Aunque Justino Sánchez Díaz tiene "particularidades" en su personalidad, no es alguien cuyo estado de salud mental le impida reconocer la naturaleza criminal de sus actos, concluyó el siquiatra forense consultado por el Departamento de Justicia.

El doctor Raúl López, quien declaró en el Centro Judicial de Arecibo como perito de la Fiscalía, opinó que a Sánchez Díaz se le puede imputar los delitos por los que se le acusa, que son seis asesinatos, siete tentativas de asesinato y un incendio agravado.

López difirió del diagnóstico realizado por la siquiatra Arlene Rivera Mass, perito forense de la defensa, quien concluyó que Sánchez Díaz sufre de trastorno delirante tipo persecutorio y que por lo tanto es inimputable.

El perito de Fiscalía dijo que basa su opinión, entre otras cosas, en que no existe evidencia clínica sostenida sobre condiciones previas del acusado y por la "cantidad abrumadora" de inconsistencias entre el diagnóstico y su comportamiento.

El retraimiento, el aislamiento, el poco conversar de Sánchez Díaz fueron descritas por López como "peculiaridades" del carácter de Sánchez Díaz, pero no como rasgos paranoides.

El forense traído por Fiscalía concluyó que el acusado sabía lo que hacía y que el fuego así como las muertes que provocó fueron una respuesta a las desavenencias que tenía con su familia.

"El hecho de que Justino tuviera obsesión de tener la casa...es la mecha que empieza a generar un profundo odio hacia sus familiares", expresó López. "Las actuaciones de Justino son compatibles con una persona que tenía odio y coraje hacia sus familiares debido a una idea real que es su intención de quedarse con la casa", agregó. 

López opinó que las acciones de Sánchez Díaz no respondieron a delirios paranoides y que no existe evidencia que esos delirios existieran antes de los hechos sino que aparecieron después que lo arrestaran por lo que le parece que son "una ganancia secundaria", para parecer inimputable.

Por el contrario, a este siquiatra le parece que el trato amable que exhibió con los invitados a cenar a su casa el 1 de enero de este año tenía el propósito de no levantar sospechas y lo comparó como una relación entre un depredador y su presa.

Anterior a la declaración del doctor López, la perito traída por la defensa se reafirmó en su diagnóstico.

El fiscal de distrito, Wilson González, confrontó a la doctora con parte del expediente médico correccional de Sánchez Díaz, contenido en el informe que la siquiatra de Estado, Yamilka Rolón, presentó cuando determinó que el imputado era procesable.

Rivera Mass reconoció que en esas evaluaciones anteriores, no hay observaciones de comportamiento paranoide, aunque aclaró que si había señalamientos de sicosis.

De igual forma, indicó que al momento de esas evaluaciones, el acusado había sido estabilizado y la sintomatología no estaba activa, lo que no quiere decir que no existiera.

La siquiatra forense indicó que entrevistó al acusado por espacio de una hora, pero aclaró que su diagnóstico no dependió exclusivamente de esa entrevista sino también del análisis que hizo del expediente médico correccional desde que quedó sumariado.

La doctora explicó que siquiatras y sicólogos dentro del sistema correccional, en varios momentos, le diagnosticaron trastorno sicótico, sicoafectivos y suicidas.

Asimismo, Rivera Mass indicó que un paciente sicótico puede tener un comportamiento que personas no entrenadas en psiquiatría consideren "normal".

La tranquilidad que supuestamente tenía Sánchez Díaz después del fuego fue descrito por Rivera Mass, como "ausencia de emoción, ausencia de afecto" lo que le parece compatible con un paciente psicótico.

La doctora insistió en que el acusado perdió funcionalidad cuando se quedó desempleado, se quedaba encerrado en el cuarto y no socializaba ni con pareja ni amigos.

"Se vuelve papá, mamá y él. Eso es bien típico", expresó la perito forense.