo en presencia de una treintena de personas aterrorizadas que esperaban en la oficina de desempleo.

Fueron 15 disparos, la mayoría en el rostro. Todavía ayer la Policía no había precisado el móvil del crimen.

El comandante Juan Torres, supervisor de la región de Caguas, detalló que a la víctima se le había observado entrando y saliendo de las oficinas mientras hacía llamadas telefónicas. Lucía muy nervioso.

“Estaba bastante lleno el lugar al momento de los hechos, bastante concurrido, se estaba dando servicio. El joven estaba solicitando servicios y entraba y salía, y en una de las entradas fue perseguido por este individuo y entonces ocurrió el incidente”, detalló el oficial.

Según las declaraciones de varios testigos, la víctima, Luis J. López Rodríguez, de 27 años, permaneció haciendo turno en la oficina durante diez minutos luego de haber entrado y salido en varias ocasiones de la oficina. De momento, según los testigos, se le acercó su matador, que se quitó las gafas y le dijo: “Vamos para afuera”. Pero, López Rodríguez le respondió en varias ocasiones: “No quiero salir”.

El secretario del Trabajo, Miguel Romero, confirmó que la oficial de seguridad de la compañía Génesis le cuestionó a López Rodríguez sobre su actitud, pero éste nunca alertó a la seguridad de la agencia que hubiese sido amenazado.

Agregó que, cuando el oficial de seguridad notó la entrada y salida constante del hombre a las oficinas, le llamó la atención y le preguntó si iba a hacer turno o se iba finalmente. No intervino, sin embargo, con el asesino porque no tiene el adiestramiento necesario.

Romero dijo que ante tal experiencia traumática se le brindará apoyo emocional a su personal.

Según los testimonios, luego que López Rodríguez se negara a acompañarlo al exterior, el asesino le disparó y luego detonó otro balazo al techo para obligar a los clientes y empleados a que se lanzaran al piso supuestamente para proteger sus vidas. No paró y lo remató en el piso con varios disparos, la mayoría en el rostro.

Durante la balacera resultó herido de bala en el glúteo derecho un hombre de 31 años que estaba en la oficina y no tenía nada que ver ni con la víctima y el victimario. Éste fue atendido en un hospital.

Una vez ejecutó a López Rodríguez, el asesino abordó un auto compacto azul que había dejado estacionado en la calle.

El secretario del Trabajo dijo que, tras el ataque a tiros en la oficina, los empleados se retiraron a sus hogares.

Llegó tarde

El abuelo de la víctima, Luis López Rosario, se lamentó de haber llegado tarde a recoger a su nieto, ya que él le había llamado pidiéndole que lo pasara a buscar porque había tenido problemas con alguien.

“En Cayey (barriada El Polvorín) tenía problemas, pero no le sé decir. Él me llamó de aquí que tenía problemas con un individuo y lo vine a recoger, pero llegué tarde”, dijo apenado el hombre.

Al preguntársele qué tipo de problemas tenía su nieto, éste dijo que no se los reveló.

“No sé, esta juventud no se comunica. Si tiene sus problemas no me lo va a decir. Nada más me dijo que viniera (a buscarlo)”, añadió.

“El abuelo manifiesta que no tenía antecedentes en el sentido de haber estado ingresado en alguna penitenciaría, pero de problemas específicos él habla de que sí, que tenía problemas, porque el muchacho viene del pueblo de Cayey y ha mantenido problemas con otros individuos en ese sector”, sostuvo Torres.

El comandante agregó que el occiso era residente de la barriada El Polvorín de Cayey, donde han ocurrido varias muertes en el pasado mes, pero hace unas tres semanas que se estaba hospedando en la casa de su abuelo paterno.

Sin embargo, trascendió en la escena que el occiso tenía problemas con vecinos del residencial Luis Muñoz Morales.

Era un joven tranquilo

La mamá de la víctima, Milagros Rodríguez, acudió junto a su esposo, Luis López, y la novia de su hijo a la escena del crimen. Dijo que el joven recibía los beneficios del desempleo desde hace seis meses tras abandonar los estudios de enfermería hace ocho meses. Agregó que su hijo llevaba varios días pernoctando con su abuelo para relacionarse con su hijo de cinco años, que reside en Caguas.

“Un muchacho muy bueno, tranquilo… él hacía como ocho meses que había dejado de estudiar enfermería”, declaró su madre.

Los padres indicaron que no sabían si había sido amenazado o estuvo involucrado en alguna riña en Cayey.

“Él era bien reservado para sus cosas”, dijo su madre.