“Que me perdonen que yo no lo quería hacer esto, yo estaba desesperada, llamaba a mamá, pero no veía la salida. Yo no soy una persona mala, yo la cuidé por muchos años sola. No dejen a los cuidadores solos porque cualquiera puede estallar”.

Así lo expresó Mirella Córdova Figueroa, de 54 años, aún vestida con una bata de dormir, un rosario colgado al cuello y abatida por el cansancio no solo físico sino mental, tras confesar el crimen de su progenitora con un martillo, en una residencia de la urbanización Baldrich, en Hato Rey.

“La cuidé por nueve años y medio, estaba desesperada, necesitaba ayuda financiera y emocional también”, expresó la mujer de caminar pausado, quien reveló que padece de depresión mayor, severa y recurrente, y su sistema digestivo no funciona.

El crimen ocurrió a las 5:08 a.m. de hoy, jueves, mientras se disponía a cambiarle el pañal desechable a su madre, quien es paciente el Alzheimer y presuntamente cuando empezó a gritar no la pudo controlar, lo que ocasionó que se descontrolara.

Tomasita Figueroa Barreto, de 89 años, fue agredida con una sombrilla y luego con un martillo hasta causarle la muerte en una habitación de su hogar, localizado en la parte posterior de la calle Ingeniero José R. Acosta, donde vivían en un apartamento.

La agresora, Córdova Figueroa, fue la que llamó a través del Sistema de Emergencias 9-1-1 para confesar los trágicos sucesos.

El caso será consultado con el fiscal de turno para la radicación de los cargos correspondientes.