Infantes indefensos se han convertido en la tarjeta de tiro al blanco de sicarios que disparan contra ellos indiscriminadamente mientras se encuentran de cacería detrás de su objetivo, sea por sueldo o por venganza.

El caso más reciente es el de la niña Yoritza Marrero Torres, de tres años, quien recibió cinco impactos de bala en los brazos y las piernas mientras viajaba como pasajera, de regreso a su hogar, en una guagua Mitsubishi Nativa de color rojo, en la intersección de las calle Cemí y Taíno, del sector Pueblo Indio, en Canóvanas.

El padre de la menor, que viajaba también en la guagua y fue identificado como Jorge Marrero García, de 29 años, alias “Marrerito”, se ha mostrado poco cooperador con las autoridades. El hombre tiene expediente criminal por violación a la Ley de Sustancias Controladas desde el 2003.

De acuerdo con los informes preliminares, los hechos ocurrieron a las 11:34 p.m. mientras Marrero García, su hija y otros dos individuos, que sólo fueron identificados como Jesús y Pablo, fueron tiroteados por gatilleros desde un monte, según la capitana Diana Crispín.

La niña fue la única que recibió heridas de bala, una en la mano derecha, dos en el antebrazo derecho y dos en el pie izquierdo, por lo que fue transportada al CDT de Canóvanas y referida al Centro Médico de Río Piedras.

El doctor Ernesto Torres, director médico de la institución hospitalaria, declaró por su parte que la menor fue examinada por ortopedas para atenderle varias fracturas, pero su condición era estable, al igual que sus signos vitales.

Horas después de la balacera, en la que aún no se ha establecido si la agresión fue repelida por alguno de los ocupantes de la guagua, los agentes de la División de Homicidios fueron con el padre de la menor hasta uno de los callejones de la barriada Pueblo Indio para que les mostrara el lugar donde se encontraba el vehículo tiroteado.

Al llegar al lugar y señalarle dónde estaba estacionada la guagua, la cual no aparece registrada a su nombre, los agentes le increparon ya que, horas antes, habían pasado por el sector y no la habían localizado.

Cuando se le confrontó con el hecho de que la guagua había cambiado de lugar, Marrero García dejó de cooperar.

“El vehículo no se había ocupado porque no estaba en el lugar de los hechos... sin embargo, la guagua no estaba en el lugar donde él indicó anteriormente”, sostuvo la oficial.

¿Quiénes viajaban en la guagua?

Tenemos información de que había otras personas dentro del vehículo, pero sólo tenemos su apodo.

Primera Hora supo que los otros dos pasajeros, Jesús y Pablo, resultaron ilesos durante la agresión.

El Departamento de la Familia intervino también en la pesquisa e interrogó a los padres como parte del protocolo en estos casos. El hombre, quien es desempleado, tiene dos hijos con otra pareja.

En la escena, los agentes ocuparon casquillos de armas largas. No se ha establecido si el padre de la menor era el objetivo de los gatilleros o si forma parte de alguna organización criminal.

La guagua presentaba orificios de bala en el área del pasajero, en el centro y entre ambas puertas.

“Los dos adultos (que iban como pasajeros) no han sido localizados; necesitamos hacerlo para poderlos entrevistar. Hasta el momento, no sabemos si el ataque iba dirigido hacia papá o hacia alguna de esas dos personas”, agregó la capitana.

Durante una segunda inspección de la escena, los agentes investigadores ocuparon dos cajas de bala de calibre nueve milímetros, las cuales no son compatibles con los calibres utilizados por los sicarios.