“Alto a la violencia. No tener miedo. Tener fe. No temer”.

Una pared del primer nivel de la escuela de la comunidad Ramón Frade León, en Cayey, está llena de carteles como ése que escribieron los propios estudiantes de kínder a sexto grado.

Otros leen: “No más violencia, queremos paz”; “Porque la violencia nos afecta a todos”; “Alto a la violencia en Puerto Rico”; “Por que si tienes miedo, los criminales se van a apoderar de todos”.

Lamentablemente, el mensaje de los pequeños parece no haber llegado a vecinos de la comunidad donde está, en el barrio San Tomas.

El jueves a las 2:45 de la tarde, justo a la hora de salida y tras terminar una actividad en la que celebraron la Semana de la Puertorriqueñidad, un individuo asesinó de 12 disparos al padre de dos estudiantes de dicha escuela a pocos metros del plantel.

Ángel L. González Cartagena, de 26 años, fue a recoger a sus hijos, que están en tercero y sexto grado, acompañado de su esposa. Iban caminando por la acera, como a 100 metros frente al plantel, cuando ocurrió la tragedia.

El sicario escapó corriendo.

Los alumnos gritaban y lloraban, asustados y corriendo hacia dentro de los salones.

“Fue una tarde linda, pero triste, porque terminó de esa manera. Los niños salieron corriendo a refugiarse en los salones. Fue un evento traumático, y vamos a trabajar con los estudiantes”, destacó la trabajadora social de la escuela, Carmen Rosario.

“Los que estaban afuera entraron buscando refugio. Los maestros estaban protegiendo a los niños, que lloraban; hasta madres estaban llorando. Todos vestidos de jibaritos. Fue lamentable”, agregó.

La directora Lourdes Roque recibió la visita del secretario interino de Educación, Edward Moreno, y exhortó a los padres a enviar a sus hijos a clases el lunes, ya que habrán psicólogos y trabajadores sociales para ayudarlos a sobrepasar la situación.

Ayer, de una matrícula de 260 estudiantes, fueron 52.

“Antes, la escuela era respetada. Es triste vernos impactados de esta manera. Ya no hay respeto por nuestra niñez”, lamentó Rosario.

Simulacro de balaceras

En muchos planteles se hacen simulacros de terremotos o fuegos, pero en la Ramón Frade León son por los disparos.

Roque indicó que hasta hace un tiempo atrás se hacían cuatro veces por semestre, porque “estamos en una comunidad vulnerable” y “practicar puede salvar nuestras vidas”.

Por otro lado, en la barriada El Polvorín, donde vivía González Cartagena, todos estaban sorprendidos y consternados.

Allí, dos de sus cuñadas, Milagros y Alicia Rodríguez, estaban llorosas y todavía no lo podían creer.

Indicaron que el joven llevaba varios años casado con su hermana, quien tiene un hijo de 11 años que él estaba criando. La pareja tenía otros dos varones, de ocho y dos años.

“Fue bien impresionante. Jamás esperábamos algo así. Lo queríamos mucho... Era buen padre, buen esposo. Bien pendiente de sus hijos”, indicó Milagros, quien agregó que su cuñado trabajaba y estudiaba para ser técnico de refrigeración y acondicionadores de aire.

Aseguró que los niños están recibiendo ayuda y apoyo por parte de la familia.

El cartero de la comunidad, José L. Reyes, conocía al occiso desde hace tiempo, ya que trabaja en Cayey desde hace 17 años.

Lo describió como un “muchacho tranquilo, trabajador y de su casa”.

“No lo podía creer. Pudo haber sido otro y lo podría aceptar, pero él no era un muchacho como los demás. Ya esto es tierra de nadie”, opinó Reyes.

“Los he visto nacer, los he visto criarse y los he visto morir. No es fácil. Es bien lamentable, bien triste. Nos vamos a quedar sin juventud”, agregó.

El empleado del colmado Edumar, al final de la calle donde vivía González Cartagena, tampoco lo podía creer.

“Era tremenda persona. Es bien triste, porque era una persona bien humilde. Siempre venía a comprar dulcecitos a los nenes”, indicó Francisco Rosa.