Reto para la Policía las carreras de autos clandestinas
Los martes, los jueves y los domingos se reúnen en la carretera PR-5, a pasos de las residencias, hasta más de 100 personas para ver competencias.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 10 años.
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El ruido de los motores, la contaminación por el humo que genera el contacto de las gomas con el asfalto y el alto volumen de la música son parte de una escena de carreras clandestinas que ya conocen muy bien los residentes de la urbanización Royal Town, en Bayamón.
Los martes, los jueves y los domingos se reúnen en la carretera PR-5, a pasos de las residencias, hasta más de 100 personas para ver las competencias de velocidad.
“Es una lucha constante. Hemos hablado con los vecinos que se están querellando”, indica el teniente Gilberto Báez, director del Negociado del Tránsito en Bayamón para explicar cómo su personal puede llegar a un lugar de carreras para encontrarse con entre 150 y 200 personas.
“Es difícil intervenir con ellos”, reconoce quien cuenta tres vehículos confiscados en los ocho meses que lleva dirigiendo la dependencia.
Según Báez, al llegar a los lugares de encuentro, que pudieran ser en la PR-174 al lado del supermercado Amigo, un garaje Total en la carretera PR-199 o en un sector conocido como Corujo, los agentes se topan con individuos “alterando la paz, subiendo el volumen de la música; se mantienen en conversaciones en voz alta, chillando gomas y contaminando el ambiente”. Las intervenciones terminan con la expedición de boletos que suelen ser por exceso de velocidad, ruido excesivo o uso de focos demasiado claros.
Pero este no es un asunto nuevo en la complicada agenda de la Policía ni un problema que se limita a Bayamón.
“La fiebre”, una actividad expresamente prohibida en el artículo 5.07 de la Ley de Tránsito de Puerto Rico, también está en Caguas, Gurabo, Canóvanas y Carolina.
Hasta noviembre de 2015, la Policía había confiscado 98 vehículos en intervenciones contra las carreras clandestinas, de acuerdo con el comandante Jorge Hernández Peña, director del Negociado del Tránsito. Aunque para la Uniformada hay historias de éxito en su esfuerzo por detener esta peligrosa práctica, muchos casos han sido imposibles de manejar.
Para atender el problema, la Policía ha implementado un plan de trabajo que se extiende hasta el 4 de enero y que contará con refuerzos de cuarteles de Cataño, Bayamón Norte, Bayamón Oeste y Levittown.
Por otra parte, en el área policiaca de Caguas el problema de las carreras clandestinas está bastante controlado desde hace unos meses, asegura el teniente Irving Díaz Reyes, del Negociado del Tránsito que también sirve a Juncos, San Lorenzo, Gurabo y Aguas Buenas.
Díaz Reyes identificó dos puntos de encuentro en la carretera PR-30, uno ubicado en un área de dos negocios de comida rápida y una gasolinera a la entrada del casco urbano de Gurabo, y otro casi llegando a Las Piedras. Esta transitada vía fue la madrugada del 18 de octubre escenario de un accidente en el que un chef que salía de dar servicios en una boda murió atropellado por dos individuos que regateaban en jurisdicción de Gurabo.
El caso todavía no ha sido radicado.
Mientras, “el foco de infección en Gurabo era un garaje Total en la (carretera) PR-181. Se reunían de 1:00 a.m. a 6:00 a.m.”, dijo Díaz Reyes en entrevista con este medio. Según precisó, las carreras se realizaban los sábados.
“Como hemos impactado el lugar, se han movido al centro comercial de San Lorenzo en la misma PR-181. Tenemos un personal atacando ese punto de encuentro”, indicó al especificar que desde el punto en Las Piedras hacen las carreras, tanto en dirección hacia Humacao, como hacia Juncos.
En lo que va del año, el Negociado del Tránsito en Caguas ha confiscado 11 vehículos por regateo y en un solo plan de trabajo se expidieron boletos de tránsito que suman $80,000. A preguntas, Díaz Reyes señaló que vecinos de Gurabo también se han quejado de los ruidos excesivos provocados por los individuos que se congregan para “la fiebre”.
“Sin embargo, no confrontamos problemas con ellos hasta ahora. La mayoría no está bajo influencia del alcohol. Son jóvenes deseosos de correr en las pistas, pero ahí no hay pista. Nos reclaman que no tienen dónde correr, pues hay que ir a Salinas o que se compren un videojuego y jueguen en el PlayStation”, comentó.
En el área policiaca de Carolina, que comprende también los pueblos de Canóvanas, Trujillo Alto y Loíza, el acercamiento al problema de las carreras clandestinas ha sido a través de la prevención, según el teniente Joaquín De La Cruz, del Negociado del Tránsito, quien consideró que no tendrá buenos números confiscando autos pero, ha logrado contener la práctica ilícita.
“Perdiendo, ganamos”, sostuvo.
De La Cruz identificó el área de la carretera PR-3, en una gasolinera Puma cerca del centro comercial Los Colobos como uno de los puntos de encuentro en su zona. Otra gasolinera Puma sirve el mismo propósito, frente a la urbanización Villas de Loíza, en la misma PR-3.
“Al principio ocupábamos vehículos, pero no vale la pena. O atacas el problema en la raíz o esperas a que pase. Lo que hice es que si se reunían a las 11:00 p.m. o 12:00 a.m., mejor me metía a las gasolineras y, con la autorización de los dueños, los sacaba. Solo los que iban a echar gasolina podían entrar al negocio. Metía las patrullas en los puestos y los sacaba”, contó el oficial.
Otra estrategia que empleó De La Cruz consistió en incluir a personal del Departamento de Hacienda para intervenir en negocios donde permitían que se congregaran individuos para planificar las carreras. Estos locales eran multados por no tener los permisos al día o por otras violaciones de ley y, para evitar la visita de las autoridades, decidieron espantar a la clientela dedicada al regateo.
Algunos comerciantes, apuntó el teniente, primero celebran que escojan sus locales como punto de encuentro, pero terminan lamentándolo al ver cómo sus clientes son desalentados por la muchedumbre.
“Da más resultado. Son menos casos a tribunales en cuanto a ocupar vehículos, pero me resulta mejor a largo plazo”, destacó.
Otra alternativa para atacar el problema la brindó el comandante Hernández Peña, director del Negociado de Tránsito de la Policía. Este opinó que los dueños de los centros comerciales en la Isla deben emular el código de conducta –que también regula el tránsito dentro del estacionamiento- de Plaza las Américas, donde no se permite la congregación de personas sin autorización.
“Se reservan el derecho de admisión”, enfatizó.