La jueza Mariela Miranda del tribunal de Bayamón determinó no causa en la vista preliminar en alzada contra el abogado Jerome Garffer en el caso de violencia doméstica por el que le acusaba su expareja.

Si bien la joven que demandaba a Garffer ofreció un extenso testimonio sobre un patrón de acoso y maltrato físico y sicológico por parte de su expareja, durante el contrainterrogatorio se contradijo una y otra vez cuando fue confrontada por la defensa en cuanto diferentes versiones de los hechos, así como omisiones y asuntos que mencionaba por primera vez en esta vista.

Al ser interrogada por la fiscal Ruth González, la joven describió un reiterado patrón de acoso que iba acompañado de constantes insultos, así como varios incidentes con violencia física, incluyendo golpes y empujones.

Asimismo, narró dos incidentes en que llamó a las autoridades para denunciar a Garffer y terminó siendo ella la arrestada, otro en que no se completó el proceso de la denuncia, y uno más en que ella decidió no querellarse porque ya no confiaba en el proceso. Salió a relucir otro incidente más, pero la defensa de Garffer objetó que se presentara porque el mismo ya fue llevado ante los tribunales y se declaró no causa contra Garffer.

“Terminé la relación porque el maltrato sicológico no terminaba. Jerome (Garffer) continuamente me insultaba, siempre se refería a mí como que era una p..., que estaba con cualquier hombre. Por llamadas, por mensajes, cuando nos encontrábamos, siempre me lo decía. La continuidad de sus insultos no terminaba”, describió la joven.

Comentó que pasaban semanas sin verse, hasta que volvía a contactarla, pasaban dos o tres días “bastante bien”, hasta que volvía a repetirse el maltrato.

“Tenía que tranquilizarlo todo el tiempo. Siempre estaba preguntando dónde estaba, si me estaba haciendo las uñas tenía que enviarle una foto. Siempre estaba como asustada, siempre con el teléfono conmigo, velando que nadie se me acercara”, continuó narrando. “Tenía que decirle todo, era una constante ansiedad. Si iba a bañarme, si iba a maquillarme. Todo el tiempo tenía que validarlo todo, por llamadas, por videoconferencia. Y aun así, me decía, el tipo está escondido. Era algo constante”.

Narra varios incidentes de violencia

Describió un incidente que le llamó p... y la empujo, primero, contra una pared y, luego, contra un espejo que se rompió, cayéndole a ella los pedazos de cristal encima. Llamó a la policía, pero, luego de ir al cuartel de otro municipio, donde había ocurrido la agresión que alegaba, no le llegaron a hacer nada.

En otro incidente, mientras estaban separados, narró que Garffer la llamó para decirle que un hombre que se había sentado cerca era peligroso, que se fuera con él. Ya en le vehículo de Garffer, dijo que le volvió a llamar p... y le pegó un puño en la boca. Logró que detuviera el carro y llamó a la policía.

“Tenía la boca hinchada, el labio de abajo sangrando”, describió. Agregó que llegó la policía, “habla primero con él, no sé qué les dijo, pero la policía me detiene a mí”.

Según su relato, más adelante Garffer la llamó a preguntar cómo estaba y le invitó a un centro comercial a compartir con una pareja de amigos en común. Una vez allí, “empieza a decirme, te vas a ir con ellos a hacer un ‘threesome’, es que tú eres bien p...”. Se va del lugar a su casa y Garffer la persigue, la intercepta en el estacionamiento, la empuja contra su guagua, provocando que se le vire un tobillo. La sigue a su apartamento, gritándole el mismo insulto. Llama a la policía, que llega al lugar. Para entonces tenía el pie izquierdo hinchado, y la llevan a un hospital. “Me desgarré dos ligamentos, me pusieron yeso y todo”. Pero, otra vez, “me detienen a mí, me esposan a mí, yo con el pie roto, que yo llamé a la policía”.

Posteriormente, en un viaje a Nueva York, visitaron a un amigo y, tras cenar, se produjo otro incidente. “Íbamos al hotel en el taxi y empieza, que tú tienes mucha confianza con ese amigo tuyo, ese es otro que te estás tirando”. Se fue delante al salir del taxi, mientras recibía mensajes de su amigo preocupado por ella porque se había percatado que algo andaba mal. En la habitación, luego de más insultos, ella recoge sus cosas y se va. Su amigo había acudido al hotel en su auxilio y había alertado al personal del hotel. Ya en casa de su amigo, tras conversar con él y su esposa, llamó a la policía y “se hizo un informe”.

Otro incidente más, ocurrió en un restaurante, cuando le arrebató su teléfono reclamándole que estaba hablando con alguien. El dueño del lugar intervino en el estacionamiento para que la situación no escalara.

