El exsenador Jorge de Castro Font mintió en sus estados financieros de campaña y en esa tarea lo ayudó Carlos Díaz, su entonces ayudante ejecutivo y hoy el primer testigo de cargo en el juicio contra el también exsenador Héctor Martínez y el empresario Juan Bravo.

El cuadro que pintó Díaz acerca De Castro apunta a un legislador rodeado de lujos, que lo maltrataba, lo insultaba y luego le pedía perdón. Al mismo tiempo le pedía que pagara sus cuentas personales, que recogiera a sus hijos y que le hiciera múltiples gestiones a pesar de que su sueldo salía de las arcas del Senado.

De hecho Díaz, indicó que ganaba entre $4,000 y $4,500 mensuales de su sueldo como ayudante ejecutivo en el Senado.

De Castro además era miembro exoficio de todas las comisiones existentes en el Senado mientras se libraba una lucha al interior del Partido Nuevo Progresista sobre quién debía ser el presidente del cuerpo.

Asimismo, Díaz confirmó que De Castro no pagó por su boleto de avión a Las Vegas para ir a ver la pelea de Tito Trinidad en mayo de 2005, sino que fue financiado por un contratista a quien identificó como Tato Lebrón.

Esa contratista también pagó el boleto de avión de Díaz, según testificó.

Al ex ayudante ejecutivo no le constaba si Lebrón también pagó la estadía del entonces senador, pero describió la habitación como una grande y lujosa, en un piso alto con una gran vista de la ciudad. En cambio la suya era mucho más sencilla y la vista daba a los contenedores de aire acondicionado.

La fiscalía federal presentó cuatro videos cortos en los que se aprecia a Martínez, Bravo, De Castro y una persona solo identificada como José Torres, a pocas filas del cuadrilátero.

 Bravo llevaba el pelo y el bigote negros y cuando se vio en las pantallas del tribunal se echó a reír al notar lo distinto que luce ahora. 

Los dos exsenadores, Bravo y Torres estaban hasta siete filas más cerca del ring que el asiento que ocupaba el excampeón de los pesos pesados George Foreman a quien Díaz identificó como “el que vende ‘los grills’” lo que desató risas en sala. Más adelante, reconoció que había sido un boxeador famoso.

Explicó que el cuarteto disfrutaba del festín boxístico a poca distancia, mientras que a Díaz le tocó estar mucho más arriba y alejado. El testigo dijo desconocer quién pagó por su boleto pero dijo que no fue Bravo.

Más adelante, se escuchó en sala una grabación de 2008 en la que Bravo le pregunta a Díaz porqué De Castro no le respondía sus llamadas y que cuando le mandó a decir que tuviese cuidado porque los estaban velando, lo que pretendía era hacerle un favor.

En efecto la llamada se grabó porque para ese entonces Díaz ya cooperaba con las autoridades federales que fueron a su casa menos de una semana después de que Bravo le advirtiera en persona que los tenían en la mirilla.

A preguntas del abogado principal de Bravo, Reid Weingarten, Díaz admitió que los informes financieros de la campaña de De Castro Font tenían información falsa porque no se incluía el nombre de las personas que hacían donativos en efectivo y en otros casos no se reportaba todo el dinero que se recibía.

Al presentar copia de uno de esos informes, había además gastos a nombre del testigo.

“Yo nunca sometí eso”, respondió Díaz cuando se le cuestionó de qué era ese dinero.

También admitió que juramentó los informes a sabiendas de que cometía perjurio.

El contrainterrogatorio al primer testigo continúa en horas de la tarde.

Martínez y Bravo enfrentan cada uno un cargo de soborno en este segundo juicio. La teoría de la fiscalía es que Bravo le pagó a Martínez los gastos para ir a ver la pelea de boxeo a cambio de que el legislador aprobara dos proyectos de ley que ayudaban su negocio de seguridad privada.