Policía asesina a su esposa y su acompañante y luego se suicida
El incidente se reportó a las 10:56 de la noche en el estacionamiento del parque, ubicado en la avenida Quilinchini.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 12 años.
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Sabana Grande. ¿Qué pasaría por su cabeza cuando, tarde en la noche del domingo, esperaba en su vehículo con un arma en una mano y una nota en la otra? Tal vez nadie lo sepa, pero el resultado fue trágico.
El agente Pedro Juan López Maldonado, adscrito a la Unidad Marítima de Ponce, llevaba tiempo separado de quien fuera su esposa, la enfermera Yanitza Luciano Bonilla, de 33 años, pero, según familiares, no aceptaba que la madre de sus dos hijos, de ocho y un añito, no quisiera seguir en su vida. Y esa negación lo llevó a planificar matarla y, posteriormente, suicidarse.
De acuerdo con el jefe de la Policía en la región de Mayagüez, el comandante Agustín Marrero, López Maldonado, de 34 años, esperaba por que su esposa llegara a recoger su carro en el estacionamiento del parque de pelota Rafael Milán Padró, en la avenida Quilinchini en el casco urbano. Según Marrero, Luciano Bonilla, residente del barrio Boca, sector La Uva, en Guayanilla, se bajó de un Toyota Camry en compañía de Omar Ayala del Valle, de 28 años, vecino de la urbanización La Arboleda, en Sabana Grande, y se montó en el suyo, un Mazda Protegé. En ese momento, el agente, que llevaba 13 años en la Uniformada, se desmontó y les disparó.
La mujer, quien ya estaba al volante de su carro, recibió un impacto de bala, con entrada y salida, por el lado derecho del rostro. Su acompañante, que estaba fuera del vehículo, fue acribillado.
Luego de cometer la doble matanza, López Maldonado, quien residía en el barrio Santo Domingo en Peñuelas, se propinó un balazo en el cuello, en dirección a la cabeza. Su cuerpo quedó sobre el cadáver de Ayala del Valle.
Además, se encontró una nota suicida, de su puño y letra, en la que pide perdón por lo que hizo y dice que ama a su madre.
“Estamos investigando qué relación había entre las dos personas muertas, aunque sí sabemos que ella era enfermera y él terapista en el Hospital Metropolitano de San Germán, donde eran compañeros de trabajo”, dijo Marrero. “Hay una nota suicida que no se pudo leer a capacidad, ya que la misma estaba ensangrentada, pero de lo que pudimos leer se desprende que fue un doble crimen planificado’’, añadió.
Técnicos del Instituto de Ciencias Forenses (ICF) de la región de Ponce, junto con personal de la Unidad de Homicidios del Cuerpo de Investigaciones Criminales (CIC) de Mayagüez, trabajaron la escena con la fiscal Rosa Acevedo, que ordenó el levantamiento de los cadáveres.
“Yo tenía sospechas”
En la residencia de los padres de Luciano Bonilla, todo era asombro y tristeza.
Su padre, Edward Luciano Ortiz, lamentaba que su hija menor, a quien recordará por su sonrisa y alegría, tuviera un fin tan lamentable.
“Yo tenía sospechas porque él la llamaba constantemente y era celoso”, dijo el padre.
Recordó que la pareja se casó en el 2003 y que tuvo una boda hermosa, llena del cristianismo que ambas familias profesan. Narró que hace poco más de un año se había separado, pero que siempre mantuvo buena comunicación.
“Él venía a buscar al bebé y la nena vivía con él porque le gustaba la escuela de allá y estar en la casa de su otra abuelita”, comentó Luciano Ortiz.
Asimismo, mencionó que la última vez que vio a López Maldonado, el pasado domingo, este lucía tranquilo.
“Él siempre me decía que ella era la mujer de su vida, pero ella le había perdido el amor”, añadió el padre.
Argumentó que en ningún momento su hija le dijo si tenía una relación con otro hombre, y no conocía a Ayala del Valle.
“Como a las 6:00, ella me dijo que iba a salir, pero nunca volvió”, dijo llorando el hombre, quien sostuvo que siempre la esperaba en el balcón con la luz encendida.
Agregó que hace varios meses su hija solicitó una orden de protección, pero que luego la retiró para no afectar a su esposo en su trabajo como policía de FURA de Ponce.
Por otro lado, para la familia de López Maldonado, solo hay una explicación: el amor lo cegó.
Familiares cercanos llegaron a la residencia que compartía el agente con su madre, Yolanda Maldonado, y su hija de siete años para darles apoyo.
“Esto ha sido una gran tragedia, nadie se esperaba algo así”, dijo la tía paterna, Carmen López.
Esta mencionó que su sobrino vivía para su esposa e hijos y que no había podido superar la separación.
“Él era un excelente padre, salía de su trabajo para estar con sus hijos”, comentó la tía. En tanto, la madre no pudo hacer expresiones a la prensa.
Ambas familias se encontraban en trámites con el ICF para reconocer los cadáveres.