Un suceso más ocurrió en agosto del 2020, en el que estuvo involucrada la hija de la demandante. Sin embargo, el abogado de Garffer, el licenciado Mario Moczó, objetó que se mencionara el mismo, porque “eso un juez ya lo adjudicó y no hubo causa y el fiscal no fue en alzada”.

Luego, mientras regresaban de una salida a Naranjito, Garffer le volvió a reclamar con insultos y la golpeó en el rostro, provocando que sangrara. Se baja en la carretera, y fue socorrida por desconocidos. Llamó a la policía, “me llevan al cuartel, tenía la boca hinchada, con hematomas”. Aunque le dijeron que se querellara, respondió que “yo solo quiero llegar a mi casa, ya pasé por eso, pedí orden de protección y no pasó nada”.

Se reunieron una vez más y le dijo, “esta es la última vez que lo vamos a intentar, no puedo más, mi corazón no da más. Lo voy a intentar, pero vamos a buscar ayuda profesional”.

Pero luego que la insultara otra vez por no responder el teléfono de inmediato, porque le estaba comprando un regalo por el Día de Reyes, decidió acabar la relación.

No obstante, ocurrieron otros incidentes. Uno incluso en presencia de un legislador, así como de personas de la fundación para la que trabaja.

“Quiero sentirme protegida”

Por último, ocurrió el incidente del 21 de enero, que es el que desata la denuncia de violación a la Ley 54, para la Prevención e Intervención con la Violencia Doméstica, y que acabó con un altercado de insultos y empujones en el estacionamiento de un restaurante de Guaynabo.

Describió que ese día, más temprano, fue un restaurante donde había reservado para almorzar, pero al llegar vio allí a Garffer con una muchacha y decidió marcharse. Fue a otro restaurante, se sentó al final y ordenó champaña y un plato de quesos, y entonces llegó allí Garffer, y se sentó cerca. Poco después, se sentó en una mesa que le quedaba de frente. Se marchó porque se sentía incómoda, y fue al restaurante de Guaynabo, donde en principio había ordenado para llevar, pero como es un negocio de una amiga y su esposo, se quedó allí.

Al salir, no encontraba su carro y un joven, Eliecer Franceschini, que testificó el día antes, le asistió a encontrarlo. Mientras conversaba con el joven, apareció Garffer a reclamarle e insultarle, diciéndole que “te estabas bregando a este tipo en el baño”.

Agregó que Franceschini le dice que se calme, que la acaba de conocer, pero “Jerome iba pa encima de él como pa pelear”. Se bajó del carro e intervino entre ambos, y ahí “me empuja por el hombro”. Describió que le empujó varias veces para quitárselo de encima, mientras Garffer le insultaba. Ella también le insultó de vuelta.

Luego el testigo logró llamar, con el teléfono de ella, a otras personas que estaban en el restaurante que salieron a intervenir. Y ella se marchó.

“Yo estaba en un estado de pánico, en un estado de nervios horrible”, afirmó.

Posteriormente, se llevó a cabo el proceso que acabó con la denuncia.

“Yo tengo la necesidad de que me crean que todo eso pasó. Han sido un sinnúmero de situaciones y que no se me cree. Lo que quiero es sentirme protegida, tener paz, sentirme tranquila. Vivo en un estado de nervios, tengo sesiones todas las semanas con mi sicólogo”, reclamó entre llanto la demandante al final del interrogatorio de la fiscal. “Quiero tener paz, tranquilidad. Quiero sentirme protegida”.

Irregularidades

Sin embargo, durante el contrainterrogatorio, el abogado Moczó mostró irregularidades en las diversas versiones de la demandante en sus declaraciones a la policía, en su declaración jurada, y las declaraciones en las vistas de causa para arresto y la vista preliminar.

Moczó la llevó a admitir que en muchos de los incidentes descritos, ella había estado bebiendo. Luego repasó varios sucesos específicos.

Cuestionó por qué, en el incidente de Nueva York, no habían botado a su cliente del hotel, ni lo habían arrestado.

Preguntó por qué no había hecho mención del incidente en el aeropuerto de Nueva York en su declaración jurada, y por qué en la vista anterior “la juez le preguntó si lo vio en el aeropuerto y bajo juramento le dijo que no, que no lo vio hasta que abordó”.

Fue sobre el incidente que terminó en el primer arresto de la demandante y repasó la querella policial que “dice que la arrestaron por agredir en diferentes partes del cuerpo y morder al señor Garffer”.

Le mostró fotos de Garffer de otro incidente, con los ojos hinchados y mordeduras y le cuestionó que la habían arrestado una segunda ocasión “por lo mismo que la detuvieron dos meses antes, por golpes y mordeduras”.

“Y en ese segundo arresto, que dice le rompieron los ligamentos, que le pusieron yeso y todo, pero cuando le pregunté, me dijo que no recordaba, que solo la habían arrestado una sola vez. Y ese incidente y ese arresto, no se los dijo a la fiscal, no está en la declaración jurada”, indagó Moczó.

“Y en el caso que nos trae hoy, Jerome tiene golpes y mordeduras. Y los presentes son los mismo, Jerome y usted, y la persona con golpes y mordeduras es la misma, Jerome. No es usted. La única diferencia es que en esta arrestaron a Jerome y en aquella la arrestaron a usted”, sostuvo el abogado defensor.

En el evento de Naranjito, argumentó Moczó, había bebido y “dijo que en esa situación solo quería ir a su casa... pero de toda la gente que podía llamar, llamó al dueño del negocio para volver al negocio”.

“Y ese mismo día, ¿no volvió a casa de Jerome, con la perrita suya, y no le rayó el carro? Y ese día Jerome no le abrió” preguntó el abogado.

“Usted habló de un incidente, y le pregunté si le había tirado unos tragos a Jerome, y dijo que no. ¿Y si le muestro un video (de seguridad del lugar)”, preguntó Moczó, antes de mostrar el video y afirmar que “le tira cuatro tragos en la cara”.

Por último, la confrontó con las declaraciones sobre el día del incidente en el estacionamiento, y las inconsistencias en sus diferentes versiones.

Le cuestionó sobre su versión ante la jueza anterior, de que “tiró una mano y no sabe dónde dio”, diferente a la de esta ocasión en que decía que movía las manos para sacárselo de encima. “Es más, no dijo que le rompió la camisa. No lo dice en la declaración jurada, ni se lo dijo a la juez anterior. ¿Se acordó ayer?”.

Cuestionó, además, que a pesar que decía que Jerome era un abusador, en esa discusión de cerca de 20 minutos, no podía mostrar ninguna marca de que le hubiese dado algún golpe. Por el contrario, el único moretón que tenía en el nudillo del anular de una mano.

“¿Y si le digo que Eliecer (Franceschini) dijo aquí que él (Garffer) ni la tocó?”, le preguntó Moczó.

“Fue un momento de mucha ansiedad, de mucho estrés”, respondió la demandante.

La fiscal usó el redirecto para dar espacio a la demandante a ofrecer algunas explicaciones a las incongruencias de su testimonio, pero luego de escuchar la prueba la jueza Miranda determinó no causa.

La fiscal solicitó de inmediato reconsideración, argumentando que la joven había ofrecido un relato de violencia doméstica, maltrato sicológoico y emocional. Sostuvo que, aunque la defensa mostraba unas fotos de daños físicos, “yo no le puedo traer aquí fotos de daño sicológico”.

“Aquí ha narrado cómo él controlaba todo en la relación. Tenemos aquí una pareja disfuncional. Es una relación de poder y control que tiene esta dama por ese caballero”, insistió la fiscal. “Cuando entendemos el ciclo de violencia doméstica, entendemos que a las víctimas se le mina su capacidad de reaccionar”.

Cuestionó cómo podía explicar el tribunal que la demandante “se va a un sitio remoto y está hablando con una persona y aparece esta persona a agredir verbalmente”, con palabras “asqueantes”, y si cualquiera no hubiese reaccionado de manera similar.

Agregó que tras “dos años en una situación violenta, ha buscado ayuda sicológica”, y cuestionó qué mensaje se llevaba luego de esa decisión de no causa.

El abogado Moczó ripostó que la jueza había podido comparar los testimonios, ver las fotos y los videos, y escuchar al agente decir que habían mentido.

“Aquí no estamos para tomar pena”, sostuvo el abogado. “Aquí toda la prueba es contradictoria, desde la que trajo la fiscal hasta los videos y las testigos. La prueba aquí es inconsistente. Esto es alzada. Eso del mensaje que se lleva, aquí no estamos para eso”.

Escuchadas las partes, la jueza reiteró su fallo de no causa. La demandante regresó luego a sala brevemente, y se retiró tras conocer el fallo, visiblemente consternada.

Garffer no estuvo presente en sala, sino observando todo el proceso por sistema de video desde la cárcel de Ponce, donde permanece recluido luego que violara una orden de protección impuesta por el tribunal relacionada con este caso, y le revocaran las condiciones de libertad bajo fianza. Aunque se determinó no causa en esta acusación de violencia doméstica, no supone la inmediata salida de Garffer de prisión.