Mayagüez. “Baby, te amo”.

Fue la frase que se leyó de los labios de la compañera sentimental de Brenda Moyá Barbosa cuando la vio entrar en sala a la vista preliminar en la que se le juzga como imputada de haber asesinado a su abuelo, el ex catedrático del Recinto Universitario de Mayagüez (RUM) Jaime Moyá Quintana, de 88 años.

La mujer -que no ha querido ser identificada- se mostró angustiada y no ofreció declaraciones a la prensa. Estaba acompañada por la madre de la imputada, a quien hubo que llevársela del lugar porque enfrentó un dramático episodio de emociones.

También comparecieron los otros dos imputados del crimen, Álex Matos Jusino y Salvador Benito Toledo Marrero, cuyos familiares alegaron no estar aptos económicamente para pagar por un abogado que les defienda, por lo que serán referidos por el Estado a ser representados por un abogado de oficio, ya que no podrán ser representados por abogados de la Sociedad para Asistencia Legal (SAL) debido a que surgió un posible conflicto de intereses.

El licenciado Julián Claudio, director de SAL en Mayagüez, destacó que se había entrevistado con la nieta del occiso para representarla, sin saber que Matos Jusino había recibido los servicios de representación por parte de la organización en un caso reciente, y no fue hasta ayer mismo que supo que podría darse un conflicto ético.

“Obviamente hay un conflicto y no teníamos esa información cuando entrevistamos a Brenda”, dijo explicando que en este caso el tribunal se ve obligado a asignarles un abogado de oficio. Cada imputado tendría su abogado personal.

Entretanto, se dijo que aún falta probar que Toledo Marrero es indigente, porque ayer no se le pudo entrevistar para determinar su necesidad de los servicios de SAL.

Por su parte, la fiscal Rosa Acevedo sostuvo que tiene un caso fuerte. Sin entrar en detalles, afirmó que los tres estaban en el carro cuando secuestraron al octogenario para llevarlo a sacar dinero de un cajero automático. Contra Matos Jusino y Moyá Barbosa hay cargos por destrucción de evidencia.

“Todos tuvieron alguna participación, desde el secuestro hasta la muerte de Moyá Quintana”, señaló Acevedo. Agregó que aunque no se encontró el arma con la que se le dio muerte al ex catedrático, “no hace falta, porque con testimonio no hace falta traer el arma y tenemos la prueba para probarlo”.

En torno a las expresiones que hizo la nieta del occiso sobre que estaba tratando de proteger a su pareja, la fiscal no pudo precisar a qué se refirió Moyá Barbosa. Fuentes apuntan a que el caso está lleno de matices de dramas familiares que van a tono con otras expresiones de la imputada, quien además dijo que “mi abuelo sabe lo que me hizo y su familia también”.

Los hechos ocurrieron el 7 de noviembre, cuando intentaron que el octogenario les diera $800 y, al negarse, lo secuestraron para que sacara dinero de su tarjeta. Moyá Quintana fue encontrado en una barranca muerto, en la PR-109 del barrio Miraflores en Añasco con sobre 60 heridas punzantes.