Murió un hijo y también un hogar
A casi un año de su partida, Carmen Flores aún siente la presencia de su hijo.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 14 años.
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A casi un año de su partida, Carmen Flores aún siente la presencia de su hijo. Es como si nunca hubiera partido.
Siente que él la abraza cuando la soledad la invade. Aún puede percibir su aroma cada vez que entra al que era su cuarto, el cual permanece tal y como lo dejó.
Con la cercanía de la época navideña, ha crecido un sentimiento de desesperación en Carmen. El vacío es hoy más latente y no es para menos.
Este próximo 1ro de enero hace un año que una bala perdida le arrebató la vida a su querendón, su hijo de 14 años, Francisco Javier Cancel. Aún tiene fresca la imagen de su niño tirado en el suelo, sobre la brea, a consecuencia del disparo que recibió en la cabeza y que le dividió el cráneo.
La imagen contrasta totalmente con la de segundos antes, cuando en medio de besos y abrazos, juntos como familia, habían recibido el 2011 con la esperanza de que sería un año lleno de felicidad.
En cuestión de segundos, el panorama cambió. Después de seis celebraciones consecutivas sin lamentar la pérdida de un inocente a causa de disparos al aire, Cancel Flores se convertía en la víctima fatal más reciente de la Isla.
“Es un vacío inexplicable. Esto desmorona todo... no murió mi hijo, nada más, muere un hijo pero murió un hogar de 19 años y eso duele”, comentó la mujer que se convirtió en una de las portavoces de la campaña del Estado contra los disparos al aire.
Tras la tragedia, la familia está prácticamente desintegrada. Su esposo permanece en casa de su madre, en la urbanización Santa Teresita, en Bayamón, dónde se registró el incidente. Su hija ha optado por no hablar.
“Cada uno lleva el duelo diferente, papá sigue trabajando pero está en silencio. Mi hija habla pero se tranca también”, lamentó la mujer, quien agregó que todos todavía reciben ayuda psicológica.
Aquella noche, el shock fue tal que Carmen no supo que su hijo había recibido un disparo hasta que fue llevado al hospital Hermanos Meléndez en Bayamón.
Fue poco después de las 4:00 de la madrugada que lo declararon muerto. “El doctor me dijo: ‘el nene no sabe que estás aquí’, pero yo entiendo que sabía porque cuando me dejaron verlo, que lo abrace y le dijimos que estábamos los tres con él, como que suspiró”, recordó de esos últimos segundos junto a su hijo quien quería ser piloto.
“Era alegre, cariñoso. Él era todo mío... hasta que llegaba papi”, mencionó y dejó escapar una leve sonrisa.
El dolor se ha hecho más persistente y el proceso de sanación más lento ante la falta de un responsable que pueda pagar por la partida de su Francisco Javier